Apolo



Apolo, uno de los dioses más importantes y populares de la mitología griega, se nombra entre los doce olímpicos. Era hijo de Zeus y Leto, y hermano gemelo de Ártemis. Sus atributos y funciones son tan numerosos, que se convirtió en uno de los dioses más venerados de la antigua Grecia, solo superado por Zeus y Atenea, preservando su prestigio en la época romana. Se identificó con el sol y la luz de la verdad, la razón y la conciencia. Dios de la profecía y de la inspiración artística, fue el patrón del oráculo más famoso de la antigüedad, el Oráculo de Delfos, y el líder de las Musas. También fue un dios civilizador y pacificador que presidió las leyes de la religión y la constitución de las ciudades. Como iniciador y educador era símbolo de la eterna juventud y el protector de los jóvenes que entraban en la edad adulta. Era el dios de la muerte súbita, las plagas y las enfermedades, pero también de la curación y la protección contra las fuerzas del mal. La belleza, la perfección, la armonía y el equilibrio le pertenecían. Estaba unido a la naturaleza, las hierbas y los rebaños, y era el protector de los pastores, marineros y arqueros.

Origen micénico. Aunque el nombre de Apolo no se ha encontrado en inscripciones micénicas, en la tablilla KN V 52 leemos pa-ja-wo-ne,  que parece ser la forma homérica Peán, un epíteto de Apolo, acompañando al nombre de otros dioses, y en KN C 394 aparece pạ-ja-ọ-ne, «para Paian».

Dorio. El nombre de Apolo quizá deriva de la palabra dórica apella (ἀπέλλα), que originalmente significaba muro de piedras pues deriva de la palabra antigua pélla (πέλλα) que siginifica piedra y más tarde denominó a la reunión de personas dentro de unas paredes. El festival apellai se dedicó al dios Apolo (forma dórica: Ἀπέλλων) y se celebraba en el mes Apellaios (Ἀπέλλαιος).

Oriente próximo. Apolo está sincréticamente asociado con numerosos dioses de otras tradiciones: Apulu etrusco, Apaliunas hitita (Tratado de Alaksandu, CTH 76), Aplu hurrita, Reshep cananeo, Ršp de Ugarit, Ra-sa-ap de Ebla, Reshepu egipcio... Leto se identifica con la diosa nabatea Al-Lat, madre de Habu.

El más antiguo de Apolo nació de Vulcano y es custodio de Atenas; el segundo es hijo de Coribante y mantuvo un enfrentamiento por Creta con Júpiter; el tercero nació de Júpiter y Latona y llegó a Delfos desde el país de los hiperbóreos; el cuarto está en Arcadia y se llama Nomión, porque de él recibieron sus leyes (Cicerón, Sobre la naturaleza de los dioses III 23).
Apolo de Veyes (ca. 550 a. C.). Museo Etrusco Nacional de Villa Giulia, Roma.

Genealogías:

Apolo Delio:

Leto. La titánide Febe ('brillo') visitó el lecho muy deseable de su hermano Ceo ('inteligencia', también el polo alrededor del cualgiran las estrellas). Preñada la diosa en el abrazo con el dios, parió a Leto de azulado peplo, siempre dulce, benévola con hombres y dioses inmortales, dulce desde su origen, y la más amable dentro del Olimpo. También dio a luz a la renombrada Asteria que un día se llevó Perses a su espléndido palacio para llamarla esposa (Hes. Teogonía 405). Zeus se unió con Leto antes de casarse con Hera, y debido a su historia de amor, Leto fue perseguida por toda la tierra por los celos de Hera, sin encontrar un lugar donde pudiera tener a sus gemelos.

La huida de Leto. Al aproximarse la hora del parto, Leto no encuentra ni en el cielo ni en la tierra lugar que le de acogida porque la celosa Hera había prohibido que diese a luz en cualquier lugar iluminado por el sol. En el sudoeste del Ática, en el istmo de un pequeño cabo, se encuentra el pequeño santuario de Zóster (cinturón) con altares dedicados a Leto, Apolo, Ártemis y Atenea. En ese lugar, Leto se suelta el cinturón al acercarse el momento del parto de los gemelos (Paus. I 31.1).

Venganza de Hera. Desde dentro del éter, Hera, irritada hasta lo indecible, negó todo asilo a Leto, torturada por los dolores del parto. Puso dos guardianes que vigilaban la tierra: el impetuoso Ares, quien guardaba con sus armas el continente desde la alta cumbre del Hemon Tracio, mientras sus caballos acampaban en el antro de siete recodos de Bóreas; e Íris, la hija de Taumante, quien vigilaba las escarpadas islas, encaramada sobre el Mimante.

Rechazo de la tierra firme. La rehuyó Arcadia, el Partenio, montaña consagrada a Auge, y el viejo Féneo. La rehuyó todo el país de Pélope situado junto al Istmo, a excepción del Egialea y Argos (no pisó Leto aquellos senderos, pues el Ínaco pertenecía a Hera). La rechazó la tierra Aonia (Beocia) y las nínfas Dirce y Estrofia llevando de la mano a su padre Ismeno, el de negros guijarros; y Asopo, de pesadas rodillas desde que fue alcanzado por el rayo de Zeus. Apolo desde el seno materno maldice a Tebas y profetiza la matanza de los Nióbidas que bañará en sangre su arco. Las ciudades de Acaya la rechazaron, Hélice, compañera de Poseidón, y Bura, establo del centauro Dexámeno Ecíada. En Tesalia fue rechazada por el Anauro, la ciudad de Larisa y las rocas de Quirón, hasta que llegó ante las aguas de Peneo de Ftiótide. El río está dispuesto a asumir la cólera de Ares quien arrancando las cimas del Pangeo amenaza con cubrir su lecho de rocas. Leto sigue su camino, prometiendo recompensar su generosidad (Calímaco, Himno a Delos).

Las islas rechazan a Leto. Cuantos pueblos acoge Creta en su seno y la comarca de Atenas, la isla de Egina, Eubea, afamada por sus bajeles, Egas, Iresias y Peparetos, cercana al mar, el tracio Atos y las elevadas cumbres del Pelio, la tracia Samos y las umbrosas montañas del Ida, Esciros, Focea y el escarpado monte Autócane, Imbros, la de hermosas edificaciones y la brumosa Lemnos, la sacra Lesbos, sede del eólida Mácar, y Quíos, la más espléndida de las islas que en la mar yacen, la escabrosa Mimante y las elevadas cubres de Córico, Claros, la luminosa y el escarpado monte de Eságea, así como la acuosa Samos y las escarpadas cumbres del Mícale, Mileto y Cos, ciudad de los Mérope, Gnido, la excelsa, y Cárpatos, la ventosa, Naxos, Paros y la rocosa Renea (Himno Homérico III A Apolo).

Asteria. Cuando la monstruosa Pitón percibió que Latona estaba encinta, comenzó a perseguirla para matarla porque su destino era morir después del parto de Leto. Pero el viento Aquilón arrebató a Latona por orden de Júpiter, y la llevó hasta Neptuno. Éste la protegió, pero para no contrariar el deseo de Juno, la llevó a la isla de Ortigia, isla que después se llamaría Delos (Apd. I 4.1; el Himno homérico III A Apolo distingue a Ortigia de Delos: mientras Apolo nació en Delos, Artemisa nació en Ortigia, que se identifica con Renia, islote deshabitado donde estaban las tumbas, cubiertas de asfódelos, de los delianos; porque estaba prohibido nacer o morir en Delos, Estr. X 5.5). Después de dejar embarazada a Leto, Zeus había persiguido a su hermana Asteria, quien huyó transformada en codorniz primero y luego escondida de la luz del sol en forma de roca en el fondo del mar, de donde se elevó lo suficiente para acoger a Leto sin desobedecer las órdenes de Hera (Hig. 53). Pitón, al no hallar a Leto, regresó al Parnaso (Hig. 140).

El nacimiento de Apolo. El parto duró nueve días porque Hera retuvo a su hija Ilítia en el Olimpo bajo nubes de oro. Dione, Rea, Temis Ícnea y Anfítrite avisaron a Ilítia de espaldas a Hera y le prometieron una guirnalda de nueve codos a cambio de su ayuda. Llegó Ilítia para que Leto pudiera parir a los pies del monte Cinto (de donde viene el apodo "Cintio" y "Cintia" de los hermanos), junto a las aguas del río Inopo, de rodillas y apoyada en el tronco de una palmera, asistida por su hija Ártemis. Los cisnes del Pactolo cantaron siete veces y en recuerdo, Apolo pondrá siete cuerdas en su lira. La Taumántide Iris reveló la acogida de Asteria a Latona, pero Hera perdonó a Asteria por no haber profanado el lecho de Zeus (en el Himno IV A Delos de Calímaco, Íris obedece las órdenes de Hera, pero en el Himno homérico III A Polo, Íris es cómplice de las diosas para traer a Ilítia). Inmediatamente después de su nacimiento, Ártemis ayudó a su hermano gemelo más joven, Apolo, a venir al mundo (Apd. I 4.1; Servio Escolio a Virg Eneida . 3.73). 

El nombre de Delos. Después del parto de Latona, la isla recibe el premio de quedar fija (Himno homérico III A Apolo). Como entregó su suelo como lugar natal para Apolo, los navegantes le impusieron el nombre de Delos ('visible') en vez de Asteria, porque ya no surcabas las aguas invisible ('adelos') a sus ojos y había echado raíces en las olas del mar Egeo (Calímaco, Himno IV A Delos 51).

Los boyeros de Licia. Leto, después de dar a luz a Apolo y Artemisa viajó a Licia, llevando a sus hijos con ella a los baños del río Janto (Ant. Lib. 35). En su camino, llegó primero a la fuente de Mélite y quiso bañar a sus hijos allí (en Ov. Met. VI 331, quería beber de una lago). Pero algunos pastores la ahuyentaron para que su propio ganado pudiera beber en la corriente. Leto se marchó y dejó a Mélite. Los lobos salieron a su encuentro y, meneando la cola, la condujeron, guiándola hacia el río Janto. Bebió de su agua, bañó a los bebés y consagró el Janto a Apolo. La tierra que se llamaba Tremílide (los licios, originarios de Creta, eran llamados Termilas, Hdt. VII 92), a la que cambió de nombre, por Lícia por los lobos que la habían guiado (de 'Lycos', lobo, pero en Hdt. I 173 es por Lico, hijo de Pandión de Atenas). Luego regresó al manantial para infligir un castigo a los pastores que la habían ahuyentado. Estaban lavando su ganado cuando Leto los transformó a todos en ranas. Golpeandolos con una piedra en las espaldas y hombros los tiró a todos al manantial y los hizo vivir en agua. Hasta el día de hoy croan por ríos y estanques.

Apolo Sauróctono. Museo de Louvre. Praxíteles realizó  un Apolo joven, amenazando con una flecha a un reptil que trepa, al que llaman sauróctono (Plinio XXXIV 70)

Apolo Pítico:

No amamantó su madre a Apolo, sino que recibió néctar y ambrosía de Temis. Saciado del alimento inmortal, se quitó los pañales y, reclamando la lira y el arco, emprendió viaje en busca de un lugar para su oráculo. Apolo, que aprendió el arte de la profecía de Pan, hijo de Zeus y de Hibris, se dirigió a Delfos, donde entonces era Temis quien profetizaba (Esq. Eum.; Eur., If. Téuride 1259; Paus. X 5.6).

Telfusa: 

Apolo, Certero flechador, arribó al Cefiso de hermosa corriente que desde Lilea vierte su agua de hermoso flujo. Cruzándolo, llegó a Ocálea, la bien torreada, y de allí a la herbosa Haliarto. Alcanzó Telfusa, donde, la ninfa de la fuente, se resistía a compartir el lugar con una divinidad que la eclipsaría y le urgió a seguir hasta el monte Parnaso con la excusa de que el ruido de los carros y los caballos que bebían en las fuentes lo molestarían constantemente. Así continuó hasta la llanura de Crisa, donde descubrió el enclave para su santuario en Delfos bajo el monte Parnaso, pero el lugar estaba guardado por una terrible Dragón.

Apolo castigó a Telfusa escondiendo sus arroyos bajo un acantilado y levantó un altar en una arboleda cercana, donde fue venerado desde ese momento como Apolo Telfusio (H. Homérico III 244). La fuente es el lugar de la muerte del adivino Tiresias (Estrabón IX 411).

La serpiente Pitón:

Origen. El dragón o dragona de Delfos llamado Pitón, es el epónimo de la región (existen versiones en las que se identifica con la bestia Delfine, Apd. I 4.1; Ov. Met. I 438). Nacida de la tierra después del diluvio de Deucalión, habitaba una gruta cerca de Delfos y allí custodiaba un oráculo. Este monstruo, que antaño había criado por orden de Hera al terrible Tifoeo. Aunque este monstruo ya había acabado con todos los que se le habían aproximado, Apolo lo mató con una de sus flechas y lo dejó descomponerse (de donde el término 'Pythein', pudrir).

Muerte de Pitón. El joven dios pudo ser llevado a Delfos por su madre y disparó al dragón desde los brazos de ésta, él mismo o con la ayuda de su hermana Ártemis (Eur., Ifigenia en Táuride 1234). Pitón habría intentado matar a Leto durante su embarazo para así evitar el nacimiento los dos gemelos divinos. Apolo viajó al enclave de Delfos cuatro días después de su nacimiento para matar al dragón como venganza (Hig. Fab 140).

Las Estepterias. La muerte de Pitón era conmemorada durante las Estepterias o fiesta de las guirnaldas (Plut. Moralia 293; Eliano, Historias Curiosas 3.1; Estr. IX 3.12) y en un concurso de flauta celebrado durante los Juegos Pítios (Estr. IX 3.10). Se celebraban cada nueve años y representaba una especie de drama de la victoria del dios sobre Pito. En uno de los cerros de Delfos se construía una choza de ramas y follaje vistosamente adornada que representaba el palacio del dragón. Un hermoso niño, escogido entre las familias más ilustres, representaba al dios Apolo. El niño se adelantaba en un profundo silencio, seguido de jóvenes con antorchas encendidas e incendiaban la choza por los cuatro costados. Después, los delfios enviaban en peregrinación al valle del Tempe. El joven que representaba a Apolo se sometía a ceremonias de purificación y ritos expiatorios y regresaba con una rama de laurel consagrado como hizo Apolo cuando fue al valle del Tempe a purificarse.

La fundación de Delfos:

Los primeros sacerdotes. Después de matar a Pitón, una plaga para todos los hombres, Apolo estableció su oráculo y creó los Juegos Píticos en su recuerdo. Vió un barco cretense que navegaba de Cnoso en Creta a Pilos en el Peloponeso, se convirtió en un delfín y llevó el barco hasta el puerto de Crisa. Los marineros cretenses dirigidos por Apolo llegaron al Parnaso y, convertidos en sacerdotes de Apolo, llamaron a la ciudad Delfos, porque el dios, que se les había aparecido en forma de delfín. (Himno homérico III A Apolo 495). 

Purificación de Apolo. Cometido el ultraje contra el animal sagrado, Gea reclama justicia ante Zeus, quien ordena a su hijo acudir al valle de Tempe para purificarse. Apolo toma las ramas para construir su primer templo de Delfos de los laureles que crecen junto al curso del rio Peneo. Como su purificación no llega a consumarse, Apolo se dirige a Egialea acompanado de Ártemis (Paus. II, 7.7). Al llegar, les inunda un gran temor en el lugar conocido como Fobo ('Miedo') y parte hacia Creta mientras una plaga asola la ciudad de Egialea y los profetas piden que se propicie a Apolo y a Ártemis. Por fin, en Tarra, recibe de manos del sacerdote Carmánor la purificacion por la muerte de la serpiente Pitón. En casa de Carmánor, Apolo conoce a la joven Acacálide, hija de Minos, con quien tiene a los niños Filácides y Filandro (Ap. Rd. IV, 1493; Paus. X 16.5).

El gigante Ticio:

Origen. Ticio era un gigante, hijo de Élara, hija de Orcómeno (Apd. I 4.1; Od. XI 576, hijo de la tierra) y de Zeus. Élara se había escondido en el interior de la Tierra por miedo a los celos de Hera (Fer. 3F22), y allí Elara dio a luz a su hijo, por eso también se considera hijo de la propia Gea.

Su reino. Hombre violento y sin ley, Ticio dominaba el territorio de los Panopeos (Estr. IX 4.12). Aquí se encontraría el túmulo funerario de Ticio que medía nueve pletros y estaba junto a una torrentera de Panopeo, ciudad fronteriza de Fócide y distante 20 estadios de Queronea (se conservan bien sus fortificaciones cerca de Hagios Vlasios, Paus. X 4.5). ​

Su pecado. Ticio fue castigado eternamente por la agresión, instigada por Hera, de Leto o de Artemisa. Cuando Leto viajaba de Panopeo a Pito (Delfos), Ticio, conmovido por el deseo, la asaltó (Apd. I 4.1), rasgando sus vestidos e intentando violarla. Sus gritos atrajeron a Apolo (Ap. Rd. I 1759) o Ártemis (Pind. Pít. IV 90) o a ambos quienes acabaron con él con sus flechas (así está representado en el trono de Apolo en Amiclas, Paus. III 18.15) o Zeus lo fulminó con un rayo porque intentó violar a Leto por orden de Hera (Hig. Fab. 55).

Su castigo. ​Siendo inmortal, fue arrojado al Tártaro, donde una serpiente (Hig. 55), un buitre (En. VI 597) comían eternamente su hígado (en Hig. 55) o su corazón (parecido al castigo del titán Prometeo). Ulises vió en el Hades a Titio, el hijo de la augusta Gea, tirado en el suelo, donde ocupaba nueve yugadas (una yugada es la extensión de tierra que puede labrar una yunta de bueyes en un día, 120x240 pies). Dos buitres, uno de cada lado, le roían el hígado, penetrando con el pico en sus entrañas, sin que pudiera rechazarlos con las manos (Od. XI 576)​.

Una pintura de Polignoto en Delfos que muestra a Ticio entre otras figuras atormentadas en el Hades por sacrilegio, ya no está siendo castigado, pero ha sido reducido a la tortura continua, un fantasma indistinto y mutilado (Paus. X 29.3).

Lucrecio remodela la figura de Ticio (Lucrecio, De rerum natura III, 978). Ticio ya no está en el Inframundo, castigado eternamente, sino, prototipo de amante angustiado, rodeado de criaturas aladas que no son buitres, sino erotes (Virg. Eneida VI 595, compara su tormento de deseo con Dido, cuya llama de amor le está devorando hasta la médula).

Santuario. En Panopeo se encuentra la tumba de Ticio, en un montículo cuta circunferencia es la tercera parte de un estadio (Paus. X 4.5). En Eubea, existe una cueva llamada "Elarium" por Elara, que era madre de Ticio, y un santuario de Ticio, donde se rinde culto (Estr. IX 3.423). Los navegantes Feacios habrían llevado a Radamantis hasta Eubea en sus barcos para visitar Ticio, hijo de Gea (Od. VII 324).

Descendencia. Tito tuvo un hio llamado Tasos, epónimo de la ciudad de Tasos en Asia menor (Pínd., Oda Pítica IV 160) y una hija llamada Europa que tuvo con Poseidón a Eufemo, uno de los Argonautas (Hig. Fab. 14; Pind. Od. Pít. IV 45).

Dafne:

Orígen. Dafne, una hermosa doncella que se mezcla con varias tradiciones sobre Apolo. Una Oréade y una antigua sacerdotisa del oráculo de Delfos que había sido nombrada por Gea (Paus. X 5.3). Dafne es la hija de Tiresias, más conocida con el nombre de Manto, prisionera en la guerra de los Epígonos y la entregada a Apolo (Diodoro IV 66). Una Náyade hija del río Ladón en Arcadia por Gea (Paus. VIII 20. 1; Filostr. Vit. Apolonio I. 16), del dios del río Peneo en Tesalia (Ov. Met. I 452; Hig. Fab. 203). Una princesa espartana hija del rey Amíclas (Parten. Erot. 15; Plutarco: Agis 9.3.2).

Leucipo. Era extremadamente hermosa y fue amada y perseguida por Apolo. Leucipo, el hijo de Enómao, rey de Pisa, estaba enamorado de Dafne. Trenza su larga cabellera que se dejaba crecer para ofrendarla al río Alfeo, se viste de doncella y se presenta ante Dafne como hija de Enómao rogandole que le permita cazar con ella. Entre Leucipo y la joven comienza a fraguarse una gran amistad, que no tardara en despertar los celos de Apolo. El dios, vengalivo, inspira en las jóvenes el deseo repentino de bañarse en el río Ladón y, obligando al receloso Leucipo a desnudarse, descubren que es un hombre y le dan muerte con sus dardos y puñales (Paus. VIII 20. 2; Paternio 15).

Las flechas del amor. El primer amor de Febo no fue debido al azar sino causado por la ira salvaje de Cupido (Ovid Met. I. 452). Apolo, crecido por la muerte de Pitón, se burló de Cupido cuando lo vio tendiendo su arco, y le dijo que abandonara esas armas y se contentara con mover las antorchas del amor. Cupido, para vengarse, tomó de su aljaba dos flechas, una de oro, que provoca el amor, y otra de plomo, que lo ahuyenta; con aquélla hirió a Febo y con ésta a Dafne, para que el dios amara sin posibilidad de ser correspondido. La ninfa consagró su virginidad a  Diana y despreciaba a cuantos la pretendían desoyendo los consejos de su padre.

Arde de amor Febo. Él, cuyos oráculos revelan la verdad a los demás, se engaña esperando que la ninfa le corresponda. Admira sus cabellos, sus ojos, sus labios, sus brazos, sus manos y sus dedos, pero admira todavía más aquello que se le esconde. Como una cordera del lobo, la cierva del león o las palomas del águila, huye Dafne de su abrazo más rápida que el viento, y Febo la sigue suplicándole. No es su enemigo, le dice, sino su enamorado, quien temiendo que se hiera en su carrera, va más despacio. Ella debe considerar que no es amada por indígena del monte ni por un vulgar pastor, sino por el dios venerado en Delfos, Claros, Ténedos y Patarea, hijo de Júpiter, revelador de lo que fue, lo que es y lo que será; inventor de la música y de la medicina. Pero fue herido por una flecha más certera que las suyas, y ama, y las artes con que a todos beneficia no lo ayudan a él mismo.

Metamorfosis. No puede escucharlo la ninfa, que huye todavía más deprisa, y el viento, al vibrar su ropa, al descubrirle parte de su cuerpo y mover su cabello, la hace aún más hermosa. El joven dios como un galgo persiguiendo a la liebre, corre más veloz, y la ninfa, fatigada, al sentir que le va a dar alcance, ruega a su padre, cuyas ondas corría, que cambie su figura, que por hermosa le acarreó el sufrimiento. Su cuerpo se entorpece y se le cubre de corteza, los cabellos se hacen frondas y los brazos se vuelven luengas ramas; los pies, se convierten en raíces; el rostro se viste de follaje, y de ella persiste no más que el prístino brillo. Aun así, la ama Febo, y toca el tronco y la siente temblar bajo él, y abraza las ramas, y da besos a la corteza. Huye el árbol de sus besos. Entonces el dios, cautivo siempre del amor, ya que no pudo hacerla su esposa, la hará su árbol. Dafne, mudada al laurel, estará en sus cabellos, en su cítara, en su aljaba, y acompañará en los triunfos a los capitanes romanos, y se erguirá a las puertas del templo de Augusto. Así como la cabeza de Febo es siempre juvenil, será siempre joven el follaje del árbol. Dafne asintió y la copa del laurel se movió como una cabeza que aprueba (Ov. Met. I 452).

Competición de Apolo y Marsias. Relieve del s. IV a. C. Museo Nacional de Atenas.


Marsias:

Atenea había fabricado las flautas con huesos de ciervo y fue la primera en tocarlas en el banque te de los dioses. Juno y Minerva se burlaron de ella porque al utilizarlas le deformaban el rostro. Acudió a una fuente delmonte Ida y al ver sus mejillas hinchadas reflejadas en el agua, arrojó las flautas y las maldijo (Ov. Fastos VI 697).

Marsias, hijo de Olimpo (hijo de Eagro en Hig. Fáb. 165; Olimpo es hijo de heracles y la Tespíade Eubea, Apd. II 7.8), encuentra en un bosque de Frigia las flautas que Atenea había arrojado (Apd. I 4.2; Paus. I 24.1, en la Acrópolis de Atenas se representó a Atenea golpenado a Marsias por haber cogido sus flautas). El sileno, feliz con su hallazgo, recorre las tierras de Frigia unido al cortejo de la diosa Cibeles, despertando con su musica la admiración de todos. Apolo, molesto por la jactancia de Marsias, lo desafía a un duelo musica ante las Musas. El vencedor dispondra del vencido a su antojo. Tmolo, rey de Lidia, quiso dar la victoria al dios pero Midas, rey de Frigia, quiso que ganara Marsias. Apolo castigó a Midas con orejas de asno (Ovidio: Metamorfosis XI, 92; Higino: Fabulas 191).

Como el certamen parece igualado, Apolo invierte la cítara y reta a Marsias a tocar tambien con las flautas invertidas. El sileno resulta vencido. Apolo, lejos de mostrarse indulgente, lo desuella (ordena a un escita que le arranque la piel, miembro a miembro, en Hig. Fab. 165) y cuelga su cuero de un pino (Apd.) o un platano (Plinio H.N. XVI 89.240) escogido por su gran tamaño, junto a las fuentes del río que, desde en tonces, lleva su nombre (río Menderes). El árbol donde Apolo colgó a Marsias se encuentra en la región de Aulocrene (Valle de las Flautas) en el camino que va de Apamea a Frigia (Plinio XVI 240). El río Marsias llevó las flautas al Meandro y, reapareciendo después en el Asopo, fueron a parar a la tierra de Sición, donde un pastor las halló y las entregó a Apolo (Paus. II 7.9). En la ciudad de Celenas (Frigia) está expuesta en forma de odre la piel de Marsias (Heródoto VII , 26.1). El resto del cuerpo fue entregado por Apolo a su discípulo Olimpo para que lo enterrara (Hig. Fáb. 165).

Vaso ático de Marsias y Atenea
 

Marsias en roma. Marsias fue presentado como el inventor del augurio y un defensor de la libertad de expresión (el concepto filosófico παρρησία, "parrhesia") y "decir la verdad al poder". Una estatua de Marsias en Roma se levantó en el Foro Romano, en el comitium, el espacio para la actividad política. Se le representaba como un sileno, llevando una bota de vino sobre el hombro izquierdo y levantando el brazo derecho. La estatua se consideraba un "indicium libertatis", un símbolo de libertad, donde la gente común publicaba versos de invectivas contra el poder.

Marsias era un seguidor de Dionisio, a quien los romanos identificaban con Pater Liber, una de las tres deidades de la tríada del Aventino, junto con Ceres y Libera (Perséfone). Estos dioses se preocupaban especialmente por el bienestar de la plebe. La Liberalia, celebrada el 17 de marzo en honor a Liber, fue un momento para hablar libremente, como declaró el poeta y dramaturgo Cneo Nevio: "En los juegos de Liberalia disfrutamos de la libertad de expresión".

Marsias se consideró un rey contemporáneo de Fauno, según Virgilio, un gobernante italiano nativo anterior a la época de Eneas. Servio, en su comentario sobre la Eneida, dice que Marsias envió enviados a Fauno que mostraron técnicas de augurio a los italianos. La gens plebeya de los Marcii afirmó que descendían de Marsias. Cayo Marcio Rutilo, que ascendió al poder desde la plebe, dedicó la estatua que se encontraba en el foro romano, en el 294 a. C., cuando se convirtió en el primer censor plebeyo y añadió el cognomen Censorino a su apellido. Rutilo también estuvo entre los primeros augures plebeyos, por lo que el mítico maestro de augurio era una figura apta para representarlo.

Denario acuñado en Roma en 82 a.C por Censorino, con la cabeza de Apolo y la imagen de la estatua de Marsias del Foro
 
En el 213 a. C., dos años después de la batalla de Cannas, Roma estaba presa de un miedo escénico que la llevó a una religiosidad excesiva. El Senado, alarmado porque su autoridad estaba siendo socavada por "profetas y sacrificadores" en el foro, inició un programa de represión. Entre la literatura confiscada había una profecía "auténtica" que pedía la institución de juegos a la manera griega para Apolo, que el senado y los funcionarios electos controlarían. La profecía fue atribuida a Cneo Marcio, supuestamente descendiente de Marsias. Los juegos se llevaron a cabo debidamente, pero los romanos no lograron llevar las continuas guerras con los cartagineses a una conclusión victoriosa hasta que prestaron atención a una segunda profecía e importaron la adoración de la Gran Madre frigia, cuya canción se dice que Marsias compuso; la canción tuvo mayor relevancia en el sentido de que los frigios también le atribuyeron la protección de los invasores.  Las relaciones de poder entre Marsias y Apolo reflejaban la continua lucha entre la élite y la gente común, expresada en términos políticos por optimates y populares. El arresto de Nevio por ejercer la libertad de expresión también tuvo lugar durante este período.

Un descendiente de Marcio Rutilo, L. Marcio Censorino, emitió monedas que representaban la estatua de Marsias, en un momento en que el colegio augural era objeto de controversia política durante las guerras civiles sullanas de los años 80 a. C. En la moneda, Marsias lleva un gorro frigio o pilleus, un emblema de la libertad. Este Marcio Censorino fue asesinado por Sila y su cabeza exhibida fuera de Palestrina. Sila intentó reducir el poder otorgado al pueblo, restringiendo en particular los poderes de los tribunos plebeyos, y restaurar el dominio del senado y los privilegios de los patricios.

Marsias también fue reclamado como el epónimo de Marsi, uno de los antiguos pueblos de Italia. La Guerra Social del 91 al 88 a. C., en la que los pueblos italianos lucharon para mejorar su estatus como ciudadanos bajo el dominio romano, a veces se denomina Guerra mársica por el liderazgo de los Marsi. Las colonias romanas Paestum y Alba Fucens, junto con otras ciudades italianas, erigieron sus propias estatuas de Marsias como afirmación de su estatus político.

Durante el Principado, Marsias se convirtió en un símbolo subversivo frente a Augusto, cuya propaganda lo asoció sistemáticamente con el torturador de los silenos, Apolo. La hija de Augusto, Julia, celebró asambleas nocturnas en la estatua y la coronó para desafiar a su padre. El poeta Ovidio, que finalmente fue exiliado por Augusto, cuenta dos veces la historia del desollamiento de Marsias por parte de Apolo, en su épica Metamorfosis y en los Fasti, el poema calendárico que quedó inconcluso a su muerte.

Plinio indica que en el siglo I d. C., la pintura Marsias religatus ("Marsyas atado"), de Zeuxis de Heraclea, podía verse en el Templo de la Concordia en Roma (Plinio, H.N. 35.56). La diosa Concordia, como la griega Harmonia, era una personificación tanto de la armonía musical tal como se entendía en la antigüedad, como del orden social, tal como lo expresa Cicerón con la frase concordia ordinum. La aparente incongruencia de exhibir el sileno torturado en un templo dedicado a la armonía ha sido interpretada en la erudición moderna como una advertencia contra la autoridad crítica.


Apolo Belvedere o Apolo pitio. Cortile Ottagono, Museo Pío-Clementino, Ciudad del Vaticano.

Edad Heroica:

Acaya:

Bolina. Más allá de Argira hay un río llamado Bolineo donde una vez que se encontró la ciudad de Bolina. Apolo, según la leyenda, se enamoró de una doncella, llamada Bolina, que huyó de él y se arrojó al mar. Por el favor de Apolo se convirtió en inmortal (Pausanias, Descripción de Grecia VII 23. 4).

Arcadia:

Evadne y Yamo. Evadne es una hija de Poseidón y Pitane (Hig. 175) que fue criada por Épito de Arcadia. Experimentó la alegría de su primer amor con Apolo. Cuando Épito descubrió su embarazo, acudió a consultar al Oráculo de Delfos. Durante el parto, Apolo envió a Ilítia y las Moiras para ayudar a su amante y aliviar su dolor. Evadne dio a luz en el desierto y dejó al niño expuesto a los elementos. Cinco días después, Épito regresó de Delfos, donde el Oráculo le había dicho que el hijo de Evadne era hijo de Apolo y destinado a ser un profeta famoso. Evadne recuperó a su hijo del parche de violetas donde había sido alimentado por abejas enviadas por Apolo o por el Destino. Evadne nombró al niño Yamo ("niño de las violetas"). Sus descendientes fueron los Yámidas, una familia de sacerdotes de Olimpia (Pausanias VI 2.5; Pínd. Ol. IV).

Erimanto. Hijo de Apolo que fue castigado porque había visto a Afrodita después de su unión con Adonis. Apolo, celoso, lo convirtió en un jabalí que mató a Adonis con sus colmillos (Ptolomeo Hefestión 1, en Focio Myriobiblon  190).

Onco. El hijo de Apolo que reinó en la ciudad de Onceo, en la región de Telpusa, donde se levantaba el santuario de Deméter Erinis (Pausanias VIII 25.4).

Argos:

Apis. Argos, el reino de Pelasgo, es la tierra de Apis. Ha llevado ese nombre desde la antigüedad en honor de un sanador, Apis, hijo de Apolo, que vino de Naupacto y purificó esta tierra de monstruos letales para el hombre, porque Gea, contaminada por los crímenes sangrientos de la antigüedad, hizo brotar, cargada de ira, una ominosa colonia de enjambres de serpientes. Apis libró de esta plaga a la tierra Argiva, y como recompensa que se ganó a partir de entonces el recuerdo en las oraciones.(Esquilo: Las suplicantes 260)

Lino y Psámate. Psamate era hija del rey Crotopo de Argos, se convirtió en el amante del dios Apolo y tuvo un niño llamado Lino (Paus. II 19.8; Lino hijo de Apolo y la musa Urania en Hig. Fáb. 161 y en Hes. Frag. 305; de Apolo y la musa Calíope en Apd. I 3.2 hijos de las Musas; de Apolo y Toosa, Certamen de Homero y Hesíodo 46). El niño que fue despedazado por perros pastores y ella misma fue condenada a muerte por su padre. Apolo castigó a la ciudad de Argos con un monstruo llamado Poena que devoraba a los niños de la ciudad. Aunque el héroe Corebo asesinó al ser terrible  Apolo continuó castigando Argos con una plaga (Paus. I 43. 7). Corebo acudió a Delfos donde la Pitia le dijo que tomara un trípode y se asentara donde cayese. El trípode se le escapó de las manos en las montañas de Gerania, donde fundó una ciudad conocida como Tripodisco, cerca de Megara. Psámate y Lino fueron propiciados con los debidos honores en el mes de los corderos o Arneios, porque Lino se crió entre corderos (Estacio: Tebaida I 540; Calímaco: Aetia Fr. 26-30; Conón 19 en Focio).

Melampo. A orillas del río Alfeo, Apolo encuentra a Melampo, hijo de Amitaón e Idomene, y le enseña a profetizar. Melampo entendía también el lenguaje de los animales, pues unas serpientes a las que había salvado del fuego se lo habían hecho comprensible lamiendole los oídos mientras dormía (Apd. I, 9.1; Homero: Odisea XV, 226).

Amfiarao. Tetrarca melámpida de Argos, hijo de Apolo e Hipermnestra, hija del pilio Testio. Fue un héroe de la guerra de los Siete contra Tebas donde fue tragado por la tierra y transformado en un daimón (espíritu) oracular. Su oráculo en Oropos en Beocia fue uno de los más venerados en la antigua Grecia (Hig. Fáb. 70).

Epidauro. Fue un hijo de Apolo por el que fue nombrada la región de Epidauro. La región después fue gobernada por los jonios hasta que Pitireo, descendiente de Ión, se retiró al Ática y entregó el país a Deifontes y los dorios (Paus. II 26.2). Aquí tuvo Asclepio su santuario más importante.

Pitaeo. En Argos hay un templo de Apolo que se llama Pitaeo por un hijo de Apolo  (Paus. II 35.2).

Asiria:

Sinope y Siro. Sinope, hija del río Asopo y Metope, hija de Ladón, fue raptada por Apolo y llevada al lugar donde actualmente se encuentra la ciudad que por ella recibe el nombre de Sinope en Asia Menor. De Sinope y Apolo nació Siro, que fue rey de aquellos que por él recibieron su nombre los sirios  (Diod. IV 72.1).

Atenas:

Ión. Apolo se unió a Creúsa, hija del rey Erecteo de Atenas, y engendró con ella a Ión, antecesor de los jonios. La joven, tras dar a luz a su hijo, lo dejó abandonado en una cesta. Apolo recogió al recién nacido y lo llevó a Delfos, donde se encarga de su crianza. Creúsa contrajo matrimonio con Juto, hijo de Helen y la ninfa Orseide, y, no consiguiendo tener descendencia, acudieron ambos a consultar el oráculo. Éste les ordena tomar en adopción al primer niño que se encuentren. Creúsa se dio cuenta de que se trata de su propio hijo cuando la pitonisa se lo entregó en la misma cesta en la que había sido expuesto Ión. Juto fundó la Tetrápolis del Ática, formada por las ciudades de Énoe, Maratón, Probalinto y Tricorinto (Estrabón VIII, 7.1). Cuando Juto fue expulsado de Atenas por los hijos de Erecteo, se refugió en el pais de Egíalo (en la costa de Acaya). Ión se casó con Hélice, hija de Selino, autóctono o hijo de Poseidón, rey de los egialeos, a quien sucedió al trono. Construyó la ciudad de Hélice y la convirtió en la capital de su reino. Realizó una expedición contra Eleusis con la ayuda de los atenienses y en la batalla murió cerca de Eleusis (Euripides: Ión; Apd. I, 3.4 y 7.6; III, 1.2 y 10.3; Pausanias I, 28.4, VII, 2.5 y X, 17.3; Pind. Pít. III 77; Ant. Lib., Met. XXX). Ión fue padre de Élope, fundador de Elopia, en Eubea, y posiblemente de Eclo y Coto, que luego habría unido a sus dominios Histiea, Períade, Cerinto, Edepso y Orobias, donde se estableció el oráculo de Apolo Selinuntio (Estrabón X 1.3).

Orestes. El hijo de Agamenón fue perseguido y atormentado por las Erinias por el asesinato de su madre. Huyó primero a Delfos donde el mismísimo Apolo entregó un arco a Orestes para defenderse de las Erinias (Estesicoro 217). Orestes pudo escapar de ellas mientras dormían y dirigirse a Atenas bajo la protección de Hermes. Al ver a las Erinias dormidas, el fantasma de Clitemnestra vino a despertarlas para obtener justicia sobre su hijo Orestes por asesinarla. Apolo expusa a las Erinias del templo Delfos: "Vuestro lugar está allá donde se cortan las cabezas, donde se sacan los ojos, donde hay torturas, donde se degüella, donde se siegan los órganos y se destruye el licor seminal de los infantes en flor, donde se amputan las extremidades de los miembros, donde gimen los lapidados y empalados, donde la estaca hundida en el espinazo provoca espantosos chillidos... ¡Esos gritos oís como si fuesen cantos de júbilo y de ellos hacéis vuestras delicias! ¡Oh diosas de quienes los dioses tienen terror! La morada que conviene a monstruos como vos es el antro del león bebedor de sangre...¡Fuera de aquí! ¡lo mando! ¡Salid pronto de este templo! ¡Desapareced del Santuario fatídico, no sea que os envíe la sierpe de alas de plata que brota del arco de oro! ¡Entonces, de dolor, echaríais la negra espuma que de los hombres sacasteis, vomitaríais los cuajarones de sangre que lamisteis en los degüellos! ¡No os conviene mancillar el Santuario de los Oráculos! ¡Id y vagad sin pastor por vuestros prados, que ningún Dios se cuida de tal rebaño!" (Esquilo, Euménides).
 
 Clitemnestra intenta despertar a las erinias y Apolo purifica a Orestes. Crátera apulia de figuras rojas, ca. 470 a. C., Museo de Louvre

Orestes suplica a la diosa Atenea su ayuda y ella responde realizando un juicio en Atenas, en el Areópago. Este tribunal está compuesto por un grupo de doce ciudadanos atenienses y supervisado por la propia Atenea. Los dioses jóvenes, Apolo y Atenea, defienden la absolución de Orestes mientras que las ancianas Erinias quieren su castigo. Una vez que finaliza el juicio, los votos están empatados. Atenea emite el voto decisivo y determina que Orestes no será ejecutado. Esto no le sienta bien a las Erinias, pero Atenea finalmente las convence de aceptar la decisión y cambia sus nombres de las Furias a "las Euménides", que significa "las amables" (Esquilo, Las Euménides).

Apolo manda a Orestes ir al Tauro para apoderarse de la estatua de Artemisa, que había caído del cielo, y llevarla a Atenas. Orestes y Pílades son detenidos por los tauros, que quieren sacrificarlos a Artemisa. La sacerdotisa de Artemisa encargada de realizar el sacrificio es la hermana de Orestes, Ifigenia, que, sin saber que se trata de su hermano, ofrece liberarlo a cambio de que lleve una carta hasta Grecia. Orestes e Ifigenia se reconocen y los tres escapan juntos llevando con ellos la imagen de Artemisa. Tras su retorno a Grecia, Orestes mata a Aletes, hijo de Egisto, y toma posesión del reino de su padre (Eurípides, Ifigenia en Táuride).

Caria:

Mileto. Cuando los príncipes Minos, Sarpedón y Radamantis crecieron, se pelearon entre sí; porque amaban a un niño llamado Mileto, hijo de Apolo y de Aria, hija de Cleoco (Apd. III 1.2) o de Deione (Ov. Met. IX 443). Como el muchacho prefería a Sarpedón, Minos fue a la guerra y los demás huyeron. Mileto llegó en Caria y allí fundó una ciudad a la que se  llamó Mileto .

El oráculo de Dídima. Branco es hijo de un héroe de Delfos llamado Esmicro, asentado en Mileto. Su madre tuvo una visión en la que el sol bajaba a su boca y atravesaba su cuerpo para salir por el vientre. La interpretación fue favorable y llamó al niño Branco. Apolo se enamoró de él un día que apacentaba sus rebaños en el monte y le concedió el don de la adivinación. Branco fundó entonces el oráculo de Dídima (Conon 33). Los sacerdotes Bránquidas ejercieron la autoridad suprema sobre el santuario hasta que Jerjes sitió Mileto e incendió el santuario de Dídima en el 494 a. C. (Heród. V I18-19).

Ocírroe de Samos. Ocírroe es una ninfa natural de la isla de Samos, hija de Imbraso y Quesias. Ocírroe viajó de Samos a la cercana ciudad de Mileto para asistir a una fiesta en honor de Ártemis. Apolo se enamoró de ella y Ocírroe, temiendo ser raptada por el dios, pidió a Pompilo, un marino amigo de su padre, que la trasladara al otro lado del estrecho que separa Mileto de la isla de Samos. Apareció Apolo, que raptó finalmente a Ocírroe, petrificó la nave y convirtió a Pompilo en el pez piloto (Ateneo: Deipnosofistas, 283e; Eliano: Sobre la naturaleza de los animales, XV. 23). 

Creta.

Acacálide. Hija de Minos (Apd. III 1. 2, se llama Acalle) por quien Hermes engendró a Cidón, fundador de Cidonia en Creta (mientras que según una tradición de los tegeatanos, Cidón era un hijo de Tegeates e inmigró a Creta desde Tegea, Paus. VIII 53. 2) mientras que con Apolo tuvo cinco hijos y una hija.

Anfítemis. Acacálide había provocado la ira de Minos cuando estaba esperando un hijo de Apolo, Anfítemis, y  su padre, por este hecho, la desterró lejos de Creta. Anfítemis, también llamado Garamante, nació en Libia, donde Minos había desterrado a su hija embarazada. Anfítemis se unió a la ninfa del lago libio Tritonis, quien le dio dos hijos, Nasamón y Cafauro, también llamado Cefalión. Éste fue un pastor que mató a los argonautas Eríbotes, hijo de Teleonte, y a Canto, el timonel, porque intentaron robar sus rebaños (Ap. Rd., Arg. IV 1490; Hig. Fab. 14).

Mileto. Por miedo al rey Minos, Acacálide abandonó a su hijo Mileto en un bosque, donde los lobos cuidaron y amamantaron al niño, hasta que fue encontrado por los pastores que lo criaron (Ant. Lib. 30; Ovid., Met. IX 441; Part., Erot. 11; Conón, Narr. 2). El niño creció, se convirtió en un joven bello y Minos intentó forzarle. Mileto, por consejo de Sarpedón, huyó a Caria. Allí fundó la ciudad de Mileto y se casó con Idotea, hija de Éurito, rey de los Carios (Ant. Lib. 30; en Ovid. Met. IX 451, la esposa de Mileto es Cianea, hija del río Meandro de Lidia; en Part. 11 es Tragasia, hija de Celeno) y tuvieron a los gemelos Biblis y Cauno. Biblis se enamoró de su hermano Cauno. Incapaz de mantener su amor en secreto por más tiempo, le envió una larga carta de amor a través de un sirviente poniendo ejemplos de otras relaciones incestuosas entre los dioses. Disgustado, Cauno huyó. Biblis lo siguió a través de gran parte de Grecia y Asia Menor. Como había estado llorando constantemente, los dioses la transformaron en un manantial (en Ovid. Met.), intentó arrojarse desde lo alto de una roca pero las ninfas la sumieron en un profundo sueño y la transformaron en nínfa Hamadríade (Ant. Lib.) o se suicida colgándose de un árbol (Partenio y Conón).

Filacis y Filandro. En las montañas de Creta existe una ciudad llamada Eliros. Los ciudadanos enviaron a Delfos una cabra de bronce amamantando a la pequeña Filacis y a Filandro. Los elirios dicen que estos eran hijos de Apolo, quien se apareó con Acacálide en la casa de Carmanor en la ciudad de Tarra (Paus. X 16.5). 

Naxos.  Hijos de Apolo y Acacálide puede ser Naxos, rey epónimo de la isla de Naxos (en Escolio Apd. Rd. IV 1490; en Diod. V 51.3 es hijo de Polemón).

Oaxes. Es fundador de la ciudad de Axos en Creta (Estefano de Bizancio, Étnica O482.1; aunque también pudo ser hijo de la nínfa Anquíale y Apolo, Mauro Servio Honorato, Commentario a las Bucólicas de Virgilio I 65). Acacálide era en Creta un nombre común para un narciso (Aten. XV P. 681).

Crisótemis. Hija de Carmanor, sacerdote de Carra que purificó a Apolo por la muerte de Pitón. Crisótemis fue la primera ganadora del festival de canto en los primeros juegos Píticos (Paus. X 7.2).
Apolo y Crisótemis tuvieron una hija llamada Partenos (vírgen). Como murió joven, Apolo la puso entre las estrellas como la Constelación de Virgo (Hig.: Astr. Poét. II 25).

Las Enótropos. Estáfilo ('racimo'), hijo de Dioniso y Ariadna, y Crisótemis tuvieron tres hijas que se llamaban Molpadia, Reo y Párteno (Diod. V. 22). Apolo se unió a Reo ('granada') y la dejó encinta. Cuando Estáfilo supo que su hija estaba encinta, no creyendo que fuera de Apolo, la encerró en un cofre y la lanzó al mar. La caja llegó hasta Delos donde Reo tuvo un hijo al que llamó Anio. Apolo instruyó a su hijo en el arte de la adivinación. Anio se casó con Doripe y tuvo tres hijas, las Enótrofos: Eno («la del vino»), Espermo («la del grano») y Elaide («la del aceite»). Dioniso concedió a sus tres tataranietas el don el don de hacer brotar vino, trigo y aceite respectivamente (Apd., Epítome III 10). Anio ofreció a los griegos expedicionarios el servicio de sus hijas para alimentar al ejército durate la guerra de Troya pero Agamenón intentó raptarlas y amenazó con la guerra. Dioniso convirtió a las jóvenes en palomas (Ov. Met. XIII 650; Dictis I 23).

Las hermanas de Reo. Molpadia y Párteno, se durmieron mientras guardaban el vino de su padre, una bebida recientemente descubierta entre los hombres; y mientras dormían entraron algunas cerdas
que criaban y rompieron la jarra que contenía el vino, y el vino se perdió. Las muchachas, al darse cuenta de lo sucedido, temiendo la severidad de su padre, huyeron hacia la costa y se precipitaron desde lo alto de unos peñascos. Apolo, por el afecto que sentía por la hermana, rescató a las muchachas y las estableció en las ciudades del Quersoneso (Diod. V 62.1).
    
Esciros:

Licomedes. Anceo, el rey de Samos, hijo de Poseidón y Astipalea (hija de Fénix y Perimede) se casó con Samia, la hija del río Meandro, y tuvo por hijos a Perilao, Enudo, Samo, Aliterses y a su hija Parténope quien tuvo a Licomedes de Apolo (Paus., VII 4.1). Licomedes se convirtió en rey de los Dólopes de Esciros, isla en la que se refugió teseo cuando abandonó el trono de Atenas (Plut.: Teseo, 35. 3; Paus., I 17. 6; Tzetzes: Sobre Licofron, 1324). A petición de Tetis, Licomedes ocultó a Aquiles disfrazado de mujer entre sus propias hijas. En la corte, Aquiles tuvo un romance con Deidamía, que resultó en el nacimiento de Neoptólemo (Pirro). Cuando Odiseo descubrió a Aquiles y lo llevó a Troya, Neoptólemo se quedó con su abuelo hasta que él también fue alistado durante las últimas etapas de la guerra (Apd. III 13.8).

Esparta:

Carneas.

El Carneo Ecetas, recibía honores en Esparta antes del retorno de los Heráclidas. Tiene su sede en la casa de Crío, hijo de Teocles, un adivino. Con la hija de Crío, que llenaba un vaso de agua, se encontraron unos espías de los dorios, trabaron conversación con ella, fueron a ver a Crío y supieron por él de la toma de Esparta.

Los dorios tienen la costumbre de venerar a Apolo Carneo desde Carno, de estirpe acarnania, que era adivino inspirado por Apolo. Cuando el heráclida Hípotes, hijo de Filante, dio muerte a Carno, la cólera de Apolo cayó sobre el campamento de los dorios, e Hípotes fue al exilio a causa del asesinato, y desde entonces los dorios propician al adivino acarnanio. Pero éste no es el Carneo Ecetas de los lacedemonios, sino el honrado en casa del adivino Crío, cuando todavía los aqueos poseían Esparta.

Carneo era hijo de Europa y de Zeus, y fue criado por Apolo y Leto. En el Ida troyano los griegos cortaron unos cornejos que habían crecido en el bosque sagrado de Apolo para la construcción del caballo de madera. Cuando se enteraron de que el dios estaba encolerizado con ellos, lo propiciaron con sacrificios y dieron a Apolo el sobrenombre de Carneo por los cornejos. No lejos de Carneo hay una imagen llamada de Afeteo, donde tuvo lugar el comienzo de la carrera entre los pretendientes de Penélope (Paus. III 13.3, citando a Praxila de Sición).

Cinco jóvenes solteros (los Καρνεᾶται) son elegidos por sorteo de cada tribu durante cuatro años, para supervisar los procedimientos, al sacerdote oficiante llamado ἀγητής ("Agêtês"). Un hombre adornado con guirnaldas es perseguido por una banda de jóvenes llamados σταφυλοδρόμοι ("estafilodromos", corredores con racimos de uvas en sus manos). Si lo atrapaban, la cosecha será abundante para la polis.

En la segunda parte del festival, se instalaban nueve tiendas de campaña, en cada una de las cuales nueve ciudadanos, representando a las fratrías, festejaban juntas en honor del dios. La Carneia era una imitación de la vida en el campamento, y todo se hacía de acuerdo con el mandato de un heraldo (Ateneo IV 141, según Demetrio de Scepsis).

Durante la Carnea, los espartanos tenían prohibido declarar la guerra y se suspendían toda campaña militar. Así, los atenienses se vieron obligados a luchar solos contra los persas en la batalla de Maratón (490 a.C.) durante las Guerras Médicas (Hdt. VI 106).

Jacinto. 

Jacinto, hijo de Ébalo (Luciano, Dialogo de los dioses 16), Piero (Apd. I 3.3) o Amiclas (Paus. III 1.3) era un príncipe espartano muy hermoso y amante del dios Apolo. Jacinto también fue admirado por el viento del oeste Céfiro, el viento del norte Boreas y también por el mortal Tamiris. Jacinto prefirió a Apolo sobre los demás. Apolo enseñó a su amante el uso del arco, la música y la lira, el arte de la profecía y los ejercicios en el gimnasio. Un día, Apolo le estaba enseñando el juego del lanzamiento cuando el disco rebotando en el suelo, golpeó la cabeza de Jacinto, hiriéndolo fatalmente. La cara de Apolo se puso tan pálida como su amante moribundo mientras lo sostenía en sus brazos. Utilizó todas sus habilidades medicinales, e incluso trató de dar ambrosía para curar la herida pero en vano, porque no pudo curar la herida causada por el Destino. Cuando Jacinto murió, Apolo lloró y, culpándose a sí mismo, deseaba convertirse en mortal y unirse a su amante en su muerte. De la sangre de Jacinto que se derramó, Apolo creó una flor, el jacinto, considerada por los griegos como la más bella de todas las flores (Ov. Met. X 162). Jacinto fue finalmente resucitado por Apolo y alcanzó la inmortalidad (Nono, XIX 102). En el trono de Apolo en Esparta estaba representado Jacinto barbudo siendo llevado al cielo junto con su hermana Polibea por Afrodita, Atenea y Artemisa (Paus. III 19.4).

En Esparta se celebraban las Jacintias en su honor. El primer día, la gente lloraba su muerte al comer lo menos posible y abstenerse de cantar canciones, al contrario de todos los demás festivales de Apolo. El segundo día, coros de niños y jóvenes cantaban algunas de sus canciones y bailaban. En cuanto a las jóvenes, algunas eran llevadas en carretas de mimbre decoradas y otras desfilaban en carros tirados por dos caballos a la carrera. Los ciudadanos entretenían a sus amigos e incluso a sus propios sirvientes (Ateneo IV 139). Cada año, las mujeres de Laconia tejían un quitón para Apolo y se lo presentaban, una tradición similar a los peplos ofrecidos a Atenea en Atenas con motivo de los Juegos Panatenaicos (Paus. III 16.2). El tercer día, se realizaban los cantos y danzas del "festín nocturno de Jacinto" (Eur. Helena 1470).


Las Leucípides.

Leucipo, rey de Mesenia, era hijo de Gorgófone y Perieres y hermano de Afareo. Él era el padre humano de dos Leucípides: Febe e Hilaria, siendo en realidad hijas de Apolo, y también de Arsínoe, posible madre de Asclepio (Apd. III 10.1) y de Eriopis (Hesíodo, Catálogo de mujeres 63) con el dios Apolo. En la ciudad de Esparta existió un templo consagrado a Hilaíra y Febe y sus sacerdotisas son jóvenes doncellas también llamadas Leucípides. De su techo cuelga el huevo de Leda envuelto en cintas (Paus. III 16.1).

Etolia:

Ftía. De Apolo y Ftía, hija de Deucalión, nacieron Doro, Laódoco y Polipetes, que gobernaron el país de los Curetes. Etolo, hijo de Endimión y de Ifianasa, cuando accidentalmente dio muerte a Apis, hijo de Foroneo, huyó al país de los Curetes. Allí mató a sus huéspedes Doro, Laódoco y Polipetes y por su nombre llamó Etolia a la región (Apd. I 7.6).

Marpesa. Eveno, hijo de Ares y Demonice (hija de Agénor de Etolia, nieta de Pleurón y bisnieta de Etolo) fue un rey de Etolia y padre de Marpesa, de la que se enamoró el dios Apolo. Cuando Marpesa es raptada por Idas, hijo de Afareo y Arene, su padre el rey Eveno los persigue en su carro hasta llegar al río llamado entonces Licormas. Incapaz de seguir la persecución, degúella a sus propios caballos y desesperado, se suicida arrojandose a las aguas. Entre Idas y Apolo se desencadena entonces una disputa por Marpesa, a la que Zeus pone fin haciendo que la joven elija entre los dos. Ésta, temiendose que al envejecer Apolo pudiera abandonarla, escoge a Idas como esposo (Apd. I, 7.8; Escoliasta de Homero: Il. IX, 557; Higino: Fábulas 242; Pausanias V, 18.2).

Cicno de Etolia. Cicno, hijo de Apolo y Tiria (Ant.) o Hiría (Ov.), hija de Anfínomo, era un famoso cazador de Etolia, guapo pero arrogante e irrespetuoso. Muchos jóvenes se enamoraron de él y buscaron su atención pero su actitud hizo que todos lo abandonaran, excepto Filio. Cicno lo desafió a tres tareas imposibles, con la esperanza de deshacerse de él. Primero debía matar a un león sin usar armas. Filio consumió mucha comida y vino y luego lo vomitó en el lugar donde generalmente aparecía el león; la bestia se comió los restos y se embriagó con el vino, así que Filio lo estranguló con su propia ropa. La segunda tarea consistía en atrapar dos buitres devoradores de hombres de enorme tamaño sin el uso de ningún arma. Mientras Filio pensaba una forma de cumplir con la tarea, vio a un águila tirar accidentalmente a su presa, una liebre muerta, al suelo. Filio se untó con la sangre de la liebre y se quedó quieto en el suelo, fingiendo estar muerto. Cuando los buitres lo atacaron, los atrapó por los pies y los llevó a Cicno. Por último, Filio tuvo que traer un toro al altar de Zeus con sus propias manos desnudas. Al no poder encontrar una manera de realizar esta última tarea, rezó a Heracles por ayuda. Luego vio a dos toros peleando por una novilla y esperó hasta que, en el curso de la pelea, ambos cayeron al suelo y quedaron indefensos, lo que le permitió agarrar a uno de los toros por las patas y arrastrarlo al altar. Heracles prohibió a Filio entregar el toro a Cicno, que se sintió deshonrado y se suicidó arrojándose a un lago llamado Conope. Mientras caía, Apolo lo convirtió en cisne (Ant. Lib. Met. 12). Tiria se convirtió en lágrimas por la muerte de su hijo, que formaron el lago Cicneo (Ov. Met. VII 371).

Fócide:
 

Anfisa. Macareo era un hijo de Eolo y Enárete (Apd. I 7.3)​ que se enamoró de su hermana Cánace y tuvo con ella una hija llamada Anfisa. Cuando su padre descubrió el incesto quiso echar a su nieta a los perros y envió a Cánace una espada con la que ella se suicidó (Hig. Fab. 238, 242; Ov. Her. 11, Cánace a Macareo).​ Macareo se refugió en el santuario de Delfos donde se convirtió en sacerdote.​ Apolo sedujo a su hija Anfisa disfrazado de pastor (Paus. X, 38, 4; Ov. Met. VI 124) teniendo de él un hijo al que llamaron Anfiso. También fue amada por Apolo otra de sus hijas, Eubea, que fue madre con él de Agreo (Hig. 159).

Coricia. Apolo tuvo un hijo llamado Licoras de una ninfa, Coricia, que dio nombre a la ciudad de Licorea de Focis, y la ninfa a la cueva Coricia, en el Parnaso, donde las Bacantes se reunían a celebrar sus  danzas de invierno y por ello los habitantes de Delfos eran conocidos como licoreos (Paus. X 6.3; Hig.: Fab. 159).

Quione. Dedalion, hijo de Hespero, tuvo una hija, Quione (Hig. Fab. 200: se llama Filónoe; en Fab. 161 es Leucónoe), niña muy bendecida con el don de la belleza. A sus catorce años su mano fue buscada por innumerables pretendientes. Febo y Hermes quedaron atrapados por el fuego ardiente del amor. Hermes con su varita que calma el sueño la tocó en los labios y ella sufrió su asalto. Por la noche Apolo disfrazado de anciana obtuvo sus favores. Para el dios de pies alados nació un astuto mocoso, Autólico, un tramposo que mantuvo la habilidad de su padre. Para Febo nació Filamón, famoso por su canción y su lira.

Se atrevió Quione a ponerse por encima de Ártemis, criticando su bello rostro. La diosa, furiosa, dobló su arco y disparó su flecha, y atravesó esa lengua que bien lo merecía. El habla falló, su sangre y su vida se desvanecieron. Apolo, compasivo, cuando su padre Dedalión, roto por la pena, se arrojó desde un acantilado, lo sostuvo sobre alas que se cernían repentinamente, le dio un pico ganchudo, garras curvas y se convirtió en halcón (Ovid Met. XI 291).

Carila. En Delfos vivía una huérfana llamada Carila que, debido a la sequía, acudió a las puertas del rey a pedir un poco de trigo. El rey repartía harina y verduras pero no tenía suficiente para todos los necesitados. Ante la insistencia de la joven, le arrojó una sandalia a la cara. Carila se ahorcó con su cinturón y la sequía se agravó en la tierra. El rey acudió al oráculo que le contestó que tenía que  aplacar el espíritu de Carila, que se había suicidado. Entonces se instituyó un sacrificio de expiación que se celebra cada ocho años. Lo preside el rey, que reparte harina y verduras a todo aquel que se presenta, ciudadanos o extranjeros. Hay una figura que representa a Carila que el rey golpea con su sandalia. Después la Tíade más importante la coge, la lleva a un precipicio y entierra su imagen con una cuerda al cuello (Plut., Cuestiones griegas 12).

Heracles:

Armas de Heracles. Heracles hizo su capa con la piel del león del Citerón (Apd. II 4.10) y su garrote de un olivo silvestre en Nemea, antes de partir en busca del león, o en el monte Helicón, arrancando un olivo entero (Teócr. 25.207). Un garrote de bronce había recibido de Hefesto (A.R. I 1196; Pisandro 16F4). Sus armas y la armadura se las regalaron los dioses como recompensa después de derrotar a los Minias de Ergino de Orcómeno, o después de completar los primeros cinco trabajos: Hermes le dio una espada, Apolo un arco y las flechas, Hefesto una coraza de oro, Atenea una túnica y recibió caballos de Poseidón (D.S. IV14.3).

Combate de Heracles y Apolo. Heracles partió a Delfos para consultar el oráculo. La sacerdotisa Pitia se negó a darle una respuesta, porque estaba mancillado por el asesinato de Ífito de Ecalia. Heracles se enfureció y comenzó a saquear el templo. Robó el trípode de Pitia con la intención de fundar un oráculo propio. Apolo luchó con él y trató de arrebatarle el trípode, pero Zeus evitó la violencia separando a sus dos hijos lanzando un rayo. El oráculo dijo a Heracles que quedaría liberado de su locura si vendía como esclavo y se entregaba el precio de su venta a Éurito, como compensación. Hermes dirigió la subasta y Onfale, reina de Lidia, lo compró por tres talentos (Apd. II 6.2; Paus. X 13.4).

Cicno. En Itone reinaba Cicno, cruel hijo de Ares y Pelopia (Apd. II 7.7) que tenía por costumbre retar a los extranjeros que por allí pasaban a un combate cuerpo a cuerpo y les cortaba la cabeza para utilizar sus calaveras para construir un tempo en honor a Ares (Escolio a Pínd. Ol. II 147) o Apolo (Estes. 207). Cicno se enfrentó a Heracles y a Yolao en la arboleda de Apolo en Págasas con la intención de robarles sus armaduras. Heracles, con ardor querrero alimentado por Apolo, lo mató alcanzándole con su lanza en el cuello. Ares trató de vengar la muerte de su hijo, pero Atenea desvió su lanza en vuelo y Heracles lo venció en combate cuerpo a cuerpo, hiriéndolo en el muslo con su lanza. Céix, rey de Traquis, se hizo cargo del enterramiento de su yerno Cicno, pero Apolo provocó que su tumba y su mausoleo fuesen barridos por el río Anauro por haber saqueado las ofrendas al dios en vida (Hes. Escudo 57).

Megara:

Alcátoo. El héroe Alcátoo, hijo de Pélope, fundó el templo de Apolo Grayo y Ártemis Agrotera en gratitud por su éxito en la caza del león de Citerón. Apolo lo ayúdó a levantar las murallas de la acrópolis. Dejó su cítara en una piedra mientras se estaba construyendo y por esa razón la piedra hacía un sonido como la vibración de una cuerda de lira cuando golpeaba un guijarro contra ella (Paus. I 42.1; Ov. Met. VIII 14).

Orcómeno:

Cipariso. El ciprés, árbol ahora, fue antes niño amado por Apolo. Cipariso, hijo de Télefo el heráclida (Servio, Escolio de Eneida III 64) o de Orcómeno, hermano de Minias, de donde viene la ciudad de Cipariso en Fócida, posteriormente llamada Anticira (Esteban de Bizancio, Étnica). En Ceos, consagrado a las ninfas de Cartea, un ciervo enorme de cuernos brillantes de oro; llevaba sobre sus hombros collares de joyas, visitaba las casas y se dejaba acariciar incluso a los desconocidos.Cipariso lo llevaba a pastos nuevos y a fuentes claras. Le ponía coronas de flores en los cuernos y montaba sobre él y lo frenaba con cintas de púrpura. Un mediodía de estío, calentaban el cielo los brazos de Cáncer, el ciervo, cansado, se recostó a la fresca de los árboles. Cipariso sin querer, lo hirió con un dardo, y cuando vio que se moría, quiso morir él mismo. Febo trató de consolarlo. Cipariso pide a los dioses que lo hagan llorar por siempre. Entonces, comenzó a verdear, y sus cabellos se erizaron rígidos y apuntaron al cielo. Gimió Apolo, y le dijo que, así como él lo lloraría, Cipariso lloraría a otros y asistiría a sus duelos convertido en un ciprés (Ov. Met. X 106).

Trofonio. Hijo de Ergino, rey de Orcómeno, o de Apolo. Él con su hermano Agamedes construyeron el templo en Delfos y el tesoro del rey Hirieo en Beocia (Himno. Hom. A Apol. 296; Paus. IX 37 y 39; Estrabón IX P. 421). Después de su muerte fue adorado como un héroe, y tuvo un famoso oráculo en una cueva cerca de Lebadea en Beocia (Eurip. Ión, 300). El orígen del oráculo estuvo en una embajada de los beocios a Delfos para preguntar cómo acabar con una sequía que duraba dos años. La pitia les ordenó que fuesen a Lebadea junto a Trofonio. Cuando llegaron a Lebadea no pudieron encontrar el oráculo. Saón, de la ciudad de Acrefnio, que era el de más edad de los embajadores, vio un enjambre de abejas y les ordenó que las siguieran. Las abejas entraron volando en la tierra y se introdujo con ellas. Saón aprendió de Trofonio el ritual acostumbrado y todos los otros ritos que celebran en el oráculo. Quien quiera bajar al oráculo debía vivir en una casa dedicada al Buen Damón y a la Buena Tique durante unos días, purificarse en el río Hercina y comer sólo carne procedente de sacrificios. Debía realizar sacrificios a Trofonio y sus hijos, a los dioses Crono, Apolo, el rey Zeus, Hera la auriga, y Deméter, a la que llaman Europa y fue nodriza de Trofonio. De noche, se realiza el sacrificio de un animal negro en un pozo consagrado a Agamedes, hermano de Trofonio, beber de dos ríos llamados Lete ('olvido') y Mnemósine ('memoria') y entonces podían descender a la cueva. 'Decender a la cueva de Trofonio' se convirtió en un proverbio que siginifica sufrir un susto terrible (Aristófanes, Las nubes).

Flegías. Hijo de Ares, ya fuera con Dotis (Apd. III 5.5)  o con Crisa, hija de Halmo el sisífida, que heredó Orcómeno a la muerte de Eteocles sin hijos (Pau. IX 36.1). Flegias fue el rey epónimo de un pueblo violento, los flegieos, famosos por asaltar el santuario de Apolo, donde mataron a Filamón y derrotaron a un ejército argivo que intentaba defender su lugar sagrado. Apolo castigó su sacrilegio matando a casi todos por medio de terremotos, tormentas y plagas (Paus. IX 36.1). Flegias, posiblemente habría intentado quemar el templo de Apolo para vengar la muerte de su hija Corónide. Apolo lo hirió de muerte de un disparo. En el Hades, una roca amenaza con caer sobre él, que grita a través de la penumbra infernal, advirtiendo a los demás que se sometan a las leyes y respeten a los dioses (Serv. Escolio En. VI 618, Escol. a Estacio Teb. I 713). 

Samotracia:

Coribantes. Los Coribantes de Samotracia hijos de Apolo y la musa Talia (Apd. I 18), de Apolo y Retia (Ferecides Frag, Estrabón X 3.21) o de Zeus y la musa Calíope. Eran siete hermanos que presidieron la danza de los Misterios de Samotracia. La Córibas era una danza orgiástica realizada por hombres armados con lanza y escudo que chocaban, acompañada por el ritmo de panderetas y tambores y los gritos de los devotos místicos.

Sicilia

Escila. La monstruosa Escila es hija de Hécate y Febo Apolo (Hes. Eeas fr.13); Hécate y Forcis (Escolio Od. XII 85; Acusilao Fr.42 Fowler); hija del río Crateide (Hig. Fab. 199); de la náyade Cratéis o Crateide como madre de Escila (Od. XII 124; Servio Sobre la Eneida III 420) y como padre Tirreno o Forco (Apd, Ep.7.20) o Tritón (Eustacio en Homero, Odisea XII 85) o Cratéis es otro nombre para Hécate, y ella y Forcis son los padres de Escila (Ap. Rd. IV 828) o parte de la terrible descendencia de Tifón y Equidna (Hig. Fab., Pref. 151). El pescador convertido en dios del mar Glauco se enamora de la bella Escila, pero su cola de pez le repugna y huye a un promontorio donde él no puede seguirla. Glauco acude a Circe para solicitar una poción de amor que ganará el afecto de Escila. La hechicera se enamora de él y, celosa de su rival, prepara un frasco de veneno y lo vierte en la piscina del mar donde Escila se bañaba regularmente. Escila se mete en el agua hasta la mitad de su vientre; mira entonces sus ingles y al buscarse los muslos, las piernas y los pies, Escila encuentra fauces cerbéreas, se levanta sobre ellas de cintura arriba y detiene, sujetos por su propio vientre, las cabezas de los perros. Llora el amante Glauco, y huye la unión con la diosa que usó de manera cruel los poderes de las hierbas. Escila, fija en aquel lugar, por odio a Circe dejó en cuanto pudo sin sus compañeros a Ulises, y hubiera sumergido las naves troyanas de no haberse transformado en la roca que, aun hoy, evitan los navegantes (Ovid, Met. XIII 749).

Sición

Crisorte y Corono. Ortópolis de Egialea tuvo una hija, Crisorte; se cree que ésta dio a luz de Apolo un hijo que se llamó Corono, y de Corono nacieron Córax y otro más joven, Lamedonte (Pausanias II 5.8).

Zeuxipo. El heráclida Festo, rey de Sición, se trasladó en virtud de un oráculo a Creta y fue sucedido por Zeuxipo, hijo de Apolo y de la ninfa Hílide. Al morir Zeuxipo, Agamenón condujo un ejército contra Sición y el rey Hipólito, hijo de Rópalo, hijo de Festo, consintió en ser súbdito de Agamenón y de los micénicos (Pausanias II 6.7).

Tebas:  

Ténero e Ismeno. Melia era la ninfa oceánide de la fuente ismeniana de Tebas que fue amada por Apolo. Su hermano Canto fue encargado por su padre Océano que buscara a su hermana. Al descubrir que Apolo tenía a Melia, y no poder alejarla de él, se atrevió a prender fuego al recinto de Apolo que ahora se llama el santuario de Ismenio. El dios, según los tebanos, le disparó. Apolo tuvo hijos de Melia: Ténero e Ismenio. A Ténero, Apolo le dio el arte de la adivinación, y de Ismenio, el río recibió su nombre (Pausanias IX 10.5 y 26.1).

Ténero, hijo del dios y la Oceanide Melia, construyó el templo en el monte Ptoo y ejerce en el como sacerdote y custodia (Píndaro: Fragmentos 51 a; 51 b; 51 d y 52g, peanes; Estrabón XI, 2.34; Pausanias IX, 23.6 y 26.1; Heródoto VIII, 135; Licofrón: Alejandra, 265). 

Nióbidas y Letoides. La destrucción de los Nióbides cuya madre había ofendido a Leto. Níobe se jactaba de ser más fecunda que Leto, a la que había preferido Zeus, y ésta, presa de la ira, incita a Apolo y a Ártemis a acabar con su descendencia. En el monte Citerón, Apolo, instigado por su madre Leto, da muerte a los hijos varones de Anfión y Niobe, reyes de Tebas, mientras se encontraban en una cacería. (Homero: Iliada XXIV, 602; Apd. III, 5.6; Ovidio: Metamorfosis VI, 146-312; Higino, Fabulas 9; Didoro Sículo IV, 74; Pausanias II, 21.9).

Manto y Mopso. Hija de Tiresias, adivino de Tebas. Manto advierte a la reina Níobe que no enoje a los dioses y le sugiere que suplique el perdón de Leto. Niobe se niega y continúa insultando a Leto, y en consecuencia es castigado por Apolo y Artemisa (Ov. Met. VI). Durante la Guerra de los Siete contra Tebas, un defensor tebano llamado Lampo que intentó violar a la sacerdotisa Manto y fue asesinado por Anfiarao y Apolo durante la guerra (Estacio: Teb. VII 759). Finalizada la Guerra de los Epígonos, Manto fue llevada a Delfos como botín de guerra. Tuvo dos hijos de Alcmeón, Amfíloco y Tisífone. Apolo la convirtió en su sacerdotisa y la envió a Colofón (Caria) para fundar una colonia (Paus. VII 3.1). Allí reinaba el cretense Racio, hijo de Lebes, que permitió que se establecieran. Manto tuvo un hijo llamado Mopso con Apolo o con Racio con quien Manto se casó (Ap. Ep. 6.3). Manto fue a Italia y dio a luz a Ocno (padre de Tiberino, dios del río Tíber) y Ocno fundó Mantua por su madre (quizá era otra Manto, hija de Heracles, Servio Sobre la Eneida X, 199). Ella es una de las adivinas a las que Dante ve en el cuarto pozo del octavo círculo del Infierno.

Mopso compitió con Calcas para saber quien era el mejor adivino. Calcas preguntó cuántos higos tenía un árbol; diez mil uno, respondió Mopso. Los higos fueron reunidos, y su respuesta fue correcta. Mopso le preguntó cuántos lechones tendría una cerda preñada y cuándo. Calcas confesó su incapacidad para responder, por lo que Mopso afirmó que al día siguiente daría a luz a diez crías, de las cuales solo una sería macho. Al día siguiente se demostró acertada su predicción y Calcas murió por el dolor que produjo su derrota (Tzetzes: Sobre Licofrón 427). Anfiloco, cuando regresó a Argos, le confió el poder soberano a Mopso durante un año. A su vuelta Mopso se negó a devolverle el reino y en la lucha se mataron mutuamente. Fueron enterrados en tumbas orientadas en direcciones opuestas (Tzetzes: Sobre Licofrón 440).

Alcmeón. Alcmeón se vengó de su madre Erifila por haber causado la muerte de su padre Anfiarao diez años antes y la mató solo o con ayuda de su hermano Anfíloco, después de obtener el permiso de Apolo en Delfos. Por esto, las Erinias de su madre lo persiguieron y lo hicieron enloquecer (Asclep. 12 F29; D.S. IV 65.7, IV 66.2; Apd. III 7.5; Hig. Fáb. 73). Sobrepasado por la locura, Alcmeón huyó a casa de su abuelo Ecles (entonces no murió a manos de Laomedonte en Troya), en Arcadia, y luego siguió hasta Psófide, donde Fegeo lo purificó de su crímen y le ofreció a su hija Arsínoe como esposa. Como regalos de boda le entregó el collar maldito y el peplo de Harmonía. A pesar de la purificación, la tierra que habitaba se volvió baldía debido a su presencia. El oráculo le advirtió que viajara a una tierra en la que el sol no hubiera brillado en el momento en el que él había matado a su madre y se estableció en Acarnania, en la desembocadura del río Aqueloo, que recibió el nombre por su hijo Acarnán (Tuc. II 102; Paus. 8.24.8). 

Etusa y Eléuter. En la región de Tanagra, junto al mar, está el templo llamado Delio. En éste hay imágenes de Ártemis y Leto. Los de Tanagra dicen que su fundador fue Pemandro, hijo de Queresileo, hijo de Yasio, hijo de Eléuter, y que éste era hijo de Apolo y Etusa, hija de Poseidón. Pemandro tomó por mujer a Tanagra, hija de Eolo o de Asopo (Pausanias  IX 20.1). En Delio tuvo lugar la batalla entre Atenas y Beocia durante la guerrra Arquidámica, donde Alcibíades salvó a Sócrates (424 a.C.). La derrota ateniense llevó a la paz de Nicias.

Tero y Querón. El nombre de Queronea viene de Querón, hio de Apolo y Tero, hija de Filante (Paus. IX 40.5). Filante se casó con una hija del famoso Yolao, Lipéfile, cuya figura es semejante a las Olímpicas, y le dio a luz a Hipotas, su hijo, en palacio, y a la hermosa Tero, semejante a la luz de la luna. Tero, cayendo en brazos de Apolo, engendró al fuerte Querón, domador de caballos (Hes.: Eeas Fr. 252 Merkelbach-West).

Tesalia:

Estilbe. Hija del río Peneo y Creúsa, fue amada por el dios Apolo y le dio a luz a Lápites, el primer rey de la tribu de los Lápitas y a Centauro, que se apareó con yeguas para producir la tribu de Centauros (Diod. IV 69.1). Cicreo, hijo de Poseidón y Salamina, y la ninfa Estilbe son padres de Cariclo, sea la esposa de Escirón y madre de Endéis, la mujer de Éaco (Plut. Teseo 10) o la mujer de Éveres, hijo del esparto Udeo, madre del adivino Tiresias (Apd. III 6.7).

Cariclo y Ocírroe. Una cuarta Cariclo es hija de Apolo, Océano o Perses y se habría casado con el centauro Quirón (Pínd. Pít. IV 102). Cuando Tetis abandonó a Peleo, éste entregó a Aquiles a Quirón y a Cariclo para que lo educara junto con Filira, madre del centauro. Cariclo y Quirón concibieron a Ocírroe 'corriente veloz'). Su madre le puso dicho nombre porque la trajo al mundo a orillas de un arroyo de corriente rápida. Tenía de nacimiento el don de la profecía como Cariclo​ pero se servía de él de manera frívola y revelaba secretos de las divinidades a su padre y a Asclepio, pese a estar prohibido expresamente. Como castigo, fue transformada en yegua, y su nombre sería Hipe (Ovidio: Metamorfosis, II, 636; Erat. 18; Hig.: Astr. Poét. 18). 

Cirene y Aristeo:

La extraordinariamente hermosa Cirene fue criada cerca del monte Pelión en Tesalia. Su padre fue Hipseo, el primer rey de los Lápitas, hijo del río Peneo y de la náyade Creúsa (Pínd. Pít. IX 31). Una de sus hermanas, Astiaguia, se convirtió en abuela de Ixión. Su otra hermana, Temisto, se casó con Atamante. Otros dicen que era hija del dios del río Peneo, padre de Hipseo (Hig. Fab. 161; Vir. Georg. IV 320). Cirene era una cazadora feroz, una Artemisa que perseguía a los venados, la chica mata-leones" (Nono, Dionísiaca XIII 300).

A ella no le gustaba la rueca ni el telar, ni las delicias de las fiestas con sus compañeras en la casa sino la jabalina con punta de bronce y la espada la llamaron a combatir y matar a las bestias salvajes del campo (Pindaro, Pítica IX 6). Cuando un león atacó a las ovejas de su padre, Cirene luchó con él y lo mató. Apolo, que admiraba su valentía y habilidades, se enamoró de ella y se aparearon metamorfoseados en lobos (Escolio Virg. En. IV 377). Después de consultar y obtener la aprobación de Quirón, se la llevó al norte de África en su carro dorado (Nono, Dionisíaca XIII 300). Afrodita estuvo presente para darles la bienvenida a los dos.

Cuando Eurípilo, hijo de Poseidón, todavía gobernaba Libia, existía un monstruoso león, que causaba un gran terror en los ciudadanos. Apolo envió a Cirene a matar a la bestia. Después de que ella tuvo éxito, se convirtió en la gobernante de la ciudad de Cirene (Escolio de Apolonio Rodio, Argonáutica IV 1561 Según el poeta Acéstor). Juntos, ella y Apolo tuvieron dos hijos: Aristeo, el semidiós que inventó la apicultura, e Idmón, el vidente argonauta. Casada con Abas, hijo de Melampo, Cirene tuvo a Lisímaca, madre del rey Adrasto de Argos (Apd. I 9.13,  III 6.3; Hig. Fab. 14). Otro hijo, con Abas o con Apolo, es Cérano, el padre del adivino Poliído (Apd.III 3.1; Pau. I 43.5).

En la llanura Atamancia (Ftía), en los bordes del escarpado Otris y a orillas de la corriente del Apidano, Aristeo crece apacentando el ganado de las Ninfas (Ap. Rd. II, 514). Aristeo, a quien los hemonios llaman Agreo y Nomio, aprende de las Ninfas el cultivo del olivo, la elaboración de queso y el arte de la apicultura (Diod. IV, 81 .1-2; Pínd.: Oda Pít. IX, 55; Nono V, 229 y V, 514). Apolo se llevó al niño Aristeo para que sea educado por el centauro Quirón. Las Musas concertaron su matrimonio con Autónoe, hija de Cadmo y Harmonía, y le enseñaron el arte de la curación y la adivinación. Aristeo y Autónoe son los padres de Macris, nodriza de Dioniso, y del desafortunado Acteón (Diod. IV. 81.3; Ap. Rd.. IV, 1131; Nono V, 214; Ap. Rd. II, 512; Apd. III, 4.4).

En el Valle de Tempe, se encuentra Aristeo con la Dríade Eurídice, esposa de Orfeo. Ésta, asustada, intenta escapar del acoso de Aristeo. En su huida, la mordedura de una serpiente le provoca la muerte. Aristeo, que ignoraba el trágico final de la Dríade, observó que las abejas que criaba comienzaron a morir y, abrumado por ello, acudió a la morada de su madre en busca de consejo. Cirene, que habitaba en el palacio de las Ninfas bajo las aguas del Peneo, le instó a ir en busca del viejo Proteo, pues solo él, con sus dotes adivinatorias, puede revelarle la causa de la enfermedad de sus abejas. Aristeo sorprendió al viejo adivino en el momento en que dormía al resguardo de la canícula y, a pesar de sus múltiples transformaciones, consiguió su oráculo. Aristeo descubrió que la causa de su desgracia es la muerte de Eurídice. Cirene le aconseja levantar en el valle cuatro altares a las Dríades, compañeras de Eurídice, e inmolar en su honor cuatro toros y cuatro novillas; dejar después los cuerpos de las reses expuestos a la intemperie y volver al lugar del sacrificio al noveno amanecer portando adormideras y una oveja negra para aplacar a Orfeo con su sangre. Al noveno día, Aristeo encontró entre los restos descompuestos de las reses un enjambre de abejas. Aristeo enseñará a los hombres esta forma de obtener enjambres (Virg.: Geórg. IV; Ov.: Met. X, 8; Hig.: Fáb.164; Diod. IV, 81.2).

Acteón, hijo de Aristeo y Autónoe, mientras cazaba en el Monte Citerón, sorprendió desnudas durante el baño en una fuente a Ártemis y a sus Ninfas. Ofendida por esta intromisión, Ártemis le transformó en un ciervo y Acteón murió despedazado por sus propios perros. Los lebreles, desconcertados, recorren después los montes en busca de su amo. El centauro Quirón, que lo había criado e instruido en la caza, es capaz de calmarlos modelando una estatua del desafortunado Acteón. Junto a la Fuente de Ártemis, en el antiguo camino de Megara a Platea por el Citerón, se encuentra el Lecho de Acteón, un otero rocoso de cumbre achatada donde Acteón solía descansar durante sus cacerías, oteando desde allí todo el valle. (Ov.: Met. III, 155; Apd. III, 4.4; Hig. Fab. 180, 181 y 247; Diod. IV, 81, 3.4 y 82.4; Fulgencio: Mitos III, 3; Nono V, 287; según Estesicoro de Hímera: Frag. 68, en Paus.  IX 2,3, Ártemis lo envuelve en una piel de ciervo y Acteón muere como castigo de Zeus por haber pretendido casarse con su tía Sémele; en Eur. Bac. 339 el castigo es por jactarse de ser mejor cazador que la diosa).

Autónoe, al recibir la noticia de la horrenda muerte de su hijo, abandona su casa y se refugia en la aldea de Erinea de Megara (Paus. I, 44.5). Aristeo tras la trágica muerte de su hijo, acudió al oráculo de Apolo en busca de consejo; allí recibió del dios el mandato de dirigirse a la isla de Ceos y resarcir con sacrificios al difunto Icario, descubridor del vino, cuyos asesinos se habían refugiado en la isla atrayendo hacia ella la maldición de la sequía. Aristeo desembarca en la isla Ceos, así llamada por un hijo de Apolo y Melia (Calímaco, Aitía III 75), con un grupo de arcadios y erige el templo a Zeus, ofreciendo también sacrificios a la estrella de Sirio que asolaba con el calor de la canícula todo el archipiélago de las Cicladas. Los Vientos Etesios, por voluntad de Zeus, refrescan desde entonces la tierra durante cuarenta días. Los sacerdotes de Ceos continuaron ofreciendo sacrificios a la estrella Sirio en su orto heliaco. Aristeo no pudo salvar a su hijo, despedazado por los perros pero si salvó a muchos gracias al perro, la estrella Sirio (Ap. Rd. II, 516-526; Diod. IV, 82.1-3; Hig. Fab. 130; Astronomía poética II, 4; Escoliasta de Hesíodo: Los trabajos y los días, 611; Escoliasta de Homero: Odisea V, 328; Nono V, 268).

Por deseo de su madre, Aristeo se embarcó y llegó a la isla Cerdeña, que cubrió de plantaciones. Aquí tuvo dos hijos llamdos Carmo y Calicarpo. En Sicilia enseñó a los habitantes el  cultivo del olivo. Se instaló en Tracia junto a su sobrino Dioniso y en compañía del dios, participó de sus misterios. Desapareció en el monte Hemo sin dejar rastro. Por los muchos bienes que durante su vida dispensó a los hombres, Aristeo es adorado entre los griegos y bárbaros como un dios (Diod. IV, 82.5-6; Ap. Rd. IV, 1131; Paus. VIII, 2.4 y X, 7.3-4).
Asclepio. Gliptoteca Ny Carlsberg de Copenhague

Coronis y Asclepio:

En las orillas de la laguna Beobea, a orillas del lago cercano a la ciudad de Laqueria, Apolo seduce a Corónide, hija de Flegías, rey de los lápitas, y engendra con ella a Asclepio, dios de la medicina. La joven Corónide, tras haberse unido a Apolo, llega a Epidauro acompañando a su padre, el rey Flegías, en su viaje por el Peloponeso. Llegado el momento del parto, Corónide da a luz en secreto y abandona a su hijo. En el Monte Mirtio, Asclepio sobrevive amamantado por una cabra. Algún tiempo después, un pastor llamado Arestanas encuentra a la criatura entre el rebaño y observa que irradia un resplandor divino. A partir de entonces, por tierra y por mar se corre la noticia de que el niño cura a los enfermos e, incluso, resucita a los muertos (Pausanias II, 26.4-5).

Apolo tras unirse o Corónide, parte para Delfos dejándole a la joven un cuervo blanco. Cuando ésta se enamoró de Isquis, hijo del arcadio Élato, el cuervo informa a Apolo de lo sucedido y el dios o bien su hermana Ártemis mata con sus flechas a Corónide. La criatura que ésta había engendrado con Apolo es extraída con vida de su vientre por Hermes y llevada al centauro Quirón. El cuervo recibe la maldición de Apolo y su plumaje blanco se vuelve para siempre negro (Ap. Rd., IV, 616; Diod. IV, 71; Himno Homérico XVI; Higino: Fáb. 161 y 201; Estrabón XIV, 1.40; Pausanias II, 26.6; Apd. III, 10.3; Pínd.: Odas Píticas III, 5).

Según la tradición local, Asclepio habría nacido de Apolo y Arsínoe, hija del rey Leucipo, en Mesenia. Los mesenios tenían a Asclepio por la principal de sus divinidades y celebraban juegos en su honor (Pausanias IV, 31.6 y 10; el tercer Esculapio es hijo de Arispo y Arsínoe, que descubrió cómo purgar el vientre y realizar extracciones de dientes, Cic. Sobre la naturaleza de los dioses III 22).

El centauro Quirón, quien se ocupa de su crianza de Asclepio en el Monte Pelión, le instruye en las artes de la medicina y de la caza. Apolo y Atenea contribuyen también a su formación y esta última le entrega dos redomas llenas de la sangre de Gorgona con las que podía matar o resucitar.

En Trezén Asclepio resucita a Hipólito, a quien su padre Teseo, incitado por Fedra, había deseado injustamente la muerte. Enterado Zeus de esta acción, que había llegado a provocar las protestas de Hades, fulmina a Asclepio con uno de sus rayos (el segundo Esculapio, según Cic. Sobre la naturaleza de los dioses III 22). Apolo, deseando vengar la muerte de su hijo, mata a los cíclopes que habían fabricado el rayo, por lo que el castigo de Zeus recae mas tarde sobre el. Otros resurrecciones atribuídas a Asclepio son las de Capaneo, Licurgo, Tindáreo, Himeneo y Glauco, el hijo de Minos. Tras su trágica muerte, Asclepio fue catasterizado en la constelación del Serpentario u Ofiuco (Apd. III, 10.3-4; Paus. II, 27.4; Hig.: Fáb. 49; Escoliasta de Euripides: Alcestis 1.16; Diod. IV, 71; Ovidio: Metamorfosis XV, 659; Higino: Astronomía poética II 40).

El más importante de los santuarios dedicados a Asclepio estaba en Epidauro. En él, al igual que en Delos, estaba prohibido nacer y morir. Asclepio tuvo por esposa o Epione ('analgésia') y fue padre de las cinco Asclepíades: Higía ('higiene'), Panacea ('sanación total'), Yaso ('recuperación', Aristofanes, Pluto 701), Áceso ('remedio') y Egle ('radiante', hija de Asclepio y Lampetia en Escolio de Himero a Arist. Pluto 701), y de de los médicos Macaón (que cura las heridas con sus manos i.e. cirujano) y Podalirio (que cura las heridas del alma, Eust. Sobre Homero Il. XI 515), quienes combatieron en Troya al frente de treinta naves (Pausanias II. 26 , 27, 28 y 29.1; Diodoro Sículo IV, 71.4; Homero: Iliada II, 732 y IV, 193; Cornuto : Sobre la naturaleza de los dioses 71.3). Representados en un santuario en Sición están otros dos hijos de Asclepio: Arato, hijo de Asclepio y Aristodama (Paus. II 10.3) y Evamerión ('próspero') a quien los de Pérgamo llaman Telésforo, de acuerdo con un oráculo, y los de Epidauro, Ácesis (Paus. II 11.7, parece el masculino de Áceso).

Ecalia. Meláneo fue un notable arquero, hijo de Apolo y la ninfa Prónoe. Apolo se llevó a Estratónice princesa Calidonia como hija del rey Portaón y Laótoe, sin pagar dote de novia (Hes. Eeas 26.2). Meláneo se casó con Ecalia y puso este nombre al reino que fue entregado por Perieres de Mesenia (Paus. IV 2.2). Por Estratónice o por Ecalia, Meláneo se convirtió en el padre de Éurito, el famoso arquero, y de Ambracia, epónimo de la ciudad de Epiro.

El arco utilizado por Odiseo para masacrar a los pretendientes de Penélope había pertenecido por primera vez al rey Éurito de Ecalia, quien dejó el arco a su hijo Ífito, quien, antes de ser arrojado por Heracles desde las paredes de Tirinto, le dio el arco a Odiseo. Con su ayuda, Odiseo puso fin al suplicio de Penélope por los pretendientes, bañando su palacio con su sangre. 

Feras. Admeto, hijo de Feres, hijo de Creteo y Tiro, era famoso por su hospitalidad y justicia. Cuando Apolo fue sentenciado a un año de servidumbre a un mortal como castigo por matar a Delfine o tras haber dado muerte a tres de los Cíclopes, sirvió durante un año como pastor al rey Admeto. Apolo, en venganza por la muerte de Asclepio, había dado muerte a los Cíclopes que habían fabricado para Zeus el rayo mortal. El Cronida quería enviar a Apolo al Tártaro, pero Leto intercedió por su hijo, consiguiendo que el castigo le fuese conmutado por prestar a un mortal sus servicios durante un año. Apolo en recompensa por el trato de Admeto hizo que todas las vacas parieran gemelos mientras él servía como su pastor.

Apolo ayudó a Admeto a ganar la mano de Alcestis, la hija de Pelías, rey de Yolco. Alcestis tenía tantos pretendientes que Pelias estableció una tarea imposible: para ganar la mano de Alcestis, deben unir un jabalí y un león a un carro. Apolo enjaezó el yugo con los animales (Apd. I 9.15; Hig. Fab. 50) y así Admeto condujo el carro hacia Pelías, y así se casó con Alcestis. Admeto, sin embargo, descuidó sacrificar a Artemisa, la hermana de Apolo. La diosa ofendida llenó la cámara nupcial con serpientes y, de nuevo, Apolo acudió en ayuda de Admeto. Apolo le aconsejó que sacrificara a Artemisa, y la diosa retiró las serpientes.

Apolo emborrachó a las Moiras, y las convenció con aplazar el destino de Admeto si podía encontrar a alguien que muriera en su lugar. Cuando llegó su hora, Alcestis murió por Admeto. Heracles, que descansó en Feras en su trabajo en busca de las yeguas antropófagas de Diomedes, luchó con Tánato hasta que el dios acordó liberar a Alcestis, y la condujo de vuelta al mundo superior (Apd. III 10.3-4; Diod. IV, 71 .1-3; Pínd.: Odas Píticas III, 54 y 69; Argonauticas Órficas 175-179; Euripides: Alcestis 1 y 55; Calímaco: Himno 11, 47).

Orfeo.

Orfeo, rey de los Cícones, hijo de Apolo o de Eagro (Apd. I 2.3) y la musa Calíope. Eagro, rey de los Edones de Tracia, es hijo de Ares (Nono 31. 428); descendiente de Atlas de quinta generación, hijo de Piero, hijo de Lino, que es hijo de Apolo y Etusa, hija de Poseidón y la pléyade Alcíone (Certamen 49, antepasados de Homero y Hesíodo); hijo de Carope quien advirtió a Dioniso de la traición de Licurgo y por eso, después de derrotar a los tracios, Dioniso lo convirtió en rey de Tracia, y lo instruyó en los ritos de iniciación secretos (Diod. III 65.4).

Orfeo recibió su lira como regalo de Apolo y fue instruido por las Musas en el canto y en la poesía. Su música encantaba a las fieras y hacía danzar a los arboles y a las rocas. En su juventud  realizó un viaje a Egipto para aprender los misterios y ceremonias de los dioses. En Esparta introdujo el culto a Deméter Ctonia (Pausanias III , 1.5) y en Egina a los misterios de Hécate (Pausanias II, 3).

A su regreso de Egipto embarca junto a Jasón en la nave Argo uniéndose a la expedición de los Argonautas. Con su canto y su lira adormece al dragón guardián del Vellocino y anula los cantos de las Sirenas a su paso por la isla de Antemóesa (Argonáuticas Órficas, 112; Diod. IV, 25.4; Apd. I, 9.16 y 25; Ap. Rd. IV, 891; Higino: Fab. 14 y 164; Ateneo XIII, 7). En Samotracia, los Argonautas se detienen a petición de Orfeo para ser iniciados en los misterios de los Dáctilos (Diod. V, 64 .4; Ap. Rd. I, 9 15; Argonáuticas Órficas 466; Himnos órficos 38).

A su regreso de la Cólquide, se casa con la dríade Eurídice. En el valle del Tempe, a orillas del río Peneo, Eurídice es sorprendida por el cazador Aristeo. Eurídice, asustada, comienza a correr por el valle y la mordedura de una serpiente le inyecta un veneno mortal (Virg.: Bucólicas IV, 31 7; Ovidio: Metamorfosis X, 8; Euripides: Alcestis 357; Higino: Fábulas 164; Apd. I, 3.2).

Orfeo, golpeado por la pena, acude a invocar el alma de Eurídice. Se dirige a Aorno en Tesprocia donde hay un oráculo de los muertos. Desciende al Inframundo por la entrada del Ténaro. Con su canto y su música, conmueve a Cerbero y al viejo Caronte, hace llorar a las almas errantes y consigue ablandar el corazón de Perséfone. Hades permite regresar a su amada al mundo de los vivos a condición de que Orfeo no vuelva la vista atrás hasta hallarse libre del mundo de las tinieblas. A punto de cruzar el umbral, se gira hacia Eurídice haciendo que desaparezca para siempre en las sombras (Paus. IX, 30; Ovidio: Metamorfosis X, 13; Argonauticas órficas, 42). Pasa siete días ayunando y llorando la pérdida de su esposa a orillas del Aqueronte, pero no le dejan volver a cruzar y se retira a los montes Rodope y Hemo, en Tracia  (Ovidio: Metamorfosis X, 71, cordilleras de Rodope y Hemo son las metamorfosis en montañas de la reina Rodape, hija del río Estrimón, y el rey Hemo, hijo de Boreas y Oritía, progenitores río Hebro).

Tres años pasó en los montes y rehuía el amor de toda mujer. Orfeo se sentaba entre fieras y aves y cuando tocaba su lira, los árboles se acercaban a escuchar, incluido el triste ciprés y el pino consagrado a Cibeles. Orfeo murió destrozado por las Ménades inducidas por Dioniso o por Afrodita. Dioniso, que estaba enojado contra Orfeo porque había investigado los ritos del dios. Cuando Afrodita y Perséfone se enamoraron de Adonis, la madre de Orfeo, Calíope, fue nombrada jueza por Zeus, y decidió que cada uno debería poseerlo la mitad del año. Afrodita, enojada por la decisión, agitó a todas las mujeres de Tracia con amor, cada una para tomar a Orfeo para sí misma, de modo que lo destrozaran extremidad tras extremidad. Las Ménades arrojan la cabeza de Orfeo al río Hebro, que, gritando el nombre de Eurídice, es llevada por las aguas hasta la isla de Lesbos (Luciano: Contra los incultos XI-XII 85; Conón: Narraciones 45; Ovidio: Metamorfosis XI, 1).

En el río Helicón, las Ménades intentan limpiarse la sangre de Orfeo tras darle muerte. El dios fluvial, negándose a la purificación del crimen, desaparece bajo tierra y vuelve a emerger, mas adelante, con el nombre de Bafiras (Pausanias IX, 30 .8).

Regresa el alma de Orfeo al mundo infernal que ya conocía y encuentra a Eurídice en los lugares destinados a los piadosos y la abraza con ansia. Para siempre los dos pasean unidos, ya la sigue, ya la precede y se vuelve Orfeo a mirarla sin temor de perderla (Ov. Met. XI 61). No toleró Baco que el crimen quedara sin castigo, dolido por haber perdido a quien mejor cantaba sus ritos. A las edonias que lo asesinaron, les convierte los pies en raíces. Ellas, cuando quieren moverse, son cómo pájaros atrapados por la liga, se agitan y se golpean inútilmente. Raíces las mantienen fijas, las piernas se les vuelven troncos y sus brazos se extienden en ramas.

En la playa de Metimna, en Lesbos, arrastrada por las olas, llega la cabeza de Orfeo. Una serpiente acude rauda a abalanzarse sobre ella, pero Apolo convierte al animal en piedra. (Luciano: Contra los incultos XI -XII; Ovidio: Metamorfosis XI, 55; Filóstrato: Heroicas 703 -703). En Antisa, desde el interior de una cueva consagrada a Dioniso, Orfeo tenía un santuario donde se daban oráculos hasta que Apolo, el dios de la profecía, lo prohibió (Filóstrato, Vida de Apolonio de Tiana IV14).

Las Musas dan sepultura a los restos cuerpo mutilado de Orfeo en la ciudad de Libetra y ponen su lira en manos de Apolo. El dios, tras custodiarla durante un tiempo en su templo de Lesbos, le ruega a Zeus que la coloque como constelación en el firmamento (Eratóstenes: Catasterismos 24; Paus. IX, 30.71; Higino: Astronomía poética II, 7; Estrabón VII, 1.18;  Apd. I, 3 .2). Los habitantes de Libetra recibieron el oráculo de que su ciudad sería destruida por un jabalí el día que los huesos de Orfeo vieran la luz. Sucedió que un pastor se quedó dormido al pie de la columna que sostenía la urna con los restos de Orfeo y comenzó en sueños a entonar los dulces versos del poeta de Tracia. A su alrededor se congregó una muchedumbre que derribó la columna y derramó los huesos de Orfeo. Entonces Dionisio envió sobre la región un fuerte temporal. Las aguas del río Sis (cuyo nombre significa ‘jabalí’) desbordaron y destruyeron la ciudad de Libetra. Los restos de Orfeo fueron entonces trasladados a Dío, a los pies del monte Olimpo (Paus. IX, 30.7; Plutarco: Alejandro 14; Argonauticas órficas 725; Diógenes Laercio: Proemio 5; Plut. : Alejandro 14).
La cabeza de Orfeo. Hidria Ática de figuras rojas, ca. 440 a. C. Museo de arte antiguo de Basilea y colección Ludwig
Otreide y Meliteo. Otreide fue una ninfa del monte Otris que fue amada por Apolo y después por Zeus. Al nacer el hijo de Zeus, Meliteo fue expuesto en el bosque por su madre, a causa de la cólera de Hera. Zeus envió un enjambre de abejas que le alimentaron hasta que Meliteo fue recogido por su medio hermano Fagro, hijo de Otreis y de Apolo.​ Cuando se hizo adulto Meliteo sometió a los pueblos de alrededor y fundó la ciudad de Melitea. En esa ciudad reinó un tirano llamado Tártaro que mandó raptar a  Aspalis, hija de Argeo, pero esta, antes de la llegada de los soldados que la iban a buscar, se ahorcó. Astígites, hermano de Aspalis, se puso los vestidos de ella, ocultó una espada y, haciéndose pasar por Àspalis, cuando estuvo ante el tirano lo mató. Los habitantes de la ciudad echaron el cuerpo de Tártaro al río y proclamaron rey Astígites. El cuerpo de Aspalis había desaparecido pero en su lugar se encontró una estatua de Ártemis llamada Aspalide Amileta Hecaerga a quien las doncellas sacrifican todos los años una cabritilla virgen (Ant. Lib. Met. 13).

Dríope. Hijo del río Esperqueo y la danaide Polidora (Ant. Lib. Met. 32; en Ov. Met. IX 329 el padre de Dríope es Éurito de Ecalia; en Paus. IV 34.11, es hijo de Apolo y Día, hija de Licaón) es el rey epónimo del antiguo pueblo de los Dríopes que habitaron en la región del monte Eta hasta que fueron expulsados por los Dorios. Tuvo dos hijos, la ninfa Driopia y el sabio Cragaleo.

Driopia se hizo compañera de las Hamadríades, ninfas de los árboles y participó en los himnos y las danzas que agradaban a los dioses. Apolo la vio un día bailando en medio de los coros y se enamoró de ella, acercándose a la muchacha en forma de tortuga. Las ninfas se pusieron a jugar con la tortuga como si fuera una pelota hasta que cayó sobre las rodillas de Driopia. Entonces, Apolo aprovechó para adoptar la forma de un serpiente y unirse a ella. Driopia se casó con Andremón, hijo de Óxilo, dando a luz al hijo hijo de Apolo, llamado Anfiso, fundador de una ciudad al pie del Eta, a la que puso el nombre de este monte y levantó un templo de Apolo. Cuando Driopia se dirigía a este templo, las ninfas Hamadríades levantaron un álamo negro y abrieron una fuente a su lado y convirtieron a Driopia en una ninfa inmortal (en Ov. Met. IX 349, Driopia se transforma en loto por haber arrancado flores del árbol de la ninfa Lótide). Dos doncellas que revelaron lo sucedido fueron transformadas en abetos (en Ant. Lib.) o en pinos (en Ov. Met.) por indiscretas. Anfiso construyó un santuario a las ninfas y fue el primero en celebrar una competición de carrera pedestre.

El dríope Cragaleo fue elegido como juez en una disputa entre Apolo, Ártemis y Heracles, tuvo que elegir quién pertenecía Ambracia. Heracles que finalmente fue elegido, pero esto provocó la ira de Apolo, que lo convirtió en piedra (Ant. Lib. 4).
Apolo entre Poseidón y Ártemis. Frontón del Partenón, ca. 440 a. C. Museo de la Acrópolis de Atenas.

Troya:

Antehoméricas:

Las murallas de Troya. Cuando Poseidón y Apolo fracasaron en su rebelión contra Zeus, el dios supremo, ofendido, los envió a servir con el rey Laomedonte como castigo (Apd. II 5.9). Las dos deidades, asumiendo la imagen de los hombres, se comprometieron a construir enormes muros alrededor de la ciudad a cambio de un salario (Il. V 638; ayudados por el mortal Éaco, en Pind. Olimp. VIII 30). Mientras levantaba los muros de Troya, Apolo tuvo un hijo con Urea, hija de Poseidón y le llamó Ilio por el nombre de la ciudad (Hig. Fáb. 161). Cuando terminaron, el rey se negó a pagar su recompensa. En venganza, Apolo envió una peste a Troya, mientras Poseidón lanzó un monstruo marino.

Los oráculos predijeron la liberación de estas calamidades si Laomedonte exponía a su hija Hesíone para ser devorada por el monstruo marino. Heracles, en su regreso del país de las Amazonas, llegó a Troya y vio a la niña como sacrificio. El héroe prometió salvar a la princesa a cambio de las yeguas que Zeus había dado a Tros, abuelo de Laomedonte, en compensación por el rapto de Ganímedes. Heracles, con Eclés y Telamón, mataron al monstruo y rescataron a Hesíone. Pero Laomedonte volvió a incumplir su palabra. Heracles reunió un ejército y navegó hacia Troya con dieciocho barcos de cincuenta remos cada uno. Al llegar a puerto, dejó la guardia de los barcos a Eclés y con el resto de héroes atacó la ciudad. Laomedon marchó contra las naves y mató a Eclés. Telamon fue el primero en romper el muro y entrar en la ciudad. Heracles tomó la ciudad y mató a Laomedon y a sus hijos, excepto a Podarces. Asignó a Hesione como premio de guerra a Telamón, por quien tuvo a Teucro y le permitió salvar a un cautivo. Hesione eligió a su hermano Podarces y entregó el velo dorado de su cabeza como rescate, por eso Podarces recibió el nombre de Príamo ('rescatado').

Troilo. Hécuba dio a luz hijos al rey Priamos de Troya, Héctor, Deífobo, Heleno, Casandra... y a Troilo, pero se dice que ésta último es hijo de Apolo (Apd. III 12. 5). Aquiles emboscó a Troilo en el templo de Apollon Timbreos y lo mató (Apd. Ep. 3. 32; Licofrón 307).

Casandra. Apolo amaba a Casandra y le otorgó poderes proféticos a cambio de sus favores, pero la condenó a no ser creída cuando no le correspondió porque hizo un voto sagrado de castidad para permanecer virgen durante toda su vida (Esquilo, Agamenón). Apolo la maldijo escupiéndole en la boca. Casandra hizo muchas predicciones pero sus profecías no fueron creídas (excepto cuando previó quién era Paris y proclamó que él era su hermano abandonado). Casandra predijo la destrucción de Troya, advirtió a los troyanos acerca de los griegos escondidos dentro del caballo de madera, la muerte de Agamenón y su propia desaparición a manos de Egisto y Clitemnestra, el destino de su madre Hécuba, los vagabundos de Odiseo durante diez años y la venganza contra Egisto y Clitemnestra por Electra y Orestes. Casandra también predijo que su primo Eneas escaparía durante la caída de Troya y establecería una nueva nación en Roma.

Corebo y Otrono acudieron en ayuda de Troya durante la Guerra de Troya por amor a Casandra y a cambio de su mano en matrimonio, pero ambos fueron asesinados (Licofrón 1011). Priamo le ofreció a Casandra al hijo de Telefo, Eurípilo, para luchar del lado de los troyanos.

En la caída de Troya, Casandra buscó refugio en el templo de Atenea y abrazó la estatua de madera de Atenea en súplica por su protección, pero fue secuestrada y brutalmente violada por Ajax el Menor. Odiseo insistió en que Ajax debía ser apedreado hasta la muerte por sus crímenes, que habían enfurecido a Atenea y a los dioses. Ajax evitó su castigo, porque también se acogió, como un suplicante, al altar de Atenea. Los dioses enviaron tormentas y fuertes vientos para destruir gran parte de la flota griega en su camino a casa desde Troya.

Casandra dejó intencionalmente un cofre en Troya, con una maldición para el griego que lo abriera. Dentro del cofre había una imagen de Dioniso, hecha por Hefesto y presentada a los troyanos por Zeus. Eurípilo de Tesalia lo recibió como parte de su parte del botín de la victoria de Troya. Cuando abrió el cofre y vio la imagen del dios, se volvió loco (Paus. VII 19.6).

Casandra fue tomada como una concubina por el rey Agamenón de Micenas. Cuando regresaron a Micenas, Clitemnestra y su amante Egisto asesinaron a Agamenón, a Casandra y a sus gemelos, Telédamo y Pélope.

Tenes. La flota griega de la guerra de Troya llegó a la isla de Ténedos. El rey allí era Tenes, hijo de Cicno (aunque en realidad Apolo era su padre) y de Proclea, hija de Laomedonte. Vivió allí después de que Cicno, hijo de Poseidón, lo desterrara por los celos de su amante Filónome. Aquiles hundió una espada en su pecho y lo mató cuando trataba de auxiliar a su hermana Hemítea, a pesar de que Tetis le advirtió que si mataba a un hijo de Apolo, él mismo sería asesinado por Apolo (Apd. Ep. 3. 23).

Ilíada:

La plaga. Durante la Guerra de Troya, Apolo se enfrenta a los griegos y lucha por los troyanos. Surge para vengar la indignación de su sacerdote Crises, cuya hija Criseida había sido capturada por Agamenón, sembrando la plaga entre los soldados griegos y derramando sus rayos de fuego como una lluvia de flechas certeras. Para aplacarlo, Criseida no solo fue devuelta a su padre, sino que los griegos tuvieron que ofrecerle al dios una hecatombe de toros y corderos, así como canciones y danzas.

Advertencia a Diomedes. Afrodita fue herida por Diomedes cuando protegía a su hijo Eneas. La diosa luego entregó Eneas a Apolo, y cuando Diomedes persistió en su ataque, Apolo le gritó: "¡Ríndete! No aspires a ser igual a los dioses. ¡Los inmortales no están hechos de las mismas cosas que los hombres que caminan por el suelo!" (Ilíada V 440).

Rescate de Sarpedón. Glauco luchaba al lado de su primo Sarpedón cuando los troyanos asaltaron el muro griego. Luchó valientemente, permitiendo a Héctor atravesar el muro. Durante el asalto, Teucro le disparó una flecha, hiriéndole y obligándole a retirarse del combate. Más tarde, al ver a Sarpedón herido de muerte, Glauco rezó a Apolo y le pidió que le ayudara a rescatar el cuerpo de su amigo moribundo. Apolo curó su herida, permitiendo que Glauco reuniera a los troyanos alrededor del cuerpo de Sarpedón hasta que los dioses se lo llevaron.

Agénor. El hijo de Antenor se enfrentó a Aquiles en duelo mientras el resto de los troyanos estaban en plena huida, buscando desesperados la protección de las murallas de la ciudad. Agénor atacó primero con un golpe de su lanza, pero no causó daño porque rebotó en una de las grebas de Aquiles. Antes de que Aquiles pudiera herirle, Apolo lo envolvió en una espesa nube y lo alejó del campo de batalla con rapidez. Apolo asumió el aspecto de Agénor para engañar a Aquiles e hizo que le siguiese, permitiendo a los troyanos huir. Así, Apolo llevó a Aquiles ante Héctor para su duelo final (II. XXI 544). 

Posthoméricas:

Aquiles. Después de que Aquiles matara a Memnón, persiguió a los troyanos por toda la llanura. Paris, con ayuda de Apolo, le disparó una flecha en el talón, su punto débil, y acabó con su vida. Durante la lucha que siguió en torno a su cuerpo y su armadura, Áyax transportó el cadáver sobre sus hombros y lo llevó hacia los barcos griegos mientras Odiseo rechazaba a los troyanos que los perseguían (Proclo Sobre la Etiópida, Paris y Apolo lo matan; Il. XXII 358, Héctor moribundo predice la muerte de Aquiles por Paris y Apolo ente la puerta Escea; Apd. Epít. 5.3; Virg. En. VI 56, Apolo guía la mano de Paris).

Muerte de Glauco. Durante la lucha por el cadáver de Aquiles, Glauco fue asesinado por Ajax. Los desafortunados troyanos no dejaron de llorar al hijo de Hipóloco, sino que lo colocaron, frente a la puerta de Dardania, sobre una pira. Apolo, atrapó rápidamente su cuerpo del fuego ardiente y a los vientos ordenó transportarlo a la tierra de Licia, debajo de las cañadas del alto Telandro. Su tumba se levantaba sobre una roca de granito. Aquí las ninfas hicieron brotar el agua sagrada de un arroyo que fluye para siempre y las tribus de los hombres todavía llaman Glauco de hermosa corriente (Q.E., Posthoméricas IV).

Laocoonte y sus hijos. Apolo también es responsable de la muerte de Laoconte, quien arrojó su lanza contra el caballo de madera y sus hijos, enviando unas serpientes para matarlos. Tratando de ayudar a sus hijos, Laocoonte también fue asesinado (Q.E., Posthoméricas XII 415).

Hécuba. Apolo traslada a la esposa de Príamo a Licia después de la guerra (Estesícoro 198). 
Delfos

Edad Histórica:

El Santuario de Delfos:
  
Delfos se encuentra en la región de Fócida, al sur del monte Parnaso y al oeste del monte Cirfis. Dos contrafuertes escarpados bordean Delfos por el Norte, formando un ángulo obtuso, y que se elevan unos 200 - 300 m por encima del santuario, las rocas Fedríades (Resplandecientes) así llamadas por los vivos reflejos del sol. Frente al santuario se abre el angosto valle del río Pleistos. La ondulada llanura de Crisa, cubierta de verdes olivos, que se extiende entre Delfos y el no lejano golfo de Corinto, contrasta con el paisaje severo y agreste del santuario. A unos 15 km al sudoeste de Delfos está el puerto de Cirra, en el golfo de Corinto.

Focide. Recibió el nombre de Foco, hijo de Ornitión, hijo de Sísifo, casado con Antíope, madre de Anfitión y Zeto. Más tarde, Foco (hijo de Éaco y Psámate) y sus hijos, Panopeo y Criso, se establecieron en la tierra alrededor del Monte Párnaso. Foco era un gran atleta y, por eso sus medios hermanos Peleo y Telamón conspiraron contra él. Peleo como Telamon fueron desterrados de Egina por Éaco. Algunas generaciones más tarde, Pílades se vengó junto con Orestes contra Neoptolemo, hijo de Aquiles, hijo de Peleus y Tetis. Pílades mismo era hijo de Estrofio, hijo de Criso, hijo de Foco (Paus. II 4.3, II 29.3, IX 17.6).

Parnaso. La ciudad más antigua de Delfos fue fundada por Parnaso, hijo de la ninfa Cleodora. Como muchos héroes, tiene un padre humano llamado Cleopompo y uno divino que es Poseidón. Este Parnaso descubrió la adivinación por el vuelo de las aves y por él recibió su nombre al monte y al valle Parnasio. El el monte tenía también el nombre de Lamaso (Helánico, fr. 94, FHGI 58), porque en él fue colocado el ‘lárnax’, la urna de Deucalión. Los hombres que pudieron escapar al diluvio se pusieron a salvo en las cimas del Parnaso gracias a los aullidos de los lobos (‘lycos’, lobo y ‘oryo’, aullar) y la ciudad que fundaron la llamaron Licorea por este motivo.

Delfos. Apolo tuvo un hijo de la ninfa Coricia, llamado Licoro, y por Licoro fue llamada la ciudad Licorea, y por la ninfa, la cueva Coricio. Hiamo, hijo de Licoro, tuvo una hija llamada Celeno, que tuvo a Delfo con Apolo y por el tiene su nombre la ciudad (Paus. X 6).

Castalio, el autóctono que tuvo una hija, Tía, que fue la primera sacerdotisa de Dioniso y celebraba orgías en honor del dios (por ella las que están poseídas de la locura por Dioniso son llamadas Tíades). Consideran que Delfos es hijo de Apolo y de Tía. Otros dicen que él tuvo por madre a Melena, hija del río Cefiso. Cuando tuvo lugar la invasión persa, el dios ordenó a los delfios que elevaran un altar a los vientos donde se halla el recinto consagrado a Tía, hija de Cefiso. Por este oráculo los delfios ofrecen sacrificios propiciatorios a los vientos (Hdto. VII 178).

Pito. La famosa ciudad de Delfos originalmente se llamaba Pito. Se llamaba así en tiempos de la Argonáutica, cuando Jasón se hospedó en casa de Ífito Naubólida y todavía se llamaba así en el momento de la Guerra de Troya, cuando estaba en manos de Epístrofo y Esquédio, hijos de Ífito Naubólida, rey de Fócide y Tanagra (Il. II 517, catálogo de naves). Náubolo es hijo de Hipaso el peloponesio (Est. Tebaida VII 354, Hípaso también es el padre de otro Ífito y de Áctor, Argonautas, a veces se confunden tío y sobrino, Hig. Fáb. 14 ) o de Ornitión (Ap. Rd. Arg. I 207). El nombre Pito proviene de Pites, hijo de Delfos, que fue asaetado por Apolo y se pudrió allí (“phýteshain” informarse, “pýthô” pudrirse). La ciudad pudo recibir el nombre de Pitón, la serpiente que custodiaba el oráculo de Temis. También un pirata de Eubea, hijo violento de Crío, saqueó el santuario del dios y las casas de hombres ricos. Pero cuando intentaba atacarlos una segunda vez, los delfios suplicaron a Apolo que les defendiera del peligro inminente. Femónoe, que entonces era la profetisa, les vaticinó en hexámetros: “ De cerca una pesada flecha disparará Febo sobre un hombre saqueador del Parnaso. Hombres cretenses de este asesinato purificarán sus manos. Pero su gloria nunca perecerá” (Paus. X 6). 

Profetas y Sibilas:

El oráculo pertenecía originariamente a Gea y a Poseidón. Una sacerdotisa pitiana de Delfos dice que la primera en tener poderes proféticos fue Gea, quien nombró a Dafnis, una Oréade o ninfa de la montaña, como profetisa. Gea lo cedió a Temis, la inventora de los oráculos (Diod. V 67.4) quien, lo regalaría a la Titanesa Febe, madre de Leto, quien le dio su asiento en Delfos a su nieto Apolo (Esq. Eum. 1-8). También se dice que Gea y Poseidón tenían el oráculo en común, y que fue Temis quien le dio el oráculo a Apolo como regalo, y que Poseidón recibió una compensación por recibir Calauria, que se encuentra frente a  Trezen, a cambio del oráculo (Pausanias II, 33.2; X, 5.6, cita a la Eumolpia de Museo) pero Delfos aún conservó un altar de Poseidón (Paus. X 24.4).

Templos. El templo más antiguo fue uno muy sencillo, hecho de laurel, cuyas ramas fueron traídas desde el valle de Tempe, para proteger la imagen de madera del dios. El segundo templo fue hecho por abejas a partir cera y plumas, aunque también se dice que fue construido por un delfiano llamado Pteras, de donde viene la ciudad de Aptera. Fue enviado por el dios al país de los hiperbóreos, pueblo que le profesaban gran devocion. El tercer templo estaba hecho de bronce y fue destruido al caer en un abismo en la tierra o derretido por el fuego. El templo fue reconstruido por cuarta vez por Agamedes y Trofonio, hijos del rey Ergino de los minios por una joven esposa. Ergino, quien luego fue asesinado por Heracles, era hijo de Climeno, hijo de Presbón, hijo de  Frixo y Calcíope, hija del rey Eetes de Colcis y Oceanide Idea. Frixo es el hijo de Atamante y Nefele (Eliano, Historias curiosas III, 1.49; Plutarco, Cuestiones griegas 293; Pausanias X, 5.9). 

Los primeros profetas. Femónoe, dicen, fue la primera profetisa de Apolo en Delfos, pero la poetisa delfia Boeo dice que los hiperbóreos Pagasos, Olen y Agieo establecieron el oráculo de Apolo en Delfos y que Olén fue el primer profeta de Apolo. Algunos sacerdotes llegaron a ser muy famosos como Bacis (Eliano, Sobre la muerte del peregrino) o Epiménides de Creta, quien purificó Atenas después del crimen de los Alcmeónidas (Plut. Solón 12).

Las sibilas. En la antiguedad llegaron a considerarse diez sibilas: la persa, la libia, la délfica (que en algunos casos es descrita como hermana o hija de Apolo, o incluso su esposa), la cimeria (que al estar localizada en Italia, parece ser la misma que la de Cumas), la eritrea (Herófila), la de Samos (Femónoe), la de Cumas (Amaltea, autora de los famosos oráculos sibilinos de Roma), la del Helesponto (de nuevo la de Eritrea o de Marpesia), la frigia (quizá idéntica a la de Marpesia) y la tiburtina (resultado del intento de encontrar un equivalente griego a la diosa local Albunea, de aquí el nombre de «Templo de la Sibila») (Lactancio, Instituciones Divinas I 6).

I. Síbila Caldea. La primera sin duda es la Caldea o Persa, denominada Sambete, que era del linaje del muy bienaventurado Noé y que se cuenta que predijo los acontecimientos de la época de Alejandro el macedonio (de ella hace mención Nicanor, el historiador de la vida de Alejandro; Oráculos sibilinos III 809). Sabe, hija de Beroso y Erimante, que dio oráculos entre los hebreos (Paus. X 12.9). La segunda esposa de Zimri-Lim, rey de Mari (ca. 1789-1758), la profetisa Sibtu (tablillas de Mari, AMR X, 4).

II: Síbila de Libia. La segunda es la Libia (mencionada por Eurípides en el prólogo de la Lamia). La sibila no dejó de profetizar tras su muerte, y dejó en el aire sus palabras oraculares, presagios y augurios. Su cuerpo se transformó en tierra donde creció la hierba, cualquier bestia que la comiese tenía la capacidad de mostrar a los hombres un preciso conocimiento del futuro cuando eran sacrificadas y se analizaban sus entrañas (Clemente de Alejandría, Misceláneas I, 15).

III. Síbila de Delfos. La primera mujer en cantar oráculos en Delfos fue hija de Zeus y Lamia, hija de Poseidón (Paus. X 12.1). No existió una sola sibila porque en dialecto eólico “sious” significa dios y “boula” es decisión. Todas las sibilas fueron así llamadas a partir de la profetisa de Delfos (Lactancio Instituciones Divinas I .6).

IV. Síbila de Cimeria. La cuarta es la de Cimeria de Italia, cuyo hijo fue Evandro, el que levantó en Roma el templo de Pan llamado Luperco (Prólogo de los Oráculos Sibilinos).

V. Sibila de Troya o de Eritrea. La quinta es la Eritrea, que predijo acerca de la guerra de Troya (sobre la que nos da indicaciones Apolodoro Eritreo). Herófila, conocida por haber dicho que Helena sería la ruina de Asia y Europa. Era hija de un pastor llamado Teodoro y una ninfa. Su lugar de nacimiento pudo ser Tróade o Eritras (en Asia menor).

Fue la primera sacerdotisa del templo de Apolo Esmínteo ('Dios del ratón') y aunque vivió la mayor parte de su vida en Samos, se sabe que visitó Colofón, Delos y Delfos, donde cantó sus oráculos de pie sobre una roca. Esta piedra se conservó en Delfos después de su muerte (y aún se conservaba en tiempos del historiador Pausanias). Su tumba se encuentra en el bosque de Apolo Esminteo en la Tróade, y junto a su sepulcro hay un Hermes de piedra de forma cuadrangular, una fuente e imágenes de las Ninfas. (Paus. X 12.1).

San Agustín descubrió por el proconsul Flaviano un códice griego en el que estaban copiados los versos de la Sibila Eritrea. Cada letra inicial el inicial formaba el acróstico Ἰησοῦς Χριστὸς Θεοῦ Υἱὸς Σωτήρ (“Jesucristo, hijo de Dios, Salvador”: ἸΧΘΥΣ que también significa “pez”, símbolo de los primeros cristianos). Estos versos describen los “Iudicii signa” las señales que anunciarían el fin del mundo, como antesala del Juicio Final y la segunda venida de Cristo (Oráculos Sibilinos VIII 217; San Agustín, La ciudad de Dios, XXIII: «Sudará la Tierra como signo del Juicio. Descenderá del cielo el rey eterno, encarnado, para juzgar a todos los hombres. Tanto los fieles como los infieles reconocerán a Dios en lo alto con los santos, en el mismo fin de los tiempos. Entonces acudirán las almas reencarnadas para que las juzgue, mientras yace el orbe abandonado, con espesos matorrales...»).

El Canto de la Sibila, drama litúrgico que se representa en la Misa del Gallo de la Catedral de Mallorca desde la Edad Media, se basa en esta profecía.

VI. Síbila de Samos. La sexta es la de Samos, que tiene como nombre usual Fito (de quien escribió Eratóstenes). 

VII. Sibila de Cumas. La séptima es la de Cumas (Magna Grecia), llamada Amaltea y también Erófile, por algunos Taraxandra, «Deífobe, hija de Glauco» (Virgilio, Eneida) o Demo (Demófila) de Cumas, aunque no se preservó ningún oráculo dado por ella. Una hidria de piedra en el santuario de Apolo guardaba sus huesos. Ella podría haber sido la Sibila que dirigió Eneas en el Inframundo (Paus. X 12).

Apolo enamorado de Sibila le había ofrecido concederle lo que ella quisiera y ella le pidió vivir tantos años cuantos granos de arena contuviera en un puñado. Prometía también Febo la juventud eterna si ella se le entregaba, pero, la Sibila, despreciando el don, prefirió permanecer virgen. Cuando conoce a Eneas, la edad feliz ya ha pasado para ella, y se le acerca una larga vejez: ha vivido ya siete siglos y aún habrá de ver otros trescientos mostos o mieses. Y llegará el tiempo en el cual se empequeñecerá su cuerpo, y se hará levísima gastada por la edad. No parecerá haber sido amable alguna vez, ni haber enamorado a un dios e incluso el mismo Febo, al verla no la conocerá o negará haberla amado una vez. Su mutación seguirá hasta hacerla solamente una voz que le dejarán los hados, y por la cual será conocida (Ov. Met. XIV 129).

La sibila de Cumas (Vir. Bucólica IV A Polión) predijo la llegada de la última edad, el gran año (cuando la posición de las estrellas vuelva a ser igual que la actual, cada doce mil novecientos cincuenta y cuatro años, según Tácito, Diálogo de los oradores 16.7), el regreso de la Vírgen (la constelación de Virgo) y la Edad de Oro (el reinado de Saturno) que coincide con el nacimiento de un niño divino (Salonino, hijo del cónsul del 40 a.C., Asinio Polión; desde Constantino se ha visto como una profecía del nacimiento de Jesús y la llegada del cristianismo). La tierra no cultivada dará su fruto y los rebaños no temerán a los depredadores, pereceran la serpiente y la hierba venenosa. Persisterán los rastros de la antigua maldad que obligarán a surcar el mar con las naves, rodear las ciudades con murallas y trazar surcos en la tierra (no supuso el fin de las guerras civiles en Roma la Paz de Brindisi entre los Triunviros ese mismo año) hasta que el niño sea adulto. Entonces el suelo no sufrirá rastrillos, ni la viña el segur; el robusto campesino les soltara el yugo a sus bueyes y los corderos darán lana de colores. Aceleran su hilar las Parcas. Nace presto, que ya es llegado el tiempo y conoce a tu madre por su sonrisa, porque quien no la tuvo fue arrojado del cielo, y a ti está reservado el sentarte al lado de los dioses y gobernar en paz el mundo que espera tu venida (Vulcano nacido deforme, no merecio la sonrisa de Juno, fue arrojado del cielo y no fue digno de sentarse en la mesa con los dioses ni del tálamo de Minerva).

VIII. Síbila Helespóntica. La octava es la Helespóntica, nacida en la aldea de Marmeso, en los alrededores de la ciudad de Gergition, que era antaño la región de la Tróade, en tiempos de Solón y Ciro (según escribió Heráclides Póntico).

IX. Síbila Frigia. La novena es la Frigia. Se ha identificado con Casandra, la hija de Príamo (Suidas).

X. Síbila Etrusca o Tiburtina. La décima, llamada Albunea, es venerada en la ciudad etrusca de Tibur como una diosa, cerca de las orillas del Anio, en cuyo arroyo se dice que se encontró su imagen, sosteniendo un libro en la mano. Sus respuestas oraculares el Senado romano transfirió al capitolio (Lactancio, Instituciones Divinas I, 6).

Cuenado el emperador Augusto fue aclamado por el Senado de Roma como señor del mundo, acudió a la Sibila de Tibur para pedirle consejo sobre la aceptación de este título. Albunea le disuade profetizando el nacimiento del Mesías, el verdadero rey, con la visión de un altar en el cielo (Ara Coeli) lleno de luz sobre el que aparece un bebé. (Santiago de la Vorágine, Leyenda dorada).

Los Libros Sibilinos. En Roma, durante el reinado de Tarquinio, una mujer extranjera (la Sibila de Cumas, en el prólogo de los Oráculos Sibilinos) se presentó ante el tirano con el deseo de vender nueve libros llenos de oráculos sibilinos. Como Tarquinio no quiso comprar los libros al precio que pedía, la mujer se marchó y quemó tres de ellos. Al poco, trajo los seis restantes e intentó venderlos al mismo precio. Como se la consideró loca y fue objeto de burlas por pedir por menos libros el mismo precio, se marchó otra vez y quemó la mitad de los libros que le quedaban y, llevando los tres últimos, pidió la misma cantidad al rey. Tarquinio, admirado de la resolución de la mujer, hizo llamar a los augures. Ellos dándose cuenta de que se había rechazado un bien enviado por los dioses, declararon que era una gran desgracia que no hubiera comprado todos los libros y le aconsejaron pagar a la mujer el dinero que pedía y adquirir los oráculos que quedaban. La mujer entregó los libros y, después de recomendar que los custodiaran celosamente, desapareció de entre los hombres (Dionisio de Halicarnaso IV 62; en Lactancio, Instituciones Divinas I, 6 se indica que la mujer anciana era la sibila de Cumas y que el valor de los libros sibilinos era de 300 monedas de Filipo de oro). Los libros sibilinos se conservaron bajo la supervisión de los sacerdotes Quindecenviros hasta que desaparecieron durante el incendio del Capitolio durante la Guerra Social. El Senado romano envió legados para reemplazarlos con una colección de dichos similares, recopilados de Ilio, Eritras, Samos, Sicilia y Libia. Esta nueva colección de Libros Sibilinos se depositó en el templo restaurado, junto con dichos similares de origen nativo, como los de la Sibila de Tibur (la 'Sibila de Tiburtina') para ser evaluados por los Quindecenviros, que luego los clasificaron, conservando solo aquellos que les parecían fieles (Tácito, Anales, VI.12) pero en 405 d. C. el general Estilicón los ordenó destruir (Namaciano, De Redito Suo, 51).

Egeo consultando a la Pitia. Tondo de kílix ático de figuras rojas, del Pintor Codros, c. 440-430 a. C. Museo de Berlín.

El ónfalo, el trípode y la sacerdotisa:

El ónfalo, o piedraombligo, marcaba el punto medio de la superficie de la tierra. Era de forma cónica, formada como una antigua colmena y estaba cubierto con cintas de lana. Zeus soltó dos águilas desde los dos extremos de la tierra paro que, volando en sentido opuesto, señalaran al cruzarse el centro del mundo (Plut. Moralia, 409 ef). Ese punta llamado ombligo u onfalo estaba localizado en Delfos, y la piedra que la señalaba se custodiaba en el interior del aditon del templo de Apolo (Paus. X, 16.3; Pínd.: Odas Píticas IV, 74; VI, 3; VIII, 59 y XI, 9).

Una sorprendente copia antigua que aún puede ser contemplada en Delfos, la malla de lana está esculpida sobre la superficie de la piedra.

El trípode era el asiento de la profetisa. Estaba en un área excavada bajo el templo de Apolo. La Pitia, se sentaba en él mientras pronunciaba los oráculos en un estado similar al trance producido por unos vapores que emanaban de la gruta e inducían una especie de locura divina (Estr. IX 3.5; Plinio H.N. II 208).

La sede del oráculo ha sido descrita como una cueva excavada en lo profundo de la tierra con una boca estrecha, de la cual surgió un aliento que inspiró un frenesí divino. Sobre la boca se colocó un alto trípode, y cuando la sacerdotisa de los pitios lo montó, recibió el aliento y pronunció oráculos, tanto en prosa como en verso. Se creía que el oráculo en Delfos era el más verdadero, también porque estaba ubicado en el centro mismo del mundo habitado. Por esta razón, Delfos llegó a ser considerado como el ombligo de la tierra, y muchas riquezas y botines de guerra se depositaron allí en casas de tesoros.

El santuario oracular fue descubierto accidentalmente por las cabras, y es por eso que las cabras se usaban como víctimas propiciatorias cuando se consultaba al oráculo. En el santuario “prohibido” existía originalmente un abismo, donde pastaban libremente las cabras. Cuando se asomaban al abismo (khásma o χάσμα), comenzaban a saltar de una manera inusual, emitiendo sonidos completamente diferentes a los que normalmente emiten las cabras. El cabrero que se acercó al abismo para investigar ese extraño fenómeno, se sintió tan poseído como sus cabras y comenzó a predecir eventos futuros. Todos en la vecindad se enteraron de lo que estaba sucediendo y comenzaron a venir en mayor número visitando el abismo y probando sus efectos milagrosos. Muchos se inspiraron y el abismo se consideró una maravilla y un oráculo de Gea (la Tierra). Así, de una manera completamente gratuita, todos los que deseaban obtener una profecía se acercaban al abismo y se daban sus respuestas proféticas entre sí. Sin embargo, a medida que llegaba un número cada vez mayor de personas, al no poder controlar su frenesí, caían por el abismo y desaparecían para siempre. Los delfios decidieron nombrar a una sola profetisa para todos y hacer que los oráculos fueran contados por ella. Se ideó un artilugio con tres apoyos que se lo llamó trípode para que la profetisa pudiera montarlo de manera segura y, habiéndose inspirado, dar profecías a quienes lo deseaban o lo necesitaban. En la antigüedad, las vírgenes entregaron los oráculos porque se suponía que las vírgenes, teniendo intacta su inocencia natural, guardaban mejor el secreto de los oráculos. Pero en tiempos históricos, desde que Equécrates el tesalio raptó y violó a una profetisa, los delfios designaron a una anciana mayor de cincuenta años para que profetizara. (Diod. XVI 26).
Ónfalo conservado en el museo de Delfos. Según Pausanias, dentro de la tela de lana que estaba enrollada alrededor de la piedra había piedras preciosas diseñadas en forma de sirena con dos águilas doradas encima.

Concursos musicales: 

En Delfos se celebraron concursos musicales y poéticos entre cantantes y compositores, y se ofrecieron premios al mejor himno al dios. Una corona de laurel era el premio por una victoria de los pitios, recuerdo del amor de Apolo por Dafne. La primera competencia fue ganada por Crisótemis, hija de Carmanor, el hombre que purificó a Apolo después de la muerte de Pitón, y el mismo que recibió a Apolo en su casa cuando el dios se unió con Acacalide, la hija de Minos. 

El segundo concurso lo ganó Filamón, famoso por su canción y su cítara, hijo de Apolo por Quione, Leuconoe o Filonis, aunque para otros es hijo de Hefesto. Quione y Filonis son hijas de Dedalion. Leuconoe es hija de Eosforo o Lucifer, la estrella de la mañana y de la tarde, el planeta Venus, hijo de Eos. Filamón fue asesinado por los flegías cuando marcharon contra el santuario de Delfos. 

El tercer concurso fue ganado por Támiris, hijo de Filamon y Ninfa Argíope, porque no quisieron presentarse ni Orfeo ni Museo. Támiris amó a Jacinto, siendo el primer hombre en enamorarse de otro hombre. También es conocido por haber desafiado en un concurso musical a las Musas. Cuando perdió, las hijas de Zeus tomaron sus ojos y su juglar de acuerdo con lo que habían acordado y todavía es castigado en el inframundo por haberse opuesto a las diosas. 

Eléuter, hijo de Apolo y Etusa (hija de Poseidón y Pléyade Alcíone), ganó una victoria por su voz alta y dulce. Eléuter fue padre de Yasio, padre de Queresileo, padre de Pemandro, esposo de Tanagra (Apd. III 10.1; Pau. IX 20.1, X 7.2).
El camino que subía al oráculo estaba sembrado de «tesoros», pequeños templos que guardaban las ofrendas enviadas por ciudades de toda Grecia y por reinos extranjeros.

Peregrinos y suplicantes:

Desde los tiempos de Deucalión, quienes sobrevivieron al Diluvio recibieron instrucciones de Temis sobre cómo poblar la desolada tierra (Ov. Met. I 367), el Oráculo de Delfos recibió muchas preguntas, respondiéndolas en prosa y verso. A pesar de que los oráculos fueron claramente hablados por la Pítia, no siempre fueron entendidos adecuadamente. Muchos ecistas (fundadores) acudían a consultar al dios sobre la suerte de su fundación (Hdto. IV 150).   

Ínaco. La hija de Ínaco, Io, le dijo a su padre que ella tenía sueños por la noche, en los que visiones le decían que abandonara su virginidad y se entregara a Zeus, quien la amaba. Luego, Ínaco consultó al Oráculo y el dios que lo hablaba le ordenó que desterrara a su hija de su hogar y de la tierra para vagar por todo el mundo, y agregó que si desobedecía un rayo de Zeus destruiría su raza (Esq. Prom. 655).

Acrisio. El rey Acrisio de Argos preguntó al oráculo cómo debía tener hijos varones, y la respuesta fue que su hija Dánae daría a luz a un hijo que lo mataría. Es por eso que Danae se mantuvo aislada, pero sin embargo se quedó embarazada y dio a luz a Perseo, quien mató a Acrisio (Apd. II 4.1, Hig. Fab. 63).  

Épito. Épito, hijo de Elato, hijo de Arcas, hijo de Zeus y Calisto, consultó al Oráculo sobre el embarazo de su hija adoptiva Evadne, a quien Pitana dio a luz después de haber convocado con Poseidón. Allí se enteró de que el hijo de Evadne de Apolo, y cuando regresó, el niño Yamo ya había visto la luz. Yamo, que había sido dejado en el suelo por su madre angustiada, fue amamantado por dos serpientes que le dieron miel. De Yamo descienden los Yámidas, sacerdotes de Olímpia (Píndaro: Olímpicas VI,47; Pausanias VI,2,5).

Atamante. El rey de Orcómeno envió un sirviente a Delfos para preguntar cómo podría liberarse su reino de la escasez, pero el sirviente fue sobornado y le devolvió una respuesta falsa, que sacrificara a sus hijo Frixo y Hele. Atamante, enloquecido por Hera, había perdido a todos sus hijos y fue expulsado de Beocia. Consultó al oráculo y recibió la respuesta de que debía vivir en cualquier lugar en el que las bestias salvajes lo acogieran, asentándose en Tesalia y casándose con Temisto (Apd. I 9.2).

Pelías. El Oráculo le ordenó al rey Pelías de Yolco que se cuidara de un hombre que llevaba una sandalia. Ese hombre demostró ser Jasón, a quien Pelías envió a buscar el vellocino de oro (Apd. I 9.16; Hig. Fáb.12; Pind. Pít. 4). 

Cadmo. Fundó Tebas siguiendo las instrucciones que recibió del oráculo cuando vino a preguntar sobre el destino de su hermana Europa. El oráculo le dijo que no se preocupara por su hermana y, en cambio, dejándose guiar por una vaca, fundase una ciudad en el lugar donde el animal se detuviese para descansar. Algunos dicen que Cadmo compró un buey que tenía una marca en forma de luna en su costado, como lo había predicho el oráculo, y, conduciéndolo delante de él, fundó Tebas donde el buey se echó a descansar (Apd. III 4.1; Hig. Fab. 178; Pau. IX12.2).

Edipo y Layo. Edipo mató a su padre Layo en el camino a Delfos; el primero vino a preguntar sobre sus padres y el segundo por el destino de su hijo. El oráculo había declarado que si Layo tenía un hijo de Yocasta, se encontraría su muerte a manos de su hijo (Eur. Fen.17; Hig. Fáb. 66; Pau. IX5.10; Pind.Olímp. 2.40; Sóf. Edipo T. 714).

Los Epígonos. Cuando tomaron Tebas, le enviaron una parte del botín a Delfos. Habían jurado que, si tomaban la ciudad, dedicarían a Delfos el más bello de los botines, y esta era la hija de Tiresias.

Manto. La hija de Tiresias que fue enviada a Delfos por los Epígonos. El Oráculo le permitió fundar una colonia en Caria y casarse con quienquiera que ella pudiera encontrarse, y el hombre que conoció fue Racio.

Alcmeón. Cuando diez años después de la expedición de los Siete, los Epígonos marcharon contra Tebas, consultaron al Oráculo, que predijo la victoria si luchaban bajo el liderazgo de Alcmeón, hijo de Anfiarao. El Oráculo respondió que debía hacer la expedición contra Tebas y también castigar a su madre, Erífile, que sobornada por los Siete con el collar y el peplo de Harmonía, había obligado a su marido a ir a la guerra, donde desaparecería. Alcmeón mató a su madre y fue perseguido por las Erínias. Primero se estableció en Psófide, con la hija de Fegeo, Arsínoe o Alfesibea, pero la tierra se volvió estéril por la presencia de un parricida. Consultó al Oráculo una vez más y recibió la orden de establecerse en una tierra que no existía en el momento del asesinato, formada por el depósito aluvial del río Aqueloo. Alcmeón se casó con Calírroe, hija del río Aqueloo, y tuvieron dos hijos, Anfótero y Acarnán, quienes consagraron el collar de Harmonía en el templo de Delfos (Apd. III 7.2-5; Diod. IV 66.3; Pau. VIII 24.8).

Egeo. El rey de Atenas consultó al Oráculo sobre cómo podría tener hijos, y recibió la respuesta:
"La boca abultada del odre, oh el mejor de los hombres, no sueltes hasta que alcances la altura de Atenas "(Apd. III 15.6).

Teseo. Cuando Teseo estaba a punto de ser enviado a Creta como uno de los jóvenes que iban a ser ofrecidos al Minotauro, consultó al Oráculo, que le ordenó hacer de Afrodita su guía en su viaje. Y esta es la razón por la que la princesa Ariadna se enamoró de él y le reveló los secretos del Laberinto (Plu. Teseo 18.2).

Ergino. El rey de los minias, quien fue asesinado más tarde por Heracles, preguntó al Oráculo acerca de los niños y recibió la respuesta:
"Ergino, hijo de Climeno Presbónida,llegaste tarde buscando la descendencia, pero incluso ahora al arado viejo se le puso una nueva punta " (Pausanias IX 37.4) ... tomó una joven esposa.  

Los Atridas. Agamenón y Menelao se apoderaron de su tío Tiestes en Delfos, cuando habían venido a preguntar por él, mientras Tiestes, por casualidad, habían acudido al mismo tiempo para consultar sobre su venganza contra su hermano Atreo.

Tiestes. En el curso del conflicto entre Atreo y su hermano Tiestes, este último consultó al Oráculo acerca de cómo tomar venganza sobre su hermano. El Oráculo respondió que podría vengarse si tenía un hijo con su propia hija (Apd. Ep .2.14; Hig. Fab. 87).

Télefo. También Telefo, hijo de Heracles y Auge, hija de Aleo, hijo de Afidas, hijo de Arcas, consultó al oráculo acerca de sus padres, ya que había sido expuesto como un niño. SobFue a Misia en Asia Menor y fue adoptado por el rey Teutrante, o como dicen otros, por Corito. Télefon fue herido por Aquiles cuando los aqueos atacaron a Misia en su primera expedición contra Troya. El oráculo contestó que la herida se curaría con lo mismo que lo causó. Télefo, en un atuendo de mendigo, navegó a Argos, buscando a Aquiles, ofreciéndose a mostrar a los aqueos el camino a Troya. Aquiles lo curó raspando el óxido de su lanza (Apd. Ep. 3.20; Hig. Fáb.101).

Orestes. Fue el oráculo en Delfos el que le dio a Orestes permiso para matar a su madre y a su amante, Egisto. Más tarde, cuando fue perseguido por los Euménides, el oráculo le aconsejó que navegara a Táuride para deshacerse de maldición. A su regreso, Orestes encontró en Delfos a su hermana Electra, que había venido a preguntar sobre el destino de su hermano. En el mismo santuario, Orestes mató a Neoptolemo ya que este último estaba sacrificando al dios. Después de su muerte, el oráculo ayudó a los lacedemonios a encontrar el lugar donde estaban enterrados los huesos de Orestes.

Podalirio. Después de la guerra de Troya, Podalirio, hijo de Asclepio, se instaló en el Quersoneso Cario, siguiendo las instrucciones que recibió en Delfos.  

Heracles. Alcides preguntó a Delfos dónde debía morar, y la sacerdotisa pitia le llamó por primera vez Heracles y le dijo que viviera en Tirinto y sirviera a Euristeo. Después de haber matado a Ífito, Heracles acudió a la sacerdotisa de los pitios pero no le contestó. Después de saquear el templo, robó el trípode para instituir su propio oráculo. El mismo Apolo luchó con Heracles hasta que Zeus los separó lanzando un rayo. La ciudad de Gitión fue fundada para celebrar su reconcilición. El oráculo le dijo entonces a Heracles que la cura para su enfermedad mental violenta era para que lo vendieran como esclavo, y fue entonces cuando Ónfale, la reina de Lidia, lo compró (Pausanias III, 21.8 Apolodoro II, 6.2; Higino: Fábulas 32)

Tlepólemo. El hijo de Heracles y Astíoque, golpeaba a un sirviente cuando Licimnio, hijo bastardo de Electrión, se interpuso entre ellos. Licimnio murió y Tlepólemo consultó al oráculo, que le dijo que abandonara Argos y se estableciera en Rodas, donde fundaría las ciudades de Lindos, Yáliso y Cámiros. Tlepólemo se convirtió en el líder de los rodios contra Troya. (Apd. II 8.2; Dio. IV 58.7, V 59.5;  Pind. Ol. VII 32). 

Los Heráclidas. Consultaron al oráculo, no pudiendo entender las respuestas hasta que pasaron tres generaciones. Sus preguntas estaban relacionadas con su regreso al Peloponeso, que primero conquistaron pero que tuvieron que abandonar, cuando había transcurrido un año, a causa de una plaga.

La caída de Delfos:

Primera Guerra Sagrada (597–585 a. C.). La ciudad comenzó a ganar relevancia panhelénica como santuario y oráculo a partir del siglo VII a. C. Los focidios de la cercana Cirra intentaron cobrar impuestos a los peregrinos que atravesaban sus tierras para llegar al santuario (Esquines, Contra Ctesifonte, 107). La Liga Anfictiónica dirigida por Clístenes de Sición sitió la ciudad de Cirra. El médico Tésalo, hijo de Hipócrates, escribió en el siglo V a. C., que los atacantes descubrieron la tubería de agua principal de la ciudad casualmente dañada por la pezuña de un caballo. Un médico asclepíade llamado Nebros aconsejó a los aliados que envenenasen el agua con elébora, provocando una diarrea a los defensores, que no pudieron resistir el asalto. Cirra fue tomada y toda la población masacrada.

Atenienses corrompen a la Pitonisa. Clístenes, el Acmeónida, con el apoyo de Delfos, consigue destronar a Hipias, el Pisistrátida, de Atenas (510 a. C.). Los Alcmeónidas, desterrados de Atenas, vivían exiliados en Delfos. Para luchar contra los Pisistrátidas, persuadieron a la Pitia a fuerza de dinero para que, cada vez que acudiesen a consultar el oráculo los ciudadanos de Esparta, ya fuese a título privado o en misión oficial, les prescribiera liberar Atenas de la tiranía de los Pisistrátidas. El primitivo templo de Delfos se había quemado en 548 a. C. (Pausanias X 5, 13) por causas fortuitas (Hdto. II 18). El gasto de las obras para reconstruirlo ascendió a 300 talentos de plata y, para recaudar fondos, se hizo una colecta por todo el mundo griego, en la que incluso llegó a participar el faraón Amasis (Hdto. 180, 2). Clístenes logró que la Anfictionía les adjudicaran la contrata para terminar las obras del templo de Delfos. Hizo construir el templo con más lujo de lo que preveía el proyecto: pese a que habían acordado hacer el templo de piedra toba, remataron su fachada con mármol pario. El arquitecto fue Espintaros de Corinto (Hdto. V 61).

Espartanos corrompen a la Pitonisa. Cleómenes, el Agíada,  con el apoyo de Delfos, consigue destronar a Demarato, el Euripóntida, de Esparta (491 a. C.). El diarca Demarato abandonó al otro rey, Cleómenes cuando dirigía el ejército de Esparta contra Atenas para instalar a Iságoras, rival de Clístenes, como tirano de Atenas. Después del “divorcio de Eleusis”, los dos reyes espartanos realizarían sus campañas militares por separado. Decidido a vengarse, Cleómenes llegó a un acuerdo con Leotíquidas, hijo de Ménares, que pertenecía a la misma familia real que Demarato, los Euripóntidas. Leotíquidas era un acérrimo enemigo de Demarato. Se había prometido con Pércalo, hija de Quilón, uno de los siete sabios; sin embargo Demarato, con sus intrigas, se le adelantó y la hizo su esposa. Leotíquidas, a instancias de Cleómenes, acusó solemnemente ante los Éforos a Demarato, afirmando que este último reinaba ilegalmente sobre los espartiatas, dado que no era hijo del rey Aristón. El caso se expuso a la Pitia. Cleómenes obtuvo el apoyo de Cobón, sujeto que en Delfos poseía una destacadísima influencia, y éste persuadió a la pitonisa Perialo para que pronunciara la respuesta que deseaba Cleórnenes. Así, cuando los consultores espartanos le formularon la pregunta, la Pitia dictaminó que Demarato no era hijo de Aristón, por tanto reinaba ilegalmente. Demarato se refugió en Persia y Leotíquidas II se convirtió en rey. No obstante, cierto tiempo después se descubrió el fraude, por lo que Cobón fue desterrado de Delfos y la profetisa Perialo privada de su cargo (Hdt. VI 61).

Después de la victoria en las Guerras Médicas, los espolios de las batallas de Salamina y de Platea se dedicaron al santuario. La Columna de las tres Serpientes se levantó cerca del altar de Delfos en la primavera del año 478 a. C. después de la derrota del ejército aqueménida en la batalla de Platea a manos de las ciudades estado griegas, que se habían aliado para repeler la invasión persa. Atenas levantó el Tesoro de los Atenienses después de Maratón, un pórtico después de Mícala y una palmera con dátiles de oro después de la victoria de Eurimedonte (468 a. C.). El tirano Gelón de Siracusa ofrendó un trípode con una Nike de oro después de la victoria de Himera (480 a. C.) y su hermano Policelo donó al santuario de Apolo un grupo de estatuas de bronce conocido como "el Auriga de Delfos", en memoria de su victoria en los Juegos Píticos del 474 a. C..
Copia moderna de la columna en su ubicación original en Delphi, al lado de la base de la columna original aún conservada.
Segunda Guerra Sagrada (449–448 a. C.). Durante la Primera Guerra del Peloponeso, Esparta apoyó la independencia de Delfos del resto de la Fócide. Cuando se fueron los aliados espartanos, el Alcmeónida Pericles de Atenas ocupó Delfos y restituyó a los Focidios en el control de Delfos y la gestión de los Juegos Píticos. En 421 a. C., después de la Paz de Nicias, Delfos se volvió autónoma nuevamente (aunque es poco probable que Fócide conservara el control de Delfos después de que la Liga Beocia derrotara a Atenas en la Batalla de Coronea de 447 a. C.).

En 373 a. C. un terremoto destruyó el templo de los Alcmeónidas pero pudo reconstruirse gracias a la aportaciones de todas las naciones griegas. En el frontón de este templo podía leerse la máxima γνωθι σεαυτόν o “Conócete a ti mismo”. En 371 a. C. los tebanos levantaron un monumento para conmemorar su victoria sobre Esparta en la batalla de Leuctra.

Tercera Guerra Sagrada (356–346 a. C.). Entre los focios surgió una facción a propósito de una disputa por una heredera, una epíclera, entre Mnaseas, padre de Mnasón y Eutícrates, padre de Onomarco; esta facción demostró ser el comienzo para los focidios de la Tercera Guerra Sagrada (Aristóteles, Política V 3,4). El ejército de Fócide participó como aliado en las incursiones tebanas de Epaminondas en el Peloponeso, excepto en la campaña final de Mantinea (370–362 a. C.), de la cual se retuvo su contingente. Los tebanos, que poseían la hegemonía en la Anfictionía Pitiodélfica, impusieron una indemnización de guerra sobre Esparta y una multa a Fócide con la excusa de haber cultivado las tierras de Crisa, consagradas a Apolo desde la Primera Guerra Sagrada. Los focidios habían ocupado la llanura de Cirra basándose en derechos históricos de sus antepasados desde tiempos de la Guerra de Troya (Ilíada II, 517). El ambicioso Filomelo, comandante supremo de Fócide, con el apoyo del rey Espartano, Arquidamo III, reclutó un ejército de mercenarios extranjeros. Capturó Delfos y eliminó al clan de los Tracidas para confiscar sus riquezas. Amenazó violentamente a la Pítia, la obligó a subir sobre el trípode y la forzó a escribir lo que quisiera (Diod. 16.23). Un águila que sobrevolaba el templo del dios, cayó dando vueltas al suelo y cazó las palomas del templo, arrancando algunas de ellas de los altares, lo que se interpretó como una señal de conformidad del mismo Apolo sobre el derecho de Filomelo y los focidios sobre Delfos. Filomelo utilizó las riquezas del santuario para pagar al ejército mercenario, pero fue derrotado por beocios y tesalios y terminó suicidándose. El hermano de Filomelo, Onomarco, tuvo un sueño en que remodelaba la gran estatua de Apolo Sitalcas y la hacía más grande. Se alió con los tesalios de Licofrón de Feras y derrotó a los beocios. Tebas pidió ayuda a Filipo II de Macedonia que derrotó a los focenses en la Batalla del Campo de Azafrán y ahorcó a Onomarco (o fue asesinado por sus propios soldados a flechazos, Paus. X 2). Failo, otro hermano de Onomarco, utilizó las riquezas de Creso donadas al santuario, para pagar a sus mercenarios y consiguió frenar a los macedonios en el desfiladero de las Termópilas y conquistar Lócride, falleciendo poco después. Algunos focenses que se habían refugiado en el templo de Apolo en Abas supusieron que se salvarían gracias al auxilio de los dioses, pero tropezaron con la providencia divina del castigo a los ladrones de templos. Se produjo un incendio tan grande que el templo y los focidios que habían huido fueron quemados vivos porque Apolo no da a los saqueadores de templos la seguridad que se concede a los suplicantes (Diod. 16.58; Paus. X 35.5, fueron los tebanos que prendieron fuego al templo). Falecos, el último gobernante de Fócide, agotó sus recursos, tuvo que firmar un armisticio con Filipo II sin presentar batalla, se retiró al Peloponeso con su ejército de mercenarios y acabó sus días como soldado de fortuna. La Anfictionía de Delfos decidió hacer participar a Filipo y darle dos votos a título personal, los que antes tenían los vencidos focios. Se derribaron las murallas de las tres ciudades focidias y se les prohibió adquirir caballos y armas hasta que pagaran al dios las riquezas saqueadas. Los focidios huidos, que habían participado en los saqueos del santuario, fueron declarados malditos y proscritos. Todas las ciudades de Fócide fueron arrasadas y su población trasladada a aldeas, ninguna de las cuales debía de tener más de cincuenta casas, ni distar las aldeas entre sí menos de un estadio. Los focidios tendrían su territorio y llevarían cada año al dios un tributo de sesenta talentos hasta que pagaran el dinero registrado en el saqueo del santuario. Filipo celebrará los Juegos Píticos, junto con beocios y tesalios y la Anfictionía tomó el control del oráculo.

Cuarta Guerra Sagrada (339 a. C.). Siete años más tarde, los Locrios Ozolios de Anfisa intentaron poner una multa a los atenienses en el Consejo Anfictónico porque los atenienses ofrecieron dos escudos de oro de la batalla de Platea al Templo de Apolo en Delfos con inscripciones insultantes para los tebanos: “los atenienses, como botín de medos y los tebanos, cuando lucharon juntos contra los griegos”. Esquines, el hieromnemon o representante ateniense, era pro-macedónico y acusó a los anfisianos ante la Liga Anfictiónica de cultivar las tierras sagradas de la llanura de Cirra. Cotifo, un tesalio de Fársalo, que presidía el Consejo propuso una incursión militar contra Anfisa que resultó un fracaso (Demóstenes. Sobre la corona 150; Esquines, Contra Ctesifonte 127). En la siguiente reunión, los anfictiones dieron a Filipo II de Macedonia, que buscaba un pretexto para intervenir en Grecia, el mando supremo. Filipo atacó y destruyó Anfisa, expulsando a gran parte de su población y cediendo el área a Delfos. Esquines fue desterrado de Atenas por Demóstenes, quien buscó una alianza junto a Tebas contra Filipo. La guerra culminó en la Batalla de Queronea (338 a. C.) donde Tebas y Atenas fueron derrotadas murieron las libertades griegas y se estableció el dominio macedonio sobre Grecia.

Invasión Gálata. El dominio macedonio fue reemplazado por los etolios en el 279 a. C., cuando se rechazó la invasión de los galos de Breno. Los focianos lograron ser reincorporados a la Anfictionía, cuando unieron fuerzas con la Liga Etolia en la guerra. Desde el s. III a.C. el festival de la Soteria se celebró en honor de la victoria griega contra los galos. En el s. III recibió el patronazgo de los reyes de Pérgamo, recibiendo como ofrendas los pilares de Eumenes II y Atalo de Pérgamo.

Roma. En el 189 a. C. la Liga Etolia se convierte en aliada de la República Romana. El Santuario de Delfos fue saqueado por Lucio Cornelio Sila en el 86 a. C., durante las Guerras Mitridáticas. En 83 a. C., una tribu tracia asaltó a Delfos, quemó el templo, saqueó el santuario y robó del altar. El mismo año, el templo fue severamente dañado por un terremoto. En el s. I d. C. Delfos fue saqueada por Nerón, que se llevó 500 estatuas de bronce, y dividió la llanura de Cirra entre sus veteranos. El oráculo renació nuevamente en el siglo II d. C. durante el gobierno del emperador Adriano, quien visitó el oráculo, le ofreció total autonomía y recuperó un poco de su antiguo esplendor. En el curso del siglo III, los cultos orientales se hicieron más populares que el panteón griego tradicional. El cristianismo, que comenzó como un culto mistérico más, fue ganando terreno y esto resultaría en la persecución del paganismo en el Imperio romano tardío. En el siglo IV, Constantino el Grande saqueó varios monumentos, especialmente el Trípode de Platea, que utilizó para adornar su nueva capital, Constantinopla. Su sobrino, el emperador Juliano el Apóstata (332-363) renegó del cristianismo e intentó un renacimiento pagano que fue particularmente efímero. Cuando su médico, Oribasio de Pérgamo, visitó el oráculo de Delfos para consultar por el destino de la antigua religión, recibió una respuesta negativa: “Di al rey que la gran casa ha caído. Febo ya no tiene aquí su morada, ni los brotes de laurel sagrado; las fuentes están silenciosas, las voces están calladas” (Passio Artemii).
El auriga de Delfos, ca. 474 a. C. Museo de Delfos.

Hiperbórea:

Reino fabuloso. Hiperbórea es el reino de la eterna primavera ubicado en el extremo norte, más allá de la casa del viento del norte (la primera vez que se menciona a Hiperbórea es en Historias de Heródoto en Libro IV, Melpómene 13 y 32–36, donde se registran tres fuentes anteriores: Hesíodo y Homero, este último en su obra perdida Epigonos, aunque en la Ilíada XII, 6 se evoca a los Abios, el pueblo más alejado que conocían los griegos hacia el norte y los más justos entre los hombres, y el poeta Aristeas de Proconeso hijo de Castrobio, que escribió un poema llamado Arimaspea).

El pueblo consagrado a la paz, al ocio y al culto de Apolo es el lugar de nacimiento deLatona (Diod. II 47, 2). Desde Hiperbórea, Leto embarazada, convertida en loba para escapar de Hera, habría viajado hasta Delos en solo doce días y por eso los lobos dan a luz a sus cachorros en solo doce días (Arist. Invest. Anim.VI 35). Los nativos se consideraban todos sacerdotes de Apolo, que allí residía un año de cada diecinueve (el año de Metón, Diod. II 47.1, el ciclo metónico es tiempo en que las fases de la luna vuelven a coincidir en la misma fecha del año solar). Apolo se enamoró de Cibeles y viajó con ella al país de los Hiperbóreos (Diod. III 59.6).

Longevidad. Los Hiperbóreos nacieron de Gea (Hesíodo Catalogo de mujeres Frag. 40A). Su raza fue bendecida con una larga vida, sin tocar la guerra o el trabajo duro. Ni las enfermedades ni la vejez afectan a esta raza sagrada; viven sin fatigas ni luchas, fuera del alcance de la intransigente Némesis (Pínd. Pít. X 34). Los Hiperbóreos viven mil años (Estrabón XV 1,57, no tantos como los Macrobios que viven doce mil siglos en las riberas del océano, Arg. Órf. 1108, que en Hdto. III 17 son los Etíopes). La muerte no les sobreviene sino por estar hartos de vivir: después de darse un festín y tras haber vivido una opulenta vejez, saltan al mar desde lo alto de una roca (Plinio IV 26, 90).

Las fiestas. En la isla donde habitaban se daban dos cosechas al año gracias, gracias al magnífico clima que disfrutaban, los afortunados Hiperbóreos(Diod. III47.1 = Hecateo de Abdera, Fr. 7). La
abundancia y fertilidad de sus tierras les permitía llevar una vida alegre y despreocupada (Pind. Ol. III, 31-34). Perseo encontró a los hiperbóreos sacrificando hecatombes de asnos en honor a Apolo, al igual que realizaban todo tipo de actividades musicales dentro de una forma de vida particularmente festiva (Pind., Pít. X 31-34). Las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides no se encontraban en Libia sino en el país de los Hiperbóreos, donde las tomó Atlas (Apd.II 5.11).

El sacrificio de asnos. Clinis el babilonio, quiso realizar el sacrificio de asnos de la misma manera que realizan los hiperbóreos pero Apolo amenazó con matarlo porque ese rito estaba reservado a los hiperbóreos. Asustado ante esta amenaza, retiró del altar los asnos. De su mujer, Harpe, había tenido tres hijos: Licio, Ortigio y Hárpaso, y una hija, Artémica. Licio y Hárpaso, le aconsejaron que sacrificara los asnos y se divirtiera en la fiesta, mientras que Ortigio y Artémica le recomendaron que obedeciera a Apolo. Hárpaso y Licio a los asnos trataron de arrastrar hacia el altar. Apolo volvió furiosos a los asnos, que ya se disponían a devorar a los hijos, a los sirvientes y al mismo Clinis. A punto de perecer, llamaron en su auxilio a los dioses a grandes voces. Poseidón se compadeció de Harpe y de Hárpaso, y los convirtió en pájaros. Leto y Ártemis decidieron salvar a Clinis, Artémica y a Ortigio. Clinis se transformó en un Hypáeto e que ocupa el segundo lugar entre los pájaros después del águila. Licio quedó convertido en un cuervo de color blanco, pero pronto, por decisión de Apolo, se volvió negro, porque fue el primero en anunciar la boda de Corónide, la hija de Flegias, con Alcioneo. Artémica se transformó en un Piphinx, pájaro amado por los dioses y por los hombres, y Ortigio en un Paro, porque había persuadido a su padre Clinis para que sacrificara cabras en lugar de asnos (Ant. Lib. 20).

Localización. Los más distantes de los hombres, que habitan los limites septentrionales del mundo, más allá del gélido viento del norte y junto a las riberas del Oceáno (Píndaro, Ol. 3,31), de la misma forma que los etíopes (Od. I,123) o los hipernotios (Heródoto, 4,36) habitan los limites del sur. Una región septentrional donde reinan el silencio y la noche (Alcman fr. 90 Page). Ni las naves ni los pies en marcha pueden encontrar el camino maravillosos a las reuniones del pueblo hiperbóreo (Pínd. Pít. X 27).

La frontera sur de Hiperbórea estaba protegida por los picos amargamente fríos de las intransitables montañas Ripeas, hogar de Bóreas (el Viento del Norte) cuyo aliento frío trae el invierno a las tierras del sur. Sus picos estaban habitados por Grifos, con cuerpo de león y cabeza y alas de águila, que custodiaban el oro y sus valles por la feroz tribu Arimaspos de un solo ojo, que intentaban robar el oro de los grifos. Debajo de las laderas del sur habitan los Pterophoros (‘portadores de plumas’, porque la nieve en forma de pluma cae constantemente, Plinio HN IV 88), una tierra desolada y cubierta de nieve maldita por el eterno invierno. Los Isedones fueron expulsados de sus tierras por los Arimaspos; los Escitas por los Isedones y los Cimerios empujados hacia el mar del sur por los Escitas (Hdto. IV 13,1).

Los Montes Ripeos. Desde lo alto de los Montes Ripeos el viento Bóreas era lanzado hacia las latitudes mediterráneas (Esquilo, frag. 102 Mette; Escolio a Edipo en Colono 1248; Damasto de Sigea 5 F 1 Jacoby; Aires, Aguas y Lugares 19, 2). Se ha situado el hogar de Boreas, las montañas del Rifeas e Hiperbórea en occidente, cerca del Danubio (Heráclides Póntico y Antímaco, identificaron las montañas de Ripeas con los Alpes, y los hiperbóreos como una tribu celta, quizás los helvecios, que vivían más allá de ellos; Posidonio, Escolio Ap. Rd. Arg. II 675 también identifica a los Montes Ripeos con la cadena alpina). También en oriente, donde nace el rio Tanais o Don que desemboca en la laguna Meótide (mar de Azov) que es el límite entre Europa y Asia (Plinio el Viejo, Historia Natural IV 78; Hecateo de Mileto creía que las montañas de Ripeas estaban adyacentes al Mar Negro; Aristóteles colocó las montañas de Ripeas en los límites de Escitia, e Hiperborea más al norte) y por ello se ha identificado Hiperbórea con Tracia (Paus. V 7.8; Sófocles, Antigona, 980; Esquilo, Agamenón, 193; 651; Simonides de Ceos en escolio Ap. Rd., I 121; Calímaco Himno a Delos, IV 65), Escitia (el filósofo estoico, Hierocles, equiparó a los hiperbóreos con los escitas y las montañas de Ripeas con los montes Urales; Clemente de Alejandría en Exhortación a los Griegos II; el gramático Simias de Rodas conectó a los hiperbóreos con los Masagetas) y Siberia (dado que Heródoto sitúa a los hiperbóreos más allá de Masagetas e Isedones, pueblos de Asia Central, parece que sus hiperbóreos pueden haber vivido en Siberia. Herácles buscó la cierva con cuernos de oro de Artemisa en Hiperbórea. Como el reno es la única especie de ciervo de la cual las hembras tienen cuernos, esto sugeriría una región ártica o subártica...). La situación de los hiperbóreos, más allá del Aquilón (Bóreas), en el polo Norte, pero destacan la fertilidad de su suelo y la felicidad de su existencia en un clima templado tras los Montes Rifeos (Plinio NH IV 89) caracterizan a los Hiperbóreos de occidente y a los Atacoros, situados en el extremo oriental, que tenían un estilo de vida similar (posiblemente son mencionados como Uttarakuru en el Mahabharata).

El río Erídano. Su río principal es el Eridano, cuyas orillas estaban bordeadas de álamos que barrían el ámbar y sus aguas albergan bandadas de cisnes blancos. Bendecida con la eterna primavera, la tierra producía dos cultivos de grano por año, pero la mayor parte del campo era salvaje y estaba cubierta de hermosos bosques, el llamado "jardín de Apolo". Al país de los Hiperbóreos de buenos caballos, huyeron las Harpías perseguidas por los Boréadas, a lo largo de las escarpadas riberas del Erídano, de donde viene el ámbar (Hesíodo, Eeas o Catálogo de mujeres 150) y donde se pone el Sol (Avieno, Costas marinas 665).

En su regreso a Grecia desde La Cólquide, la nave Argo entró en un pantano que forma el río Erídano, que todavía ardía porque era el lugar donde Faetón, golpeado por el rayo de Zeus, cayó del carro de Helios. Su medio hermano Cicno (hijo de esténelo y Clímene), afligido por la pena, se convirtió en un cisne y los ancianos hiperbóreos, metamorfosean en cisnes después de bañarse en sus agua (Ovidio, Met. X 19-400). Las hermanas de Faetón, las Heliades, más tarde, se transformaron en álamos en sus orillas y sus ojos derramaron abundantes gotas de ámbar que el sol seca y una racha de viento arrastra hasta el Erídano (Ap. Rd. IV 594; Filóstrato, Cuadros 11). Para los Celtas, las gotas de ámbar son las lágrimas del mismo Apolo porque para vengar la muerte de su hijo Asclepio, fulminado por Zeus porque había osado resucitar a mortales, Apolo mató a su vez a los Cíclopes, por lo cual hubo de exiliarse un tiempo entre los Hiperbóreos (en la versión corriente, al servicio de Admeto, Pínd. Pít. III 24; Apd., III 10, 3).

Los reyes. En Hiperbórea reinan los gigantes hijos de Bóreas y Quíone, que fueron tres hermanos uterinos, de seis codos de altura. Su capital contenía un templo circular dedicado al dios donde se sacrificaban hecatombes de asnos en su honor. El pueblo celebra a su dios Apolo en un carnaval eterno de música, canciones y bailes a los que se unen los dulces cantos de los cisnes hiperbóreos. Cuando en el momento acostumbrado realizan el ritual establecido por Apolo, descienden de los Montes Ripeos bandadas incontables de cisnes y después rodeando el templo como si quisieran purificarlo con su aleteo, bajan hasta el recinto sagrado, que es grandísimo de tamaño y de hermosura extremada. Los cisnes cantaban en perfecta armonía junto a los humanos acompañados por los tañidos de la cítara (Eliano, Sobre los animales XI, 1 = Hecateo de Abdera, Frag. 12). 

Hiperbóreos y celtas. La umbrosa fuente del Istro (Danubio) se encuentra entre los hiperbóreos adoradores de Apolo (Pínd.). El río Istro nace en el país de los Celtas junto a la ciudad de Pyrene (Hdto. II 33). Los Hiperbóreos habían saqueado Roma (según Heráclides Póntico aunque Aristóteles refiere que fueron los celtas, en Plut. Camilo 22).

Existió un rey celta llamado Bóreas que perdió a su hija Ciparisa y fue el primero en plantar un ciprés en su tumba que desde entonces ens un árbol de duelo (Asclepiades de Tragilo Frag. 19 en Probo sobre Georg. II 84).

Hiperbórea y Gran Bretaña. Los hiperbóreos habitaban una gran isla de extensión pareja a la de Sicilia, frente a las tierras de los celtas (Hecateo de Abdera). Esta isla está situada en el norte y está habitada por los hiperbóreos, a quienes se llama así porque su hogar está más allá del punto donde sopla el viento del norte (Bóreas); y la isla es a la vez fértil y productiva de todos los cultivos, y tiene un clima inusualmente templado. Los hiperbóreos tenían en su isla "un magnífico recinto sagrado de Apolo y un templo notable que está adornado con muchas ofrendas votivas y es de forma esférica". Algunos estudiosos han identificado este templo con Stonehenge en Gran Bretaña o las Piedras de Callanish en la isla de Lewis, en las islas Hébridas Exteriores de Escocia (Hecateo de Abdera, en Diodoro Siculo, II, 47–48). Hiperbórea, que se muestra como una península o isla, se ubica más allá de lo que hoy es Francia, y se extiende más al norte-sur que al este-oeste (Estrabón I 2,10 y 17; VII 3,6).

Boreas moraba en el extremo del territorio galo, y tenía una columna erigida en su nombre al borde del mar (Pseudo Escimno, Periegesis, 183, puede ser una referencia geográfica al norte de Francia, e Hiperbórea como las Islas Británicas que se encuentran más allá del Canal de la Mancha). El Mar del Norte se denominó el "Océano Hiperbóreo" (Ptolomeo, Geograa, II 21 y Marciano de Heraclea, Periplo, II 42). El abuelo del emperador Honorio, el conde Teodosio de Hispania, general de Valentiniano I (364-375) recuperó Britania, que había sido invadida por sajones, pictos y escotos; rompió las olas hiperbóreas con sus audaces remos (Claudiano, Panegírico al III consulado del emperador Honorio, 56).

Hiperbórea y la Saga Delia:

Arge y Opis. Las jóvenes Opis y Arge (Hecarge en Calímaco, Himno a Delos 292) llegaron a Delos «con las mismas diosas», para acompañar a Leto, nacida en Hiperbórea (Diod.), en el parto (Hdto. IV 35). Fueron las doncellas que cuidaron a Apolo y a Ártemis en su infancia (Servio, Comentario a la Eneida XI 532). El gigante Orión fue asaetado por la diosa Ártemis por haber violado a Opis, la doncella de los Hiperbóreos (Apd. I 4,5).

En la isla se encuentran sus tumbas y se realizan una fiesta en su honor. Las mujeres hacen colectas invocándolas en un himno compuesto por el licio Olén y los jonios, de arrastradizas túnicas, acuden con sus hijos y castas esposas a estas fiestas. Una vez hacen los sacrificios, queman muslos en el altar y derraman las cenizas sobre la tumba. Con en el tiempo, estas fiestas dejaron de celebrarse pero los atenienses, después de la purificación de Delos (425 a.C), instituyen de nuevo las Delias, que se celebran cada cuatro años, con coros, danzas, música, pugilato y carreras de carros (Tucídices III 104).

Hipéroca y Laódice. Los hiperbóreos enviaron a dos muchachas llamadas por los delios Hipéroca y Laódice (en Heródoto, pero en Calímaco IV290 son tres doncellas llamadas Upis, Loxo y Hecaerge que vienen del país de los rubios Arimaspos) y con ellas, para su protección, viajaron cinco hombres llamados Perfereos. Ellas vinieron a Delos para entregar a Ilitía ofrendas por acudir finalmente a ayudar a Leto en el parto pero no regresaron a su patria y fueron enterrados en la isla. Las novias de Delos, antes de su boda, se cortan un rizo del pelo y, enrollándolo en un huso, lo depositan sobre la tumba de Hipéroca y Laódice; los jóvenes, se cortan un mechón de su cabello y, enrollándolo con hierba, lo depositan sobre la tumba de los Perfereos (Hdto. IV 34, también las muchachas megarenses antes de la boda ofrecen sus cabellos a la tumba de Ifínoe, esposa de Alcátoo, hijo de Pélope, Paus. I 43.4).

Las ofrendas de los Hiperbóreos. Como sus emisariss nunca regresaron, los Hiperbóreos enviaron las ofrendas (de los primeros frutos como diezmo, según Calímaco) embaladas en trigo que van pasando de pueblo en pueblo hasta llegar a Delos. Desde los hiperbóreos pasan a los Escitas, y de éstos, van siendo recibidas por los pueblos vecinos, que las transportan hacia occidente, hasta las muy lejanas costas del Adriático. Desde aquí van al sur, hasta el santuario de Dodona; y de allí al golfo Melieo y Eubea, donde llegan a Caristo, al sur de la isla; de allí a Tenos y son sus habitantes quienes las llevan finalmente a Delos (en Calímaco, los primeros griegos en recibirlas son los de Dodona, después pasan a la ciudad de Sagrada, quizá Ambracia, y a los montes de la tierra Mélide, en Tesalia. De allí a la fértil llanura de Lelantia de los abantes de Eubea; y desde aquí a Delos).

En algún momento, sea porque las invasiones Celtas o por la toma de control de Atenas sobre Delos, las ofrendas desviaron la ruta hacia oriente. Las ofrendas pasan de mano en mano desde los Hiperbóreos a los Arimaspos y, de éstos, a los Isedones, que se las dan a los Escitas para que las lleven a Sinope y desde allí, los griegos las llevan hasta el demo de Prasias en Atenas, donde había un templo de Apolo y de aquí pasan a Delos (Paus. I 43.4).

Abaris el Hiperbóreo. Los Hiperbóreos son muy amistosos con los griegos, especialmente con atenienses y delianos. Abaris el hiperbóreo, el hijo de Seutes, curandero y sacerdote de Apolo, renovó los lazos de amistad de su pueblo y los Delianos (Diod. II 47.1) y acudió como embajador hiperbóreo en la tercera Olimpiada (Gregorio, Epitafio de Basilio el Grande). Sanaba enfermedades mediante conjuros (Platón Cármides 158C), estaba dotado con el don de la profecía, y por su vestimenta escita y su sencillez alcanzó gran fama (Estrabón VII 3.8 dice que era escita como el filósofo Anacarsis). Abaris viajó alrededor del mundo con una flecha que simboliza a Apolo (Nono XI 132), sin comer (Hdto. IV 36). Construyó un templo a Perséfone Salvadora en Esparta (Pausanias IX10). En la corte del tirano Falaris de Acragas discutió de filosofía con Pitágoras (Jámblico, VP 92-93).

Hiperbóreos y Delfos.

Al poco tiempo del parto de Leto: unos cisnes sobrevolaron siete veces la isla de Delos (Cal. IV 250) y Zeus les encargó la misión de tirar del carro que debía llevar por los aires a Apolo hacia Delfos. Los cisnes se desviaron de ruta y llevaron al dios junto a los hiperbóreos. Apolo permaneció allí por espacio de un año, legislando para ellos y recibiendo su culto y sus ofrendas hasta que, por fin, decidió dirigirse a Delfos donde estableció su oráculo (Diod. II, 47.7 = Hecateo de Abdera, Frag.7).

Olén fue un poeta legendario, de origen licio (Hdt., IV, 35) o procedente del país de los hiperbóreos supuesto inventor del hexámetro y junto a sus compañeros Págaso y Agieo, atribuía la poetisa Beo la fundación del oráculo de Delfos, cuya primera pítia se habría llamado Femónoe (Paus. X 5, 7), donde realizó por vez primera profecías en hexámetros.

El segundo templo del santuario fue construido por peregrinos hiperbóreos con cera de abejas y plumas y fue enviado a los Hiperbóreos por Apolo (Paus. X 5.7).

El rey Creso de Lidia, que había realizado ricas ofrendas en el santuario de Delfos, fue derrotado por Ciro el grande de Persia (546 a.C.). Cuando estaba en la pira funeraria, fue salvado por Apolo quien decidió llevarse al rey depuesto al país de Hiperbórea, donde se le honraba con mayor devociones (Baquílides Epinio 3 A Hierón, 21).
 

Cuando el ejército de los Gálatas intentó apoderarse del templo (279 a.C.), los hiperbóreos Hipéroco y Amádoco, con Pirro el hijo de Aquiles, aparecieron en el campo de batalla como fantasmas, derrotando al ejército invasor (Paus. I 4.4).

Olimpia:
 

Heracles, el hijo de Anfitrión, en su trabajo de la captura de la cierva cerenitia se adentró tan profundamente en la zona septentrional de Europa que llegó al país de los hiperbóreos, donde quedó asombrado por su rica y exuberante vegetación y al persuadirlos con buenas palabras, consiguió algunos esquejes que, a su vuelta a Grecia, haría plantar en la llanura de Elide, hasta entonces completamente deforestada. Así los hombres compiten en Olimpia a la sombra de los árboles y los vencedores consiguen la corona de ramas de olivo (Pind. Ol. III 11).
 

Hércules el Dáctilo, estableció los Juegos Olímpicos en honor a Zeus. Hizo un peregrinaje a Hiperbórea para obtener los olivos sagrados para coronar al ganador con una rama (Paus. V 7.6).