Afrodita

Afrodita (copia romana s. II d. C). Museo arqueológico nacional de Atenas.

Afrodita, numen del amor y la belleza, en hermosura superó a todas las demás diosas y por ello recibió la manzana dorada de París. Hebe es su heraldo, y Peito, con las Horas y las Cárites, sus asistentes y compañeras (Pind. Nem. VIII 1). Zeus puso a los matrimonios bajo su patrocinio (Hom. Il. V. 429; Od. XX 74; Pind. Pit. IX 16). Como ella misma había brotado de la espuma del mar, algunas leyendas la representan como si tuviera algún poder sobre el mar (Virg. En. VIII 800; Ov. Heroid. XV 213; Paus. II 34.11).

Afrodita poseía un ceñidor mágico (κεστòν, el cesto, cinturón o faja de mujer utilizado en la antigua Grecia) que tenía el poder de inspirar amor y deseo por aquellos que lo llevaban. Una vez fue tomado por Hera cuando deseó estimular el amor de Zeus (Hom. Il. XIV 214). La flecha también se menciona a veces como uno de sus atributos (Pind. Pit. IV 380; Teocrit. XI 16).

Los animales sagrados para ella aparecen representados en su carro o sirviendo como sus mensajeros, son el gorrión, la paloma, el cisne, la golondrina (Safo, en Ven. 10; Aten. IX P. 395; Horacio Carm. IV 1. 10; Eliano, Hist. An. X. 34) y la torquilla (Lynx, metamorfoseada hija de Peito y Pan, Suda). Como Afrodita Urania, la tortuga, símbolo de modestia doméstica y castidad, y como Afrodita Pandemos el carnero era sagrado para ella. En el reino vegetal eran el mirto, la rosa, la manzana, la amapola (Ov. Fast. IV 15. 143; Bion. Idil. I. 64; Paus. II 10.4). El planeta Venus y el mes primaveral de abril le estaban dedicados (Cic. De Nat. Deor. III 20; Ov. Fast. IV 90).

El culto a Afrodita se introdujo desde Siria a las islas de Chipre y Citera desde donde se extendió por toda Grecia. Se dice que ha sido traído vía Siria desde Asiria (Paus. I. 14. 6). Afrodita parece haber sido originalmente idéntica a Astarté, llamada por los hebreos Ashtoreth. La diosa romana Venus fue identificada con la Afrodita griega. Los principales lugares de su culto en Grecia fueron las islas de Chipre y Citera. En Cnido (Caria) tenía tres templos, uno de los cuales contenía su famosa estatua de Praxíteles. El monte Ida en Troas era un lugar antiguo de su adoración, y entre los otros lugares podemos mencionar particularmente la isla de Cos, las ciudades de Abidos, Atenas, Tespía, Megara, Esparta, Sición, Corinto y Eryx en Sicilia. Los sacrificios que se le ofrecieron consistían principalmente en incienso y guirnaldas de flores (Virg. En. I. 416; Tácit. Hist. II 3), pero en algunos lugares se sacrificaban animales como cerdos, cabras, terneras y liebres. En Corinto se realizaba un extraño culto de origen oriental, gran número de mujeres pertenecían a ella, se prostituían en su servicio y llevaban el nombre de hierodouloi.

Genealogía:

El nacimiento de Afrodita:

I. La primera Venus sería hija de Urano y Hemera, es decir, del Cielo y el Día, y tenía un santuario en Élide (Cic. De Nat. Deor. III 23; Natal. Com. IV 13; Cf. Lucius Ampelius, Liber Memorialis IX).

II. La segunda había brotado de la espuma ('afhros') del mar, que se había reunido alrededor de las partes mutiladas de Urano, que Cronos había arrojado al mar después de que él hubiese castrado a su padre (Hesíodo. Teog. 190) y es la madre con Hermes del segundo Cupido. Igualmente, Sri-Laksmi, diosa de la belleza y de la fortuna en la religión védica, nació de la espuma del mar durante el batido del océano de leche (Ramaiana 45, 40-43) .

Estatua de márfil de la diosa Laksmi, encontrada en Pompeya (s. I d.C). Gabinete secreto del Museo Arqueológico Nacional e Nápoles.
La diosa, después de levantarse de la espuma, se acercó por primera vez a la isla de Citera, y de allí fue a Chipre. Mientras caminaba por la orilla del mar, las flores brotaron bajo sus pies. Eros e Himeros la acompañaron a la asamblea de los otros grandes dioses. Todos ellos se sintieron admirados y enamorados cuando apareció, y su belleza extraordinaria hizo que todos desearan tenerla por esposa (Hesíodo, Teogonía 176).

III. La tercera Afrodita es hija de Zeus y Dione (Il. V. 370, XX 105; Eurípides, Hel. 1098; Apd. I 3; e Hig. Fab. pref. 19; Ovidio, Met. IV 532), esposa de Vulcano, que tuvo con Ares a Anteros. Dione es una Oceánide (Hes. Teog. 353), una de las Titánides (Apd. I 1, 2) o una  una Nereida (Apd. I 2, 7). 

IV. La cuarta fue concebida de Siria y Chipre; es Astarté, esposa de Adonis (Astarté es hija de Cielo y Tierra en Sanjuniatón, autor fenicio traducido por Filón de Biblos y trasmitido por Eusebio de Cesarea, Preparación evangélica I 9). Las tradiciones posteriores la llaman hija de Cronos y Evonime (según Epiménides, Afrodita es hija de Cronos y Evónime, hermana de las Moiras y las Erinias; en Escolio de Tzetzes a Licofrón 405, en el Hades, Ayax maldice a Afrodita por la inspirarle a violar a Casandra y así cayó en las trampa de las Erinias) o de Urano y Hemera.

Mito de sucesión:

Gigantomaquia:

En las pinturas de jarrones griegos que representan la Gigantomaquia, a veces se representa a Afrodita conduciendo el carro de Ares a la batalla.

En Fanagoria, en el Bósforo, hay un templo notable de Afrodita Apatouros (Engañadora). El epíteto de la diosa aduce un cierto mito, según el cual los Gigantes atacaron a la diosa allí, pero ella llamó a Heracles en busca de ayuda y se escondieron en una cueva. Luego, admitiendo a los Gigantes uno por uno, los entregaron a Hércules para que los asesinaran a través de la "traición" (apate) (Estrabón, Geografía XI 2.10).

Tifonomaquia:

Tifoeo, saliendo de las profundidades más bajas de la tierra, golpeó el terror en esos corazones celestiales, y todos se volvieron de espaldas y huyeron, hasta que encontraron refugio en Egipto y el Nilo de siete bocas ... Tifoeo Terrígena los persiguió y los dioses se ocultaron en formas espúreas. Venus se convirtió en un pez (Ovidio, Metamorfosis V 319).

Una vez Dione (Afrodita), huyendo del terrible Tifón (cuando Júpiter empuñó las armas en defensa del cielo), llegó al Eufrates con el pequeño Cupido a cuestas y se sentó junto al borde del agua palestina. Los álamos y los cañaverales dominaban las cimas de los bancos y los sauces también ofrecían una esperanza de ocultamiento. Mientras ella se escondía, la madera rugió con el viento. Pálida de miedo, creyó que se acercaba una banda de enemigos. Mientras apretaba a su hijo contra el pecho, pidió ayuda a las Ninfas. Sin demora, saltó al río. Dos peces gemelos los rescataron (en Higino, Astronómica II 30, se transforman en peces) por lo cual, las estrellas actuales se llaman 'Piscis'. Los reverentes sirios piensan que es un sacrilegio servir a la mesa esta especie y no profanan su boca con peces (Ovid., Fastos II 458).

Antropogonia:

Zeus pidió al famoso Hefesto que mezclaran la tierra con agua y que creara una forma de doncella dulce y encantadora, como las diosas inmortales en el rostro. Atenea le enseñó la costura y el tejido. La dorada Afrodita derramó gracia sobre su cabeza y el cruel anhelo y los cuidados que cansan las extremidades de los hombres. Pero encargó a Hermes que le pusiera una mente descarada y una naturaleza engañosa. Así que ordenó. Llamaron a esta mujer Pandora (Todos los regalos), porque todos los que moraban en el Olimpo le dieron un regalo y la convirtieron en una plaga para los hombres que comen pan (Hesíodo, Obras y Días 60).

La corte de Afrodita:

El gran séquito de la diosa que incluía a Eros y los Erotes, las personificaciones del amor y el deseo, y las Cárites, diosas de la gracia y la belleza, y la Horas, diosas de las estaciones. Su más importante compañero fue su hijo Eros, figura inseparable utilizada como el atributo estándar de la diosa en el arte, pero la pintura de Afrodita a menudo está rodeada por una multitud de diosas oscuras que personifican los diversos placeres de la vida.

Los Erotes:

Eros e Himeros, siguieron a Afrodita al nacer y al entrar en la asamblea de los dioses (Hesíodo, Teogonía 176). Cuando Afrodita surgió deambulando sobre las olas, a su lado Eros e Himeros cabalgaban en delfines y bailaban (Anacreóntica, Frag. 57). Afrodita salió del mar con una guirnalda de espuma en su cabeza y alrededor de ella flotaba Himeros (Quinto de Esmirna V 567). Afrodita fue atendida por un millar de tiernos Erotes al salir del mar que dio a luz (Propercio, Elegias II 2).

En una tranquila región del cielo, donde Afrodita tiene su hogar, sobre las almohadas un grupo de tiernos Erotes le ruegan que haga señas donde ella les pide que lleven sus antorchas, qué corazones traspasarán; ya sea para destruir su crueldad en la tierra o en el mar, para poner a los dioses en desacuerdo o, una vez más, para molestar a Zeus (Estacio, Silvas I 2.51).

En el templo de Afrodita en Megara hay estatuas de Peito (Persuasión) y otra diosa a la que llaman Paregoron (Consoladora), obras de Praxiteles. De Escopas son Eros (Amor) y Himeros (Deseo) y Poto (Anhelo), si es que sus funciones son tan diferentes como sus nombres (Paus. I 43.6).
Poto de Escopas, versión de la Centrale Montemartini de Roma

Las Horas:

Después de que Afrodita naciera del mar, fue llevada por los Vientos a la isla de Chipre y allí las Horas la recibieron con alegría. La vistieron con prendas celestiales y joyas y cuando la habían cubierto por completo, la presentaron a los dioses (Himno Homérico 6 A Afrodita).

Mientras Apolo toca la lira y las Musas cantan en la fiesta de los dioses en Olimpo, las Cárites (Gracias) y las alegres Horas (Estaciones) danzan con Harmonia, Hebe y Afrodita, abrazándose por la muñeca (Himno Homérico 3 A Apolo 186). .

Afrodita se viste con ropas que las Gracias y las Horas habían hecho para ella y teñido de flores de primavera. Luego, Afrodita, amante de la risa, y sus doncellas tejieron las coronas de flores de la tierra de olor dulce y las pusieron sobre sus cabezas las diosas de pelo brillante, las Ninfas y Gracias, y la áurea Afrodita también, mientras cantaban dulcemente en el monte de Ida de muchas fuentes (Cypria 4 y 5).

Las Cárites:

Las tres mayores Cárites: Aglaya (Belleza, llamada también Caris, esposa de Hefesto en Il. XVIII 382), Eufrósine (Alegría) y Talia (Abundancia), forman parte del séquito de Afrodita (Teog. 907).

Las Cárites más jóvenes: Paidia (Juego), Eudaimonía (Felicidad), Pandaisia (Banquetes), Pannyakhis (Fiestas Nocturnas), Anteia (Decoraciones Florales), Harmonia (Armonía) son representadas frecuentemente como asistentes de la diosa en la pinturas de cerámica.

Dionisíaca:

Pasitea, hija de Dioniso (Nono, 33.4) o de Hera (Il. XIV 231) es la esposa de Hipnos. Contó todas las aflicciones de su padre Dioniso a su ama, Afrodita: las innumerables filas de Basárides que Morreo, capitán de los indios, había matado, cómo huyó la fugitiva hueste de Sátiros y cómo Dioniso fue azotado con el látigo de las Erínias (la locura enviada por Hera), el gemido de la Ménade Gigarto agonizando en el suelo y la muerte prematura de Codone. Por último, con vergüenza describió las tristezas y la belleza de Calcomede. La dulce Afrodita borró la sonrisa de su radiante rostro rosado y le dijo a su mensajera Aglaya, una de las Cárites mayores que llamara a Eros, su hijo, ese veloz flechador. Eros hizo que el general indio Morreo se enamorara de Calcomede, que lo distrajo de su guerra contra las tropas sin líder de Dionisio (Nono 33).

Calcomede engaña a Morreo, para que se quite las armas y se bañe. Afrodita le enseña la escena a Ares y se burla de él: el amor es más poderoso que las armas (Nono 35, 165).

Concurso de belleza:

Afrodita y tres Cárites, Pasitea, Cale y Eufrosina, disputaron su belleza entre sí. Cuando Tiresias le otorgó el premio a Cale, fue metamorfoseado por Afrodita a una anciana, pero Cale lo recompensó con un hermoso cabello y lo llevó a Creta (Eustath. Ad Hom. P. 1665).

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La saga de los dioses:

I. Amores de Afrodita:

Afrodita estuvo casada con Hefesto (Od. VIII 270, aunque en la Ilíada VIII 383 éste tenía por esposa a Caris y en Hes. Teog. 945 con la gracia/cárite Aglaya). Su falta de fidelidad a Hefesto en su amor con Ares, y la manera en que fue atrapada por el ingenio de su marido, fue cantada por Demódoco en la corte de Alcínoo (Odisea VIII 266). Por Ares se convirtió en la madre de Fobos, Deimos, Harmonía y, según tradiciones posteriores, también de Eros y Anteros (Hesiod. Teog. 934; Hom. Il. XIII 299, IV 440; Cic. De Nat. Deor. III 23).

Ares no fue el único dios a quien Afrodita favorecía: Dionisio, Hermes y Poseidón también disfrutaron de sus encantos. Por Dioniso fue la madre de Príapo (Escolio Ap. Rd. I. 933), por Hermes de Hermafrodito (Ov. Met. IV 289; Diod. IV 6; Luciano, Dial. de los Dioses XV 2), y por Poseidón tuvo dos hijas, Rodo y Herofile (Escolio a Pind. Pít. VIII 24). Pero su primer amor fue un joven dios marino...

1) Nerites:

Doris, la hija de Océano, le dio cincuenta hijas a Nereo, las Nereidas, pero también un hijo llamado Nerites que era el más hermoso de los hombres y dioses. Afrodita se deleitaba con los Nerites en el mar y fue su primer amor.

Cuando por orden de Zeus, Afrodita fue a habitar entre los dioses olímpicos, deseó llevar a su compañero de juegos. Pero él se negó porque prefirió la vida con sus hermanas y padres al Olimpo. Poseía alas, un regalo de Afrodita, pero la hija de Zeus se enfureció y lo transformó su forma en un caracol, y por decisión propia eligió en su lugar a su sirviente Eros y le dio las alas de Nerites (Eliano, Sobre los Animales 14.28).

2) Ares y Hefesto: 

Ares se enamora de Afrodita:

Ares regresó del campo de batalla blandiendo una pesada lanza y comenzó a burlarse de la pequeña arma de Eros. El dios niño pidió al guerrero que tomara una de sus flechas para que supiera lo pesadas que eran. Ares sostuvo la flecha, mientras Afrodita sonreía en silencio. De esta manera, presumiblemente, se enamoró Ares de Afrodita (Anacreóntica, Fragmento 28).

Afrodita es entregada a Hefesto:

El dios herrero fue el esposo de Afrodita, aunque más tarde se divorció de ella a causa de su amor adúltero con Ares. Afrodita nunca fue feliz, obligada a casarse con él por decreto de Zeus, como regalo para liberar a su madre Hera de los lazos del maldito trono dorado (Libanio, Narraciones 7).

Hefesto había sido expulsado del cielo por su madre Hera al nacer, porque estaba avergonzada de tener un hijo lisiado. Tetis y Eurínome lo rescataron y lo criaron en una cueva a orillas del río Océano, donde se convirtió en un experto herrero. Enfadado por el trato de su madre, Hefesto envió al Olímpo un Trono Dorado para Hera. Cuando la diosa se sentó en este trono maldito, fue atada rápidamente y no pudo levantarse (Pausanias, Descripción de Grecia I 20. 3).

Zeus buscó la ayuda de los dioses para liberar a su reina y ofreció a la diosa Afrodita en matrimonio al dios que podía llevar a Hefestos al Olímpo. Afrodita aceptó el arreglo en la creencia de que su amado Ares prevalecería.

Ares asaltó la fragua de Hefesto, portando armas, pero fue expulsado por el divino herrero con chorros de metal en llamas (Libanio, Narraciones 7).

Dionisio se acercó al dios y le sugirió que podía reclamar a Afrodita para sí mismo si liberaba a su madre voluntariamente. Hefesto estuvo satisfecho con el plan, regresó al Olímpo con Dioniso y liberó a su madre. Poseidón, hostil a Atenea, instó a Vulcano a pedir a Minerva en matrimonio (Higino, Fab. 166). Pero Hefesto reclamó a la diosa del amor como esposa.
Vaso de François (Clitias y Ergótimo, s. VI a.C.) Cerámica de figuras negras ateniense. Dioniso regresa al Olímpo con Hefesto sentado sobre un burro. Museo Arqueológico de Florencia.

Afrodita esposa de Hefesto:

Hefesto construye un palacio para Afrodita (Ap. Rd., Argonautica III 36).

Afrodita enamora a los Argonautas y las mujeres de Lemnos. Cípris quiso complacer a Hefesto y salvar su isla de Lemnos después del asesinato de todos los varones (Ap. Rd., Argonautica I 850).

Hefesto construye una armadura para Eneas. Venus habló con su exmarido, Vulcano mientras yacían en su habitación de cama dorada, respirando en las palabras todo su divino atractivo. Como él vacilaba, la diosa lo abrazó suavemente con sus brazos de nieve, acariciándolo aquí y allá. Enseguida captó una chispa familiar y sintió que la vieja calidez se lanzaba en su médula, recorriendo todo su cuerpo, derritiéndole; como una centella que hiende a la tronante nube oscura, comienza una estremecedora ráfaga de llamas. Hefesto, eterno esclavo del amor, cedió a sus peticiones (Eneida VIII 372).

Adulterio de Ares y Afrodita:

Demódoco, bardo feacio, cantó los amores de Ares y Afrodita, cómo primero se unieron secretamente en la morada de Hefesto. Helios (el dios del sol es el primero en ver todas las cosas) los había visto en su coqueteo y se apresuró a contarle a Hefesto la infidelidad de su esposa (Ov. Met. IV 170). La noticia era tan amarga como de hiel. Se dirigió hacia su herrería, meditando venganza y forjó unas cadenas de adamantio que no podían romperse ni desgarrarse para atar a los amantes rápidamente y las fijó alrededor de los postes de la cama, mientras que otras, colgadas de las vigas del techo, colmadas de luz e invisibles para los mismos dioses, eran tan astutas como la mano de obra.

Ares había visto a Hefesto irse, se acercó a la morada del gran artesano, suspirando de amor por Afrodita. Ella acababa de regresar del palacio del poderoso Zeus, su padre, y estaba sentada en la casa cuando Ares entró. Así que se fueron a la cama y se acostaron allí, pero las astutas cadenas de Hefesto les envolvieron, y no pudieron levantar sus miembros ni moverlos en absoluto. El dios artesano cojo con el corazón en un puño, se acercó a su casa y se detuvo dentro del porche. Una furia salvaje se apoderó de él, y él rugió horriblemente, llamando a todos los dioses: "Ven, Padre Zeus. Venid, todos los benditos inmortales con él. Ved lo que ha sucedido aquí, sin importar la risa ni la indulgencia. Afrodita, que tuvo a Zeus por padre, nunca dejó de hacerme enojar y dar su amor al destructivo Ares, ya que él es guapo y firme y yo soy un lisiado desde mi nacimiento. Veréis a la pareja de amantes, mientras yacen abrazados en mi cama. La vista de ellos me pone enfermo de corazón. Sin embargo, dudo de su deseo de descansar allí por más tiempo, porque mis astutas cadenas los sujetarán a ambos hasta que su padre Zeus me haya devuelto todos los regalos de esponsales que le entregué para su hija indiscreta. Belleza que tiene, pero no tiene sentido de vergüenza ''.

Así habló, y los dioses se congregaron allí frente a la casa con su piso de bronce: Poseidón, el sustentador de la Tierra, Hermes, el corredor poderoso y el señor Apolo, que dispara desde lejos; pero las diosas, se mantuvieron dentro de sus puertas por vergüenza. Las risas que no pudieron apagar se alzaron en los labios de estos seres felices cuando fijaron sus ojos en la estratagema de Hefestos. Aquí está Hefesto, el lento y lisiado, pero por su astucia ha derrotado al más veloz de todos los dioses olímpicos, y Ares debe pagar la penalidad de un adúltero.

Para Poseidón no había risa. Imploró al maestro herrero que dejara ir a Ares. Si Ares niega su deuda ('Moixagria' o multa de adulterio, que debe ser pagada por el adúltero capturado) y escapa a otra parte, el mismo pagará lo que deba. Entonces el gran artesano cojo desató las cadenas poderosas. Desatados así, los amantes se levantaron y se marcharon a la vez; Ares se dirigió a Tracia, y Afrodita, la amante de la risa a Pafos en Chipre (Odisea VIII 267). De su abrazo, Harmonía nació, y para ella Minerva y Vulcano entregaron una túnica "sumergida en crímenes" como un regalo (el peplo de Harmonía). Debido a esto, sus descendientes están marcados como malditos. Sin embargo, para la progenie de Sol, Venus, debido a su indiscreción, siempre fue hostil (Hig., Fab. 148; Séneca, Fedra 124).

Los hijos de Ares y Afrodita:

Harmonía fue el producto de su unión adúltera, durante el matrimonio de Afrodita con Hefesto. Los cuatro erotes (Eros, Anteros, Himeros y Poto), Deimos y Fobos, parecen haber nacido después.

Eros: 

Genealogía de Eros:

El niño alado dios del amor era un hijo de Afrodita y su compañero constante. Hefestos vislumbró por primera vez a Eros (Cupido). El novio de pesadas rodillas siempre esperó que Citera (Afrodita) le mostrara un hijo con la imagen de su padre en sus pies. Pero su pensamiento estaba equivocado; contempló a un hijo de pies bien formados, esplendoroso con sus alas, cuyo verdadero padre era Ares (Nonno, Dionisiaca V 88). Existen otras genealogías de Ero: hijo de Urano y Gea (Safo, Frag. 198) Céfiro e Iris (Alceo, Frag. 327), Ilítia (Pausanias IX 27.1), Poros y Penia (Platón, Banquete 178).

Las doce flechas:

Eros tiene doce flechas nutridas por fuego y reservadas para las amantes de Zeus, para cuando su deseo amoroso yerre por himeneos terrenales... (Nono VII 110). En cada una de ellas ha escrito un lema:

- La primera conduce al Crónida hacia el lecho de Ío, la de ojos de vaca.
- La segunda entrega a Europa al toro rapaz.
- La tercera conduce al señor del Olimpo al himeneo de Pluto.
- La cuarta llama al dorado esposo en dirección a Dánae.
- La quinta dispone para Sémele ardientes himeneos.
- La sexta da a la asópida Egina un águila, reina del cielo, como compañera.
- La séptima une a Antíope con el engañoso Sátiro.
- La octava conduce, hacia Leda desnuda un sensato cisne.
- La novena lleva a Día de Perrebia lechos equinos (madre de Pirítoo).
- La décima seduce por tres noches como esposo de Alcmena.
- La undécima persigue el matrimonio de Laodamia (hija de Belerofonte y madre de Sarpedón).
- La duodécima arrastra al esposo de Olimpia arrollado tres veces sobre sí mismo (Olímpia, madre de Alejandro Magno, tuvo un sueño en que se acostaba con Zeus metamorfoseado en serpiente).

Eros y Psique:

Existió una princesa mortal cuya extraordinaria belleza se ganó la ira de Venus cuando los hombres comenzaron a alejar su adoración de la diosa hacia la niña. Afrodita ordenó a Eros hacer que Psique se enamorara de los hombres más horribles, pero el dios en cambio se enamoró él mismo y la llevó a su palacio oculto. Eros ocultó su verdadera identidad y le dijo a Psique que ella nunca debía ver su rostro. Sus celosas hermanas, sin embargo, la engañaron para que desobedeciera y el dios enojado la abandonó. Psique buscó en el mundo su amor perdido y finalmente entró al servicio de Afrodita. La diosa le ordenó que realizara una serie de tareas imposibles que culminaron en un viaje al Inframundo. Psique se reunió después con Eros y la pareja se casó en una ceremonia a la que asistieron todos los dioses. La hija de Eros y Psique es Hedone (Voluptas).

Eros y Ródope:

Hera se inventa una historia para camelar a Zeus y le dice el alado Eros, espoleado por el aguijón del deseo hacia Ródope, hija del Océano, junto a las aguas de Tetis, se ha desentendido de los matrimonios (Nono 32.50).
Afrodita y Eros. Copia romana del s. II d. C. Museo del Hermitage

Anteros: 

El dios del amor recíproco (o  no correspondido) era un hijo de Ares y Afrodita (Cicero, De Natura Deorum III 21).

Himeros:

El dios del deseo, hermano gemelo de Eros, era hijo de Afrodita. La diosa pudo haber nacido embarazada de la pareja, dándoles a luz mientras crecía de la espuma del mar.

Poto:

El dios del anhelo sexual era un hijo de Afrodita. Fue uno de los erotes.

Deimos y Fobos:

Deimos, el dios del miedo y Fobos, el dios del pánico eran hijos de Ares y Afrodita, terribles dioses que conducen en desorden a las filas cercanas de hombres en medio de la guerra, con la ayuda de Ares, saqueador de ciudades (Hesíodo, Teogonía 933).

Harmonía: 

La diosa de la armonía (conyugal y civil) era hija de Ares y Afrodita, nacida de su unión adúltera. Estaba casada con el mortal Cadmo, fundador de Tebas.

3) Dioniso:

El dios del vino que tuvo una corta relación con Afrodita. Hera maldijo a la diosa por tener un niño horriblemente feo, Príapo, como castigo por su promiscuidad.

Himeneo:

El héroe protector de las bodas es hijo de Baco y Venus (Serv., Ad En. IV 127), o de Apolo y Calíope (Escolio Eur. Reso 895; Escolio Pind. Pít. IV 313), o de una Musa Terpsícore (en Alcifron, Cartas de pescadores I 16, 2), Urania (en Nono, Dion. XXIV 88 y XXX III 67) o Clío (Licimno Frag. 768A) o del Deucaliónida Magnes (Ant. Lib. 23). Es un joven, enamorado de una ateniense de alta clase social. Para poder estar con ella, se disfraza y se une en secreto a una procesión de mujeres que celebraban unos ritos. Las jóvenes son secuestradas por unos piratas. Consigue liberarlas y al volver a Atenas, se casa con su amante. A partir de entonces el nombre de Himeneo se invoca en todas las bodas (Serv. Aen. IV 99).

Yaco

Dios de los Misterios Eleusinos, a menudo llamado el Dioniso o Hermes Eleusiniano, según los Himnos Orficos, era un hijo de Dioniso y Afrodita.

Príapo:

El dios de la fertilidad del jardín era un hijo de Afrodita de Dionisos, Zeus o Adonis. Hera, con una furia celosa, puso las manos sobre el vientre de Afrodita y preparó un bebé sin forma, feo y carnoso para nacer. Su madre lo arrojó a una montaña. Un pastor lo levantó. Tenía genitales que se elevavan por encima de su trasero (Suda). Los antiguos, quienes registran en sus mitos que Priapo era el hijo de Dionisio y Afrodita, presentan un argumento plausible para este linaje: los hombres, cuando están bajo la influencia del vino, encuentran a los miembros de su cuerpo tensos e inclinados a los placeres del amor (Diod. IV 6.1).

Peito:

Peito, la diosa de la persuasión y la seducción, esposa de Hermes, era hija de Afrodita, aunque, normalmente se la describía como una hija de Océano y Tetis (Hes. Teog. 349), de Afrodita y Dioniso Safo Frag. 96 y 200; Esquilo, Las Suplicantes 1039; en Nono Dionisiaca 24. 261, Peito, Aglaya y Pasitea parecen hijas de Afrodita y Dioniso), de Prometeo (Alcmán Fr.3) o de Ate (Esq. Agamenón 385). Es la esposa de Hermes (Nono, 48. 230) pero también se llama Peito la primera mujer de Foroneo, madre de Egialeo y de Apis (Escolio de Eurípides, Orestes 920). Cuando Zeus ordenó la creación de la primera mujer, Pandora, fueron Peito y los Cárites quienes le pusieron collares de oro alrededor de su cuello, y las Horas coronaron su cabeza con flores de primavera (Hes., Trabajos y Días, 69).

Su hija Jynx (hija de Peito o de Eco) fue transformada en torquilla por Hera por causar el enamoramiento de Zeus con Io (Escolio a Teocrito 2.17; Escolio a Píndaro Pít. IV 380). Se trata de un ave propicia para los hechizos de amor. Cleopatra, la reina histórica de Egipto, pensó que con esosencantamientos ella había vencido a César y Antonio, y también vencería a Augusto como el tercero (Suda).

Cuando los atenienses asediaron Andros para cobrar sus tributos, se presentaron con las diosas Peito (persuasión) y Ananke (necesidad) pero los andrios respondieron que en sus tierras ya vivían otros dos dioses, Penia (pobreza) y Aporía (necesidad) por lo que el poder de Atenas igualaba a su propia impotencia (Heródoto VIII 111; Plutarco, Temístocles 21.1).

4) Hermes:

Mercurio (Hermes) se conmovió por la belleza de Venus (Afrodita), se enamoró de ella, y cuando no fue correspondido, se sintió muy abatido. Jove (Zeus) se compadeció de él. Mientras Venus se estaba bañando en el río Aqueloo, envió un águila para robar su sandalia y llevarla a Amitaonia de los y entregársela a Mercurio. Venus, al buscarla, se acercó al que la amaba, y así él pudo alcanzar su deseo. Como recompensa se creó la constelación  del águila en el cielo (Higino, Astronomía II 16).

Hermafrodito:

Hermafrodito nació de Hermes y Afrodita y recibió un nombre que es una combinación de los de sus padres (Diod., Biblioteca Histórica IV 6. 5) pero su nombre original era Atlantius y se encontraba entre los mortales más bellos (Higino, Fab. 271).

En las cuevas del monte Ida lo criaron las Náyades. Cuando pasaron tres años, el joven abandonó Ida, su hogar de acogida, su refugio de montaña, ansioso por vagar por tierras extrañas a lo lejos. En las aguas de un estanque de Caria, su forma se fusionó con la de la náyade Salmacis para formar una criatura que era mitad macho y mitad hembra (Ovidio, Metamorfosis IV 288). Hermafrodito obtuvo de sus padres que cualquiera que se bañara en lago de Salmacis o bebiera de su fuente, perdería su virilidad (Estrabón, XIV 2.16).

Cupido:

Nacida de la espuma del mar, Afrodita se convirtió en la madre por Mercurio del segundo Cupido (Cicerón, De Natura Deorum III 21 - 23).

5) Poseidón:

El dios del mar tuvo un romance con Afrodita, quien se mostró agradecido por su apoyo luego de la revelación de su relación adúltera con Ares. Ella le dio dos hijas Rodo y Herófilo.

Rodo:

La diosa de la isla de Rodas y la esposa de Helios era hija de Afrodita y Poseidón (Pind. Olímpica VII 14, aunque normalemnte es hija de Poseidón y Halia, Diod. V 55), esposa de Helios y madre de los Helíadas, que gobernaron la isla de rodas después de la expulsión de los Telquines (Estrabón XIV 2, 7-8; Diod. V 55,1).

Herófila:

Herófila puede ser hija de Poseidón y Afrodita y hermana de Rodo (Escolio Píndaro Pít. VIII 24) y puede identificarse con la Sibila eritrea, hija de Zeus y Lamia o de una ninfa del monte Ida y del pastor Teodoro de Eritras. La primera en llevar el nombre de Sibila, la primera mujer en pronunciar los oráculos, fue llamada por los libios Sibila. Herófila nació antes del sitio de Troya, y anunció en sus oráculos que Helena nacería y se criaría en Esparta para la desgracia de Asia y Europa, y que los griegos lucharán en Troya por ella (Paus. X 12.1).

6) Zeus:

Afrodita huyó como el viento de la persecución de su lascivo padre. Zeus abandonó la persecución porque Afrodita fue demasiado rápida y no pudo atraparla y derramó al suelo la semilla generativa. Gaia (la Tierra) recibió el fructífero rocío del hijo de Cronos, y parió una extraña generación, los Centauros cornudos de la isla de Chipre (Nonno, Dionisiaca 14. 193).

Afrodita más tarde y por su propia voluntad tuvo un romance con Zeus, pero su celosa esposa Hera puso sus manos sobre el vientre de la diosa y maldijo a su hijo, Príapo (Suda).

Afrodita unió a Zeus en matrimonio con su hermana Hera, después de haber sentido los dolores del deseo duradero y la había deseado durante trescientos años. En agradecimiento inclinó su sabia cabeza y le prometió una recompensa digna a Afrodita por el matrimonio (Nono, Dionisíaca 41. 155).

II. Amores de los dioses: 

El poder de la dorada Afrodita despierta una dulce pasión en los dioses, incluso el corazón de Zeus, que se deleita en los truenos, es dominado por ella; aunque es el más grande de todos y tiene la mayor majestad, ella incluso seduce a su sabio corazón cuando le plazca, y lo une con mujeres mortales, desconocidas para Hera (Himno Homérico V A Afrodita).

Solo hay tres corazones que no puede doblegar ni atrapar: los de Atenea, Ártemis y Hestia (Himno Homérico II A Deméter 2). Atenea, la de ojos de lechuza no le agradan las acciones de Afrodita, sino que le atraen las guerras y la acción de Ares, combates y batallas, así como ocuparse de espléndidas labores. Fue la primera que enseñó a los artesanos a hacer carrozas y carros adornados de bronce y les enseñó a las doncellas de piel delicada, en sus aposentos, espléndidas labores. Afrodita quiso competir con Atenea en un concurso de bordado. La diosa del amor demostró ser totalmente inepta en el arte y fue fácilmente derrotada por Atenea (Nono, Dionisíaca 24. 261). Ártemis no se somete al yugo del amor de Afrodita pues se deleita en el arco, abatir fieras en los montes, las forminges, los coros y los penetrantes griteríos de invocación. Hestia, la primogénita de Cronos, fue pretendida por Posidón y Apolo, pero ella no consentía en absoluto, sino que los rechazó con firmeza y pronunció un solemne juramento, tocando la cabeza del padre Zeus: que será virgen el resto de sus días, divina entre las diosas y por eso en todos los templos de los dioses es objeto de honor y entre todos los mortales se la tiene por la más venerable entre las diosas.

Juno, que alaba la castidad, afirma ante las diosas que para la mujer es suficiente unirse a un solo hombre. Afrodita para no contradecirle, preguntó a una gallina cuánto grano sería suficiente para alimentarla y así dejar de escarbar en la tierra. La gallina contestó que aunque le diera el granero entero no podría dejar de escarbar (Fedro, Fábula 11 del apéndice de Perotti).

Hades y Perséfone:

Hades había dejado sus dominios oscuros de un lado a otro, arrastrados en su carroza y corceles de sable, inspeccionó los cimientos de la isla de Sicilia. Su estudio terminó, y no se encontró ningún punto para fallar, dejó de lado sus temores. Mientras él vagaba, Afrodita, desde su trono de la montaña, lo vio y agarró a su hijo de alas rápidas, y dijo: '' Cupido, mi niño, mi guerrero, mi poder, toma esos dardos seguros con los que lo conquistas todo y disparas tus rápidas flechas al corazón del gran dios a quien cayó el último lote cuando se dibujaron los tres reinos. Tu majestad domina a los dioses del cielo e incluso a Zeus, ​​domina a los dioses del mar, incluso Poseidón, ¿por qué debería quedarse atrás el Infierno? ¿Por qué no se extiende el imperio de tu madre y el tuyo? La tercera parte del mundo está en juego, mientras que nosotros en el cielo somos despreciados. Palas y Diana me han abandonado. Y la hija de Ceres, Perséfone, si no lo impedimos, también se mantendrá virgen, su esperanza es la misma. Por el bien de nuestra soberanía conjunta, si eso puede tocar tu orgullo, une en amor a esa diosa y a su tío Hades''. Entonces Cupido, guiado por su madre, abrió su carcaj y, de todas sus mil flechas, seleccionó una, la más afilada y la más segura, la flecha más obediente al arco, dobló el cuerno flexible contra su rodilla y clavó el eje de púas en lo profundo del corazón de Hades (Ovidio, Metamorfosis V 363).
 
Las Asópidas:

De las nueve hijas del río Asopo, Zeus, dador de cosas buenas, tomó a tres de su padre: Egina, Tebe y Platea. Corcira, Salamis y la encantadora Eubea fueron robadas por Poseidón. El hijo de Leto está en posesión de Sinope y Tespia. Tanagra fue tomada por Hermes (Corina, Fragmento 654; además, una décima, Harpina yació con Ares, según Diod. IV 72.1).

Asopo pregunta al vidente de Acrefias por el destino de sus hijas. Eros y Afrodita convencieron a los dioses de que debían ir en secreto a su casa y llevarse a sus nueve hijas. Un día darán nacimiento a una raza de héroes semidivinos, y serán fructíferos y eternos. El portavoz preeminente del santuario sagrado convence a Asopo ceder ante el deseo de los inmortales y alegrarse de ser suegro de los dioses.

Béroe:

Nacimiento de Béroe:

La madre de Béroe es Afrodita, piloto de la vida humana, que la dió a luz blanquísima para el asirio Adonis. Había completado los nueve círculos del curso de Selene llevando su carga cuando Hermes se presentó como auxiliar en el parto laborioso de Béroe. Temis fue su comadrona y a través del hinchado regazo, al desplegar el velo del estrecho parto, elevó el agudo dardo del alumbramiento maduro, sosteniendo los decretos de Solón y trajo a luz a su niña sobre el libro ático. La virgen Astrea tomó al bebéy la alimentó con el pecho sabio y le dijo palabras de ley, le dio de comer y la lavó con agua sagrada. (Nono 41.155).

Disputa de Dioniso y Poseidón:

A medida que Béroe creció, fue considerada como una belleza excepcional y estaba destinada a casarse con Poseidón. Beroe no usaba adornos ni maquillaje, y ella no era vana y nunca se miraba en el espejo. Béroe era mortal, pero su belleza era comparada con la de las diosas.

Afrodita regresó a su propia casa. Ella colocó su propio trono forjado de oro al lado del lugar donde estaba sentado su hijo Eros y le pasó un brazo por la cintura, con un rostro tranquilo, abrió sus brazos contentos para recibirla y ella sostuvo la querida carga sobre sus rodillas. Ella le besó los labios y los ojos, le tocó el arco de la frente y habló con furia fingida estas astutas palabras: "¡Esperas en toda la vida! ¡Cronion es un cruel tirano solo para mis hijos! Después de nueve meses enteros de duro trabajo, di a luz a Harmonia, que sufría los dolores amargos de un parto doloroso, y ahora ella sufre todo tipo de aflicciones y tribulaciones ... Ven, entonces, por la belleza de Béroe de la hermana dibuja tu arco y hechiza a los dioses, o diga, dispara un eje y golpea con el mismo disparo a Poseidón y a Dioniso, bienaventurados ambos. Te daré un regalo para tu tiro largo, que será un salario digno digno de tu hazaña, el arpa de oro, que Febo le dio a Harmonia en la puerta de la cámara nupcial. Lo pondré en tus manos en memoria de una ciudad para ser, para que no solo seas un arquero, sino un arpista, como Apolo''.

Él obedeció su petición; pisando los tacones del tiempo Eros aceleró rápidamente. Cerca de la roca asiria se unió a flechas ardientes en una cuerda, para hacer que dos fantasmas tuvieran el mismo deseo por el amor de una mortal Béroe, rivales por una novia, el dios del vino y el gobernante del mar (Nono, Dionisíaca XLVI 339). Zeus otorgó la mano de Béroe a Poseidón (Nono XLVIII 372). Eros consuela a Dioniso con futuras conquistas amorosas (Nono XLVIII 219): Ariadna en Naxos (Nono XLVII 265), Palene en Tracia (XLVIII 90) y Aura en Frigia (XLVIII 470).

La ciudad de Béroe:

Quiso Arodita dedicar una ciudad a su hija Anímoe (Béroe) la ciudad más antigua del mundo. No cesarán los males de todas las ciudades, contrarios a la paz benefactora, hasta que la justicia de Bérito (Beirut) les llegue, nodriza de la calma, en el mar y en la tierra. Sólo ella en todo el mundo sabrá fortificar las villas con la recia muralla de la ley (Nono XLVI 263).

La maldición de Eos:

Afrodita lanzó una maldición sobre la diosa Eos, por haber tenido relaciones con Ares, que consistía en enamorarse perpetuamente de mortales (Apd. I 4.4): Orión, Titono, Céfalo y Clito.

I. Orión se convirtió en amante de Eos de los rosados dedos. Los dioses que viven con tanta facilidad, estaban celosos de ella hasta que la casta Ártemis en su ropa de oro lo visitó con sus suaves varas y lo mató en Ortigia (Od. V 118).

II. Titono es hijo de Laomedonte y hermano de Príamo de Troya. Eos secuestra a Titono y pide a Zeus ​​que se mantuviera inmortal, que viviera eternamente. Zeus cumplió su deseo pero olvidó pedirle la eterna juventud. Así que mientras disfrutaba de la dulce flor de la vida, vivía alegremente con Eos junto a los arroyos de Océano, en los confines de la tierra. Cuando los primeros cabellos grises comenzaron a ondularse de su cabeza bonita y noble barbilla, Eos se mantuvo alejada de su cama, aunque ella lo apreciaba en su casa y lo alimentaba con comida y ambrosía, y le daba ropas ricas. Cuando la aburrida vejez se apoderó de él, y él no pudo moverse ni levantar sus extremidades, ella lo abandonó en una habitación. Allí balbucea sin cesar, y ya no tiene más fuerza, como una vez que tuvo en sus miembros flexibles (H.H. V A Afrodita 218). Titono y Eos tuvieron dos hijos, Memnón y Ematión. Cuando Heracles viajaba por Etiopía camino al Huerto de las Hespérides, Ematión intentó enfrentarse y resultó muerto (Ferécides 3F73). Memnón muere en la guerra de Troya asesinado por Aquiles (Ov. Met. XIII 576).

III. Céfalo, hijo de Deión de Fócide fue secuestrado por Aurora con quien tuvo por hijo a Titono (Apd. III 14.3) o a Faetón de Siria (Paus. I 3.1). Faetón cuando era un niño pequeño en la tierna flor de la juventud gloriosa con pensamientos infantiles, Afrodita amante de las risas se apoderó de él y lo convirtió en guardián de su santuario por la noche, un espíritu divino (Hes. Teog. 986).

IV. Clito pertenece a la estirpe de los melámpidas. Mantio, hijo de Melampo, tuvo dos hijos, el adivino Polífides y Clito, a quien raptó Aurora por su hermosura (Od. XV 250).

Castigo de Zeus a Afrodita:

La Edad Heroica terminó cuando Zeus decidió poner fin a la práctica de Afrodita de aparear a los dioses con los hombres. Así, hizo que se enamorara de un hombre y sufriera el dolor de tener un hijo mortal. Sobre Afrodita, Zeus lanzó un dulce deseo de unirse al amor de un hombre mortal ... no sea que Afrodita, amante de la risa, pueda un día sonreír suavemente y decir burlonamente a todos los dioses que había unido a los dioses enamorados de mujeres mortales y les habían nacido hijos mortales a los dioses inmortales, y que se habían apareado las diosas con hombres mortales (Himno Homérico V A Afrodita).

Afrodita explica a su amante mortal Anquises que, debido a su relación, sufrirá una gran vergüenza entre los dioses inmortales por siempre. Hasta ahora temían sus burlas y las artimañas por las cuales, pronto o tarde, emparejó todos los inmortales con mujeres mortales, haciéndoles sujetos a su voluntad, pero ahora su boca ya no tendrá este poder entre los dioses, porque muy grande ha sido su locura, miserable y espantosa locura, porque extravió de su mente quien ha conseguido un niño debajo de su faja, al aparearse con un hombre mortal.

Afrodita dio a luz al héroe Eneas, que fue por tradición el último niño mortal nacido de un progenitor divino. Después de su experiencia con Anquises, Afrodita cesó su práctica de aparear dioses con hombres y mujeres mortales. Así, por la voluntad de Zeus, la Era de los Héroes llegó a su fin y comenzó la Edad del Hierro (Himno Homérico V A Afrodita 247).

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La Edad Heroica:

Acaya:

Selemno y Argira:

Argira es una ciudad de Acaya situada cerca de Patras que tomó su nombre de la ninfa. Argira era una ninfa  que se enamoró de un pastor llamado Selemno y solía salir del mar para visitarlo, durmiendo a su lado. Cuando, por el paso de los años, la belleza de Selemno se marchitó, la ninfa dejó de visitarlo y Selemno murió de amor. Entonces, Afrodita transformó Selemno en un río. Como continuaba lamentándose a pesar de su metamorfosis, Afrodita otorgó al río el don de hacer olvidar el amor. Aquellos que se bañan en él olvidan sus pasiones (Paus. VII 23).

Arcadia:

Atalanta e Hipómenes:

Afrodita y la carrera de Atalanta. La diosa le dio a Melanión/Hipómenes tres manzanas doradas para que las arrojara ante la doncella Atalanta en la carrera para ganar su mano en matrimonio.

Atlanta vivía sola, despreocupada, en el bosque sombrío, y rechaba con enojo a la apremiante multitud de pretendientes con un desafío, quien gane la carrera ganará una esposa; por la lentitud, el premio es la muerte. Hipómenes, hijo de Megareo, nieto de Onquesto y biznieto de Neptuno, se enamora de ella mientras la ve correr. Con voz ansiosa, invocó ayuda de Afrodita y oró que favoreczca el amor que ella ha inspirado. De la mano de Afrodita recibió Hipomenes las manzanas de oro del árbol áureo del campo Tamaseno. Las trompetas sonaron el comienzo de la carrera. Hipónemes lanzó dos de las tres manzanas doradas del árbol y una y otra otra vez Atlanta se detuvo, pero otra vez la adelantó corriendo. Así llegó la última vuelta. Hipómenes lanzó la última manzana que Afrodita hizo mucho más pesada para enlentecer a la corredora. Así Hipómenes ganó la carrera y ganó a su novia  (Ovid., Metamorfosis X 560).

Hipómenes y Atlanta fueron castigados por Afrodita por no haberle dado ofrendas por la ayuda prestada en la carrera. Ella los llevó a tener relaciones sexuales con su esposa en el templo de Rea, haciendo que esa diosa transformara a la pareja en leones como castigo por su profanación.

Argos:

Diomedes:

La brillante Afrodita herida en Troya por Diomedes huyó de regreso al Olimpo y cayó de rodillas ante su madre. Dione, tomando a su hija en sus brazos, le acaricia con su mano y la induce a vengarse del argivo haciendo infiel a su esposa Egialea, la hija del noble Adrasto, amada por Cometes, hijo de Esténelo, quienes usurparon el reino de Argos. El corazón del hijo de Tideo no sabe nada de cómo vive el hombre que lucha contra los inmortales, sus hijos no se arrodillan para recibir a su padre cuando regrese a casa después de la lucha y la amarga guerra (Ilíada V 370, Mimnermo Frag. 22).

En su viaje de regreso de Troya, un compañero de Diomedes, Acmon Pleuronio se burló de Venus incitándola y reavivando su rabia anterior. Sus palabras agradaron a unos pocos, aunque la mayor parte de sus amigos, lo reprendieron. Tratando de responder, su garganta se adelgazó, su cabello se convirtió en plumas y las plumas cubrieron su cuello y pecho recién formado y la espalda, y un plumaje más grande se extendió sobre sus brazos. Sus codos formaban una curva de alas flotantes; pies palmeados reemplazaron sus dedos de los pies, cuerno duro su boca, terminó en un pico. Licas e Idas, Nicteo y Rexenor miraron boquiabiertos, y también a Abas, y mientras se levantaban y miraban fijamente tomaron la misma forma. La mayor parte de la tripulación voló hacia arriba y, dando vueltas, rodearon a los remeros con sus alas batientes. Esos pájaros repentinos eran como los cisnes nevados (Ov. Met. XIV 476).

Atenas:

Hipólito y Fedra:

Hipólito, hijo de Teseo, adoraba a Artemisa, la diosa de la caza y la castidad, porque él mismo quería vivir castamente para la vida y despreciaba a la diosa del amor (Eurípides, Hipólito 1092). Afrodita castigó a Hipólito: despertó un amor nostálgico y duradero en su madrastra Fedra  mientras lo veía ir durante su entrenamiento en el estadio o en el camino a los misterios de Eleusis (Paus. II 32.3; Filóstrato, Vida de Apolonio 6.3). Cuando fue rechazada por él, Fedra se quitó la vida, dejando a su esposo una carta de despedida en la que afirmaba haber sido deseada por su hijastro (en Apd. Ep. 1.16 finge ser violada y se suicida después de la muerte de Hipólito). Hipólito huyó de la venganza de su padre, quien incitó a Poseidón contra él. Envió a un monstruo marino a la playa donde Hipólito viajaba en un carruaje tirado por caballos rumbo a Trecen por las costa de Corinto. Allí surgió un toro de grandes cuernos que, erguido hasta el pecho en el aire, echaba agua por la nariz y el hocico. Los compañeros se asustan; él permanece tranquilo y dispuesto al destierro, pero sus caballos se vuelven hacia el mar, yerguen las orejas, se erizan, y turbado por miedo arrastran el carro hacia los escollos. Lucha Hipólito inútilmente por frenarlos con su mano, y se tiende atrás tirando. Y los hubiese frenado, de no haberse quebrado una rueda al chocar con un tronco. Es lanzado del carro, y las correas que tienen su cuerpo lo desgarran vivo, y sus músculos se rompen contra el tronco de un olivo silvestre. Sus miembros lo siguen en parte, en parte quédanse allí, suenan rotos sus huesos y se exhala fatigada su alma, y el cuerpo entero, irreconocible, es sólo una gran llaga (Ov. Met. XV 508). Ártemis pudo conseguir que el padre y el hijo se reconciliarían antes de que Hipólito muriera. A petición de Ártemis, Hipólito fue resucitado por por Asclepio. Luego emigró a Italia y allí fundó el santuario de Diana Nemorensis, donde fue adorado con el nombre de Virbio junto con Diana y Egeria, por los latinos .

Niso y Escila:

Niso, rey de Megara tenía un mechón de pelo morado en la cabeza. Un oráculo le había dicho que gobernaría siempre y cuando él mantuviera ese mechón. Cuando el rey de Creta, Minos, declaró la guerra a Atenas para vengar la muerte de su hijo Androgeo, Escila, la hija de Niso, se enamoró de él por instigación de Venus y cortó el rizo fatal de su padre dormido. Así Megara fue conquistada pero Minos dijo que la santa Creta no recibiría a una criminal así. Escila se arrojó al mar para evitar la persecución. Niso, en busca de su hija, se convirtió en águila marina. Escila, fue transformada en un pez que llaman el ciris. Hoy, si alguna vez ese pájaro ve al pez nadando, se sumerge en el agua, la agarra, y la rompe con sus garras (Higino, Fab. 198. Historia similar a la conquista de Hatra por el sasánida Sapor I y la traición de Nadira, hija de Sanatruces II, según el poeta Al-A'sha).

Corinto:

Las yeguas de Glauco:

Glauco, hijo de Sísifo y padre de Belerofonte, no permitía que sus yeguas se apareasen para conservar su fuerza en la carrera. Afrodita inspiró una locura en sus yeguas que hizo que lo devoraran durante los Juegos fúnebres de Pelías (Hig. Fab. 250; Virgilio, Georgicas III 267).

Creta:

Pasifae:

Cuando Helios, el sol, informó de la infidelidad de Afrodita con Ares, Vulcano, los vio tendidos desnudos y convocó a todos los dioses. Para la progenie de Helios, Venus, debido a su revelación, siempre fue hostil (Hig. Fab. 148).

Pasifae, hija de Helios y esposa de Minos, durante varios años no hizo ofrendas a la diosa Venus. Debido a esto, Venus inspiró en ella un amor antinatural por un toro. En el momento en que el ateniense Dédalo llegó allí como exiliado, le pidió que la ayudara. Para ella hizo una novilla de madera, y puso en ella la piel de una auténtica novilla, y escondida ella yació con el toro. Desde esta relación sexual nació el Minotauro, con cabeza de toro pero cuerpo humano (Hig. Fab. 40).

Fedra reconoce la maldición fatal que sufrió su madre Pasifae. Venus detesta a la descendencia del odiado Helios y venga, a través de Pasifae y su hija Fedra, las cadenas que la unían a su amado Marte, y carga a toda la raza del Sol con vergüenza indecible. Ninguna hija de la casa de Minos ha encontrado la luz de la esclavitud del amor; siempre esta ligado con la culpa (Séneca, Fedra 112). Circe, hermana de Pasifae, nunca hubo un corazón más sensible que el de ella al asalto del amor, viniera el rasgo de sí misma o de Venus, tal vez enojada por la indiscrección de Helios, la haya hecho así (Ov. Met. IV 26). 
 
Chipre:

Los Cerastas y las Propétides:

Los Cerastas eran un grupo de hombres nativos de la isla de Chipre que Afrodita se transformó en novillos cornudos como castigo por asesinar a un peregrino extranjero en el templo de Júpiter Huésped.

Las obscenas Propétides, hijas de Propeteo, de la ciudad de Amatunte, negaron la divinidad de Venus. Como castigo por su  fuera diosa; merced a lo cual, por la ira de su divinidad, sus cuerpos, junto con su hermosura, cuentan que ellas fueron las primeras en hacerlos públicos, y cuando su pudor cedió y la sangre de su rostro se endureció, en rígida piedra las convirtió (Ov. Met. X 220).

Al ver a las Propétides prostituirse, Pigmalión asqueado concluyó que no estaba interesado en las mujeres. Esto lo llevó a crear una mujer propia en forma de estatua, de la que se enamoró.

Pigmalión y Galatea:

Pigmalión, rey de Chipre vivió el celibato y durante mucho tiempo careció de la compañía del amor conyugal. Esculpió su marfil blanco como la nieve con un maravilloso arte triunfal y le dio una forma perfecta, más bella que nunca nacida de mujer. Besos le da y piensa que son devueltos; le habla, la acaricia, cree que la carne nueva y firme bajo sus dedos cede, y teme que las extremidades puedan oscurecerse con un moretón. Susurra palabras, le trae regalos que a las chicas deleitan: conchas y piedras pulidas, y pequeños pájaros y flores de todos los tonos, lirios y bolas de colores y cuentas de ámbar. . . Él cubre sus extremidades con túnicas y en sus dedos coloca espléndidos anillos, un collar alrededor de su cuello, perlas en sus orejas, un colgante en su pecho. La acostó en un sofá de seda púrpura, la llamó su querida, y le amortiguó la cabeza, como si la saboreara, en el más suave hacia abajo.

Había llegado la fiesta de Venus en Chipre, y en su honor habían sido sacrificadas novillas blancas de cuernos dorados y el incienso humeaba. Después de hacer sus ofrendas, Pigmalión se detuvo ante el altar y pidió con timidez que le fuera dada por esposa una virgen semejante a su estatua de marfil. Venus accedió, y demostró su confomidad levantando una llama tres veces. Cuando Pigmalión volvió a su casa, se acercó a la estatua de su niña y, recostándose en el lecho, la besó, parecía estar tibia. Vuelve a besarla, toca su pecho y el marfil se ablanda bajo su mano, y cede a su contacto como la cera del Himeto suavizada y hecha tratable por el sol y el uso. Pasmado, cree que se engaña en su alegría. La palpa y la palpa otra vez. Palpitaban las venas junto a sus dedos. Da gracias entonces a Venus, y besa una boca verdadera. La virgen siente los besos y se ruboriza, y alza los ojos, y ve a la vez el cielo y a su amante. Venus asiste a la boda que hizo posible. A los nueve meses, ella parió a Pafos, de quien tomó nombre esa ciudad (Ov. Met. X 243).

Las hijas de Ciniras:

Ciniras, hijo de Sándoco y nieto de Astinoo (hijo de Afrodita y Faetón, el hijo de Céfalo) llevó a un grupo de colonos a Chipre y fundó Pafos (Ciniras es hijo de Pafos en Ov. Met. X 244). Se casó con Metarme, hija del rey Pigmalión y Galatea, con quien tuvo a Oxíporo y Adonis, así como hijas llamadas Orsedice, Bresia y Laódice. Estas tres chicas, debido a la ira de Afrodita, se acostaron con extranjeros y terminaron sus vidas en Egipto (Apd. I).
 
Esmirna:

Esmirna (Mirra) era la hija del rey Ciniras y su segunda esposa, la reina Cencreide de Chipre. Esmirna había descuidado el culto de Afrodita y fue castigada por la diosa con un amor antinatural por su padre (en Hig. Fab. 58, 164, 251, 271 fue castigada con el amor a su padre, porque su madre Cencreis había provocado la ira de Afrodita al ensalzar la belleza de su hija por encima de la de la diosa). Cupido no fue el responsable del amor incestuoso de hacia su padre, Ciniras, sino las Furias. Ella odiaba los crímenes de su padre, pero su amor por él era un crimen aún más grande (Ov. Met. X 298).

Sin dormir y abandonando la esperanza, intenta suicidarse, pero es descubierta por su criada a la que le confía todo. La asistenta intenta disuadirla pero después decide ayudarla a cambio de que prometa no volver a intentar suicidarse.

Durante el festival de Ceres que era la adoración a las mujeres, estas no debían ser tocadas por hombres durante 9 noches, así que la esclava dijo a Cíniras que una joven estaba perdidamente enamorada de él, dándole un nombre falso. El amorío ocurrió durante varias noches consecutivas en absoluta oscuridad para que la identidad de Mirra se mantuviera en secreto, hasta que Ciniras tuvo la curiosidad de conocer la identidad de la mujer. Después de llevar una lámpara y ver a su hija, el rey intento asesinarla en el acto, pero Mirra logró escapar.​

Mirra permaneció en el exilio durante nueve meses, pasando tiempo en Arabia y en los campos de Pancaya, hasta que alcanzó Sabaea. Con miedo a la muerte cansada de la vida y embarazada, rogó a los dioses por una solución, y fue metamorfoseada en un árbol de mirra, con la savia representando sus lágrimas. Tiempo después, Lucina (Ilítia) liberó a Adonis, hijo de su hermana y de su abuelo, nacido del árbol de mirra, y las Náyades lo ungieron con las lágrimas de su madre.

Adonis:

Juício de Calíope. Afrodita se enamora de Adonis cuando, al besar a su hijo Cupido, una de sus flechas que sobresalía de la aljaba, le produce una herida de amor en el pecho (Ov. Met. X 510). Estaba tan encantada con la belleza que lo ocultó en un cofre y lo confió a Perséfone; pero cuando esta última descubrió el tesoro que contenía, se negó a devolverlo. La disputa entre las diosas llegó ante Zeus, quien designó a la Musa Calíope como jueza (Hig. Astron. Poét. II 7; Ovid. Met. X. 300). Zeus (Apd.) o Calíope (Hig.) declaró que durante los cuatro meses de cada año Adonis debía pertenecer a Persefone y durante otros cuatro a Afrodita. Adonis, sin embargo, prefirió vivir con Afrodita, también pasó con ella los cuatro meses restantes (Himno Homérico). Afrodita, enojada con Calíope por su decisión, porque no se le había concedido lo que ella creía que era su derecho, despertó en las mujeres en Tracia un amor irracional por Orfeo, hijo de Calíope, de forma que cada una de las cuales buscaba a Orfeo, para ella misma, y cuando lo atraparon le arrancaron una extremidad a otra (Hig. Astr. Poét. II 7).

Castigo de Clío. Afrodita, furiosa con la Musa Clío, que la había reprendido por amar a Adonis, hizo que se enamorara de Píero, el hijo de Magnes, un mortal. Como resultado de su unión, ella le dio a luz un hijo, Jacinto (Apd. I 3.3).

Castigo de Heracles. El mayor de los héroes griegos incurrió en la ira de Afrodita cuando sedujo a su amante mortal Adonis. La diosa tomó represalias al instruir al centauro moribundo Neso, para que Deyanira, la esposa de Heracles, remojara una túnica en su sangre envenenada, y la presentara a Heracles como un encantamiento de amor si alguna vez resultaba infiel. Así hizo y la túnica envenenada provocó la muerte del héroe (Ptolem. Hefest. en Focio Myriobiblion 190).

Muerte de Adonis. Adonis creció siendo un joven muy hermoso, y Venus lo amaba y compartía con él los placeres de la caza, aunque ella siempre lo advertía contra las bestias salvajes. Adonis murió herido por un jabalí enviado por Ártemis (Apd. III 14,4) o bien fue el celoso Ares metamorfoseado en jabalí (Serv. A Virg. Ecl. X. 18) o el dios Apolo (Ptolem. Hefest. en Focio Myriobiblion 190), porque Erimanto el hijo de Apolo había sido castigado al ver a Afrodita con Adonis, además Adonis era amado como un hombre por Afrodita y como mujer por Apolo. Afrodita roció néctar en la sangre de su amado, de la que brotaron flores de anémonas.

Hijos de Adonis. De la unión de Afrodita con Adonis nació Príapo (Escolio Ap. Rd. I. 9, 32), Golgo y Béroe (Escolio a Teócrito XV 100; Nono XLI 155). A su muerte, Adonis se vio obligado a descender al mundo inferior, pero se le permitió pasar seis meses de cada año con su amado Afrodita en la parte superior del mundo (Himno Orf. 55. 10).

Ífis y Anaxáreta:

Vertumno cuenta a Pomona una historia para que no desprecie el poder de Afrodita. Ifis, de familia humilde, había visto a Anaxáreta, descendiente de Teucro y se había enamorado al instante. Fue a su morada y rogó a su nodriza que lo ayudara a conquistarla, y con halagos buscó el favor de sus criados. Le escribió también a menudo, colgó en sus puertas guirnaldas mojadas en lágrimas, tendido en sus umbrales injurió los cerrojos. Ella le rechazó, más cruel que el mar tempestuoso y más dura que el hierro de Nórica y la roca inamovible, lo desprecia burlándose, y a sus hechos añade su soberbia, y quita las esperanzas del amante.

Ifis no puede soportarlo y renuncia a ella al mismo tiempo que la vida. Ahora podrá saciar su crueldad viéndolo difunto. Pide a los dioses que lo recuerden, y que hagan que su amor dure en la fama lo que no llegó a durar en la vida. Suspendió un lazo de la puerta que antes ornara de flores, y alzando los ojos húmedos y los brazos pálidos, preguntó a la amada si le placían esas guirnaldas; metió la cabeza en el lazo, y volviéndose a ella, se ahorcó. Golpeada por sus pies, la puerta pareció temblar y gemir, y con eso anunció su muerte.

Acompaña media ciudad su cadáver hasta la pira funeraria. Anaxáreta empujada por un dios vengador, escucha su ruido. Se conmueve y al ver el cadáver de Ifis, sus ojos se inmovilizan y la sangre le huye y la hace palidecer; quiere retroceder pero no lo consigue. Poco a poco su cuerpo se convierte en piedra. Su estatua puede verse en Salamis (Ov. Met. XIV 688).

La Cólquide:

A petición de Hera, Afrodita pide a su travieso hijo que provoque el enamoramiento de Medea y Jasón. Le promete una pelota dorada excepto por unas circunferencias de color azul oscuro, regalo del aya Adrastea al niño Zeus (Ap. Rd. III 83). Medea entregó a Jasón un ungüento mágico, invulnerable al fuego y le explicaría cómo derrotar a los Espartos. Jasón promete a Medea llevarla de regreso a casa y hacerla su esposa.

Jasón supera las pruebas y se apodera del Vellocino. Eetes organiza un banquete para Jasón y sus compañeros con la idea de matarlos en cuanto se quedaran dormidos. Afrodita distrae a Eetes al provocarle un deseo lujurioso por su esposa Eurílite (la esposa de Eetes es Iduya en Apolonio). Los Argonautas, avisados por el adivino Idmón, huyen del palacio. Medea, al oirlos, toma el Vellocino y también se embarca en la Argo (Naupactias, Fr. 6, 7 y 8).

Esparta:

Tindáreo:

Mientras sacrificaba a los dioses, Tindáreo olvidó a Afrodita y la diosa estaba enojada e hizo a sus hijas dos veces y tres veces casadas y desertoras de sus maridos. Afrodita, amante de la risa, se sintió celosa cuando las miró y las arrojó a un mal informe. Timandra abandonó a Équemo de Arcadia y se dirigió al Heráclida Hilo, querido por los dioses inmortales; Clitemnestra abandonó a Agamenón, semejante a un dios, se acostó con Egisto y eligió a una peor pareja; e incluso Helena deshonró el lecho de Menelao de pelo dorado por el de Paris (Hesíodo, Catálogos de Mujeres Frag. 67).

En Esparta hay una estatua de Afrodita con un velo y con cadenas en sus pies. La historia es que los grilletes fueron puestos en ella por Tindáreo, como símbolo de los lazos de fidelidad de las esposas a sus esposos. Otra versión cuenta que Tindáreo castigó a la diosa con grilletes porque pensó que por culpa de Afrodita había sido la vergüenza de sus hijas (Pausanias, III 15.11).


Leda:

Júpiter, ​​movido por el deseo, había comenzado a amar a Némesis, y no podía convencerla de que se acostara con él, ordenó a Venus, en forma de águila, perseguirlo; él, se convirtió en un cisne, como si huyera del águila, se refugió con Némesis y se posó en su regazo. Némesis lo sostuvo en sus brazos, cayó en un sueño profundo. Mientras dormía, Júpiter la abrazó, y luego se fueron volando (Hig., Astronómica II 7).

Menelao:

El príncipe de Micenas junto con otros cien pretendientes buscó la mano de Helena en matrimonio. Prometió sacrificar a Afrodita cien cabezas de ganado si ganaba el concurso, pero después de la boda no cumplió su promesa. La diosa estaba furiosa y decidió Helena debía fugarse de París a Troya (Ptolomeo Hefestión, Nueva Historia 4, resumen de Focio, Miryobiblon 220).

Caída Troya, Menelao intenta castigar a su esposa, pero renuncia porque Helena, sumamente seductora, muestra a su marido sus pechos desnudos y logra cautivarlo (Pequeña lliada, Frag. 17; Eurípides, Andr. 627-631; Aristófanes, Lis. 155); o porqueHelena se refugia en el templo de Afrodita y con la ayuda de la diosa, su esposo recuerda su amor por ella (Íbico, fr. 296).

Fócide:

Narciso:

Liriope, la ninfa, tuvo con el río Céfiso, un niño a quien puso por nombre Narciso. Tiresias, el adivino, afirmó que éste habría de llegar a viejo, 'si no se conociere' (si no llegara a verse). Cuando Narciso cumplió los dieciséis años, fue pretendido por muchos jóvenes y muchachas, y a todos se negó. Mientras cazaba, lo miró Eco, ninfa locuaz que nunca habló antes que otro, ni pudo callar nunca después que otro hablara. Eco fue castigada por Juno y ahora devuelve las últimas palabras que escucha, por distraerla con largas pláticas mientras Júpiter la engañaba yaciendo con las ninfas. Eco vio a Narciso vagando por el campo, y al instante ardió de amor y lo siguió. Más lo amaba cuanto más lo seguía; pero nunca pudo hablarle primero, porque su naturaleza se lo impedía, y tuvo que esperar a que él comenzara. Narciso despreció a Eco y por ello se refugia en grutas donde su cuerpo enflaqueció y perdió todo jugo, se convirtió en solamente huesos y voz, y luego nada más que voz; un sonido, que todos pueden oír, es cuanto de ella permanece. Como a Eco, había despreciado a otras ninfas y jóvenes. Alguien rogó al cielo que, por justicia, él llegara a amar sin poder adueñarse de lo que amara. La diosa de Ramnunte (demo de Atenas, donde existía un templo de a Némesis y de Temis, aquí debe ser una advocación de Afrodita) asintió al ruego.

Junto a una fuente clara, no tocada por hombre ni bestias ni follaje ni calor de sol, llega Narciso a descansar; al ir a beber en sus aguas mira su propia imagen y es arrebatado por el amor, juzgando que aquella imagen es un cuerpo real; queda inmóvil ante ella, pasmado por su hermosura: sus ojos, su cabello, sus mejillas y cuello, su boca y su color. Y admira cuanto es en él admirable, y se desea y se busca y se quema, y trata inútilmente de besar y abrazar lo que mira, ignorando que es sólo un reflejo lo que excita sus ojos; una imagen fugaz, que existe únicamente porque él se detiene a mirarla. Olvidando comer y dormir, permanece inamovible, mirándose con ansia insaciable, y quejándose de la imposibilidad de realizar su amor, imposibilidad tanto más dolorosa cuanto que el objeto a quien se dirige parece corresponderle.

Finalmente da en la cuenta de que se trata no más que una imagen inasible, y que él mismo mueve el amor del cual es víctima. Pretende la muerte, aunque sabe que, al suprimirse, suprimiría también a aquel a quien ama. Narciso no resistió más y comenzó a derretirse y a desgastarse de amor, y perdió las fuerzas y el cuerpo amado por Eco. Murió Narciso, y, ya en el mundo infernal, siguió mirándose en la Estigia. Lo lloran sus hermanas las náyades, lo lloran las dríadas, y Eco responde a todas. Y ya dispuestas a quemar su cuerpo para sepultarlo, encuentran en su lugar una flor de centro azafranado y pétalos blancos (Ov. Met. III 339).

Las hijas de Pandáreo:

Pandáreo fue castigado por robar el perro de oro de Zeus en el templo de Dicte. Las diosas se apiadaron de las hijas de Pandáreo y Harmótoe, llamadas Mérope/Camiro y Cleotera/Clitia y Aedón.  Afrodita alimentó a las huérfanas con queso, miel dulce y vino agradable; Hera les había dado belleza y sabiduría más allá de todas las demás mujeres; la virgen Artemisa las hizo altas, y Atenea les enseñó a hacer encantadores labores. Afrodita se acercó a lo alto de Olímpo para rogar a Zeus que permitiera a estas chicas alcanzar el momento de un matrimonio feliz. Zeus, que sabe todas las cosas a la perfección, lo que está destinado y lo que no está destinado a los hombres mortales, la entretuvo mientras que los Harpías las arrebataron y las conviertieron en esclavas de las Erinias detestadas para castigar el crímen de su padre (Od. XX 68; Paus. X 30.1).

Lemnos:

La maldición de las Lemnias:

Afrodita castigó a las mujeres de la isla de Lemnos, infundidas con un hedor terrible por despreciar su culto (Myrsilos dice que el olor provino de Medea debido a su rivalidad con Hipsípila, pero Kaukasos dice que se apoderó de los lemnianos debido a su desprecio por Afrodita, Suidas). Cuando fueron abandonadas por sus esposos por esclavas tracias, cautivas de sus lanzas, Afrodita los indujo a una venganza asesina contra sus padres y maridos. Con una ira feroz estas esposas, sus corazones llenos de fiebre de celos ardientes, asesinaron en cada hogar con manos despiadadas a sus esposos. Una locura que conmueve el corazón del hombre o la mujer cuando arde con la fiebre de los celos. Así, con almas plenas de desesperada fortaleza en una noche mataron a todos sus señores y en una nación viuda salió el sol (Quinto Esmirna IX 368).

Lesbos:

Faón:

Faón era un barquero. Un día llegó Afrodita y quiso cruzar en su barca. Él la recibió con placer, sin saber quién era y la guió con cariño hacia donde ella deseaba ir (Paléfato XLVIII). La diosa le regaló una olla de alabastro que contenía mirra. Cuando Faón se frotó esto, se convirtió en el más guapo de los hombres. Las mujeres de Mitilene (Lesbos) se enamoraron de él pero siempre las rechazaba. Aunque Afrodita escondió a Faón, en un campo de lechugas (Ateneo, Banquete de los eruditos, 2.69d), fue atrapado y ejecutado (Ov. Heroidas XV; Eliano Historias Curiosas XII 18).

Lidia:

Aquíleo:

Un hijo de Zeus y Lamia llamado Aquíleo era de una belleza irresistible y alardeaba de ser más hermoso que Afrodita. El concurso de belleza fue presidido por Pan, quien entregó el premio al joven. Afrodita se irritó y colocó en el corazón de Pan el amor por la nínfa Eco e hizo que Aquíleo se volviera tan feo y poco atractivo como había sido hermoso, lo transformó en un tiburón (Ptol. Hefestión, Nueva Historia VI, en Focio Myriobiblon 190).

Rodas:

Los hijos de Halia:

Poseidón se enamoró de su nodriza Halia y acostado con ella engendró seis hijos varones. Afrodita, después de su nacimiento en el mar, llegó cerca de Rodas. Los hijos de Poseidón eran insolentes y arrogantes y expulsaron a Afrodita de sus costas, después de lo cual la diosa, en su ira, les causó una locura, se acostaron con su madre Halia contra su voluntad y cometieron muchos actos de violencia sobre los nativos. Pero cuando Poseidón se enteró de lo que había sucedido, enterró a sus hijos debajo de la tierra, debido a su vergonzoso hecho, y los hombres los llamaron los Daimones Proseoous (Demonios del Este) y Halia se arrojó al mar (Diod., V 55. 4: Ov. Met. I 755; Apd. I 4,5; Hig. Fab. 52 y 152).

Sicilia:

Butes:

Butes, hijo de Teleonte y de Zeuxipe, hija de Eridano. Cuando los Argonautas navegaron más allá de los Sirenas, Orfeo mantuvo a los Argonautas controlados cantando una canción que compensaba el efecto del canto de las hermanas. El único que se les escapó fue Butes, a quien Afrodita arrebató y se acomodó en Lilibea (Sicilia) (Hig. Fab. 14; Apd. I 9,16; Ap. Rd. IV 891).

El hijo de Afrodita y Butes, Érice fue rey de los Élimos, fue derrotado por Heracles en su regreso con el ganado de Gerión (Apd. II 5,10).

Tracia:

Polifonte y sus hijos:

Polifonte, hija de Hipónoo y Trasa, desdeñaba las actividades de Afrodita y se fue a las montañas como compañera de Ártemis. Afrodita, cuyas actividades no pudo cumplir Polifonte, la enamoró de un oso. Ártemis, horrorizada, envió a las bestias salvajes contra ella que se refugió en casa de su padre donde tuvo a sus hijos, Agrio y Oreo. Polifonte y sus hijos despreciaron a los dioses y como castigo fueron convertidos en aves (Ant. Lib. Met. 21).

Hero y Leandro:

Canta, Musa, del candil, testigo de amores clandestinos, y a quien de noche ponía rumbo Leandro a unos himeneos que el mar hacían cruzar de Sesto a Abido, donde la boda nocturna de la hermosa Hero. Eros, con una sola flecha unió el corazón de dos amantes. Hero, del linaje de Zeus, era una sacerdotisa de Afrodita que vivía en una torre en Sesto, en el Quersoneso Tracio, en compañía de una sirvienta y alejada de compañeros de su edad, por voluntad de sus padres (Museo). Leandro, un joven de Abido al otro lado del estrecho (lugar de la flagelación del Helesponto por Jerjes, Heródoto VII 8), ambas ciudades en la región de Hirtacia (Il. II 836). La virginidad es una condición del sacerdocio de Afrodita (en Sición, las sacerdotisas de Afrodita debían permanecer vírgenes, Paus. II 10.4).

Cada noche, Hero encendía un fuego desde su torre (Estrabon XIII 22), para que Leandro, en la orilla opuesta, cruzara el estrecho y lo alcanzara (en el año 1810 d.C., Lord Byron imitó su hazaña). Una noche, hubo una fuerte tormenta (Vir. Geor. III 257) y el viento apagó el traicionero candil encendido por Hero. Leandro perdió el camino y pereció ahogado. Al ver su cuerpo en la orilla, Hero se lanzó desde la torre, suicidándose (Museo, Hero y Leandro; Ov., Heroídas XVIII y XIX).
Moneda romana de Sesto. Septimio Severo (193-211 d.C.) y Hero y Leandro.
Troya:

I. Prehomérica:

 Juício de Paris:

Afrodita compite con Hera y Atenea por el premio de una manzana dorada dirigida a "la más hermosa" entre las diosas que se encuentran en la boda de Tetis. Zeus les ordenó que se sometieran al juicio de París, quien otorgó el premio a Afrodita, aceptando a cambio la mano de Helena en matrimonio.  

Durante la guerra de Troya, Afrodita, la madre de Eneas, que había sido declarada la más bella de todas las diosas por un príncipe troyano, se alineó naturalmente con los troyanos.

Afrodita ganó y recibió como premio una cítara de Apolo en los primeros Juegos Píticos que le regaló a Paris. Es por ella que Héctor dice dice a Paris antes de su duelo con Menelao (Il. III 53): "Pero, ¿qué ayuda podría aportarte tu cítara?" (Ptolomeo Hefestión).

Seducción de Helena:

Paris, reconocido como príncipe de Troya, construye sus barcos por sugerencia de Afrodita que predice el futuro con Helena. Afrodita ordena a Eneas, su hijo, que navegue con él. Desembarca en Lacedemonia y es agasajado por los hijos de Tindareo, y luego por Menelao en Esparta, donde en el transcurso de una fiesta da regalos a Helena.

Menelao zarpa para Creta, para asistir a los funerales de su abuelo materno Catreo, ordenando a Helena que suministre a los invitados todo lo que necesiten hasta que se vayan. Mientras tanto, Afrodita reune a Helena y Paris, y ellos, después de su unión, toman grandes tesoros a bordo y huyen por la noche. Hera agita una tormenta contra ellos y son llevados a Sidón, donde Paris toma la ciudad.

De allí navegó a Troya donde celebró su matrimonio con Helena. Cuando los griegos llegan a Troya, envían emisarios exigiendo la rendición de Helena y el tesoro con ella. Los de Troya se niegan y los aqueos sitían la ciudad y arrasan el país y las ciudades alrededor (Cipria, Frag. 1 según Proclo, Crestomatia 1).

Héctor y Andrómaca:

Andrómaca nació en Tebas Hipoplaco. Fue sacada de la casa de su padre por Héctor, quien había traído innumerables regalos de boda, incluido un anillo, regalo de Afrodita (Il. XXII 470). Aquiles saqueó la ciudad, matando a su padre Eetión y siete de sus hijos. Héctor y Andrómaca se ajustan al ideal griego de un matrimonio feliz y productivo.

II. Ilíada:

Duelo de Paris y Menelao:

Durante el décimo año de la guerra, griegos y los troyanos juraron otorgar a Helena al ganador del duelo entre Paris y Menelao. En la pelea, Menelao derrota a París, y lo habría matado, pero Afrodita se lo lleva a su habitación en Troya envuelto en una nube. La diosa luego lleva a una Helena reticente a su cama, reavivando la pasión de la amante y eliminando sus pensamientos de regresar con Menelao. De esta manera, Afrodita frustra el fin de la guerra y mantiene su compromiso con París (Il. III 380).

La herida de Diomedes:

Diomedes tenía el don, entregado por Atenea, de poder ver a los dioses en el campo de batalla. Después de matar a Pándaro, Diomedes se enfentó a Eneas con el objetivo de robarle sus caballos, descendientes de las yeguas de Anquises y los caballos de Tros. Afrodita se esforzó por rescatar a su hijo Eneas de la lucha, pero fue perseguida por Diomedes, quien la hirió en la mano. En su miedo, abandonó a su hijo, a quien Apolo alejó del campo de batalla, y Iris la llevó en el carro de Ares al Olimpo, donde se quejó de su desgracia a su madre Dione. Hera y Atenea se rieron de ella. (Il. V. 311).

El cesto de Afrodita:

En el cesto o ceñidor de Afrodita estan representados todos los deseos, las gracias y los atractivos imaginables. Este ceñidor mágico no solo tiene el poder de inspirar el amor sino también de avivar una pasión extinguida. Hera le pide el ceñidor a Afrodita para reconciliar a sus padres adoptivos, Océano y Tetis, pero en realidad, lo quería para seducir a Zeus y apartar su atención de la guerra y así ayudar a los griegos (Il. XIV 259).

Batalla de los Dioses: 

Después de la muerte de Patroclo y el regreso de Aquiles a la guerra, Zeus permite que los dioses apoyen a su bando favorito en la batalla. Hacia las naves griegas acudieron Hera y Palas Atenea, Poseidón, dueño de la tierra, y el benéfico Hermes, que destaca por su ingenio; también Hefesto marchaba con ellos cojeando. En dirección de los troyanos, Ares, de tremolante penacho, y con él Febo, de intensa cabellera, y la sagitaria Ártemis, Leto, Janto y la risueña Afrodita (Il. XX 38).

Ares acometió a Atenea con la broncínea lanza en ristre. Mientras la injuriaba, le asestó un golpe en la égida pavorosa. La diosa retrocedió y cogió en su recia mano una piedra que había en la llanura, negra, áspera y grande, que los de antaño habían colocado como marco de un labrantío, y atinó en el cuello al impetuoso Ares que dobló sus miembros. Siete yugadas ocupó en su caída, la melena se manchó de polvo, y sus armas resonaron en la caída. Afrodita, lo cogió de la mano y lo condujo, con entrecortados sollozos; apenas recobraba el aliento. Al verla, Hera avisó a Atenea que se lanzó tras ella y, acometiéndola, la golpeó en el pecho con su recia mano. Los amantes quedaron tirados sobre la tierra (Il. XXI 402).

El cuerpo de Héctor:

Aquiles mató a Héctor y arrastró su cadáver y lo echó a los perros. Afrodita, hacía retroceder a los perros de él día y noche, y lo ungió con aceite inmortal rosáceo. Cuando Aquiles lo arrastraba con su carro, no podía romperlo. Apolo lo protegió del calor podrido del sol (Il. XXIII 185).

III. Posthomérica:

Aquiles y Pentesilea:

Afrodita, compañera de lecho del poderoso Ares, hizo a la amazona Pentesilea admirable, aún entre los muertos, para así causar aflicción al hijo de Peleo. Muchos guerreros deseaban, cuando hubieran regresado a sus casas, poder acostarse en sus lechos con una esposa como ella. También Aquiles sentía sin cesar gran tormento en su corazón, por haberla matado y no habérsela llevado como su divina mujer a Ftía, de hermosos potros, ya que por su talla y su belleza resultaba ella intachable e igual a las inmortales. (Q. E., Posth. I 666).

Rescate de Helena:

Helena es llevada a las naves griegas con otras prisioneras. A su paso se maravillaba la tropa al observar el esplendor y la belleza de aquella mujer; nadie se atrevía a injuriarla con denuestos, ni a escondidas ni abiertamente, sino que con agrado la contemplaban como a una diosa, pues su aparición colmaba todos sus deseos. Como unos navegantes, que perdidos por el mar infatigable, se les aparece después de largo tiempo su patria, en respuesta por fin a sus ruegos, y ellos, tras escapar al ponto y a la muerte, tienden sus manos hacia esa patria, con indecible regocijo en su corazón, así se regocijaban todos los dánaos, pues ya no conservaban el recuerdo de sus fatigas tan agotadoras o de los tumultos del combate. Así había dispuesto la Citerea la mente de todos ellos, para rendir homenaje a Helena, de ojos vivos, y a Zeus, su padre (Q. E., Posth. XIV 57).

Eneas:

El noble hijo de Afrodita abandonaba a los enemigos la villa incendiada, y, tomando a su hijo y a su padre, se los llevaba consigo. A Anquises, agobiado por el peso de la vejez, con sus fuertes brazos lo subió sobre sus amplios hombros; al pequeño Ascanio lo sacaba de la mano fuera de la horrible batalla. El ingenuo muchacho iba casi colgando, mientras corrían las lágrimas por sus tiernas mejillas, porque su padre debía saltar con sus ágiles piernas por encima de los numerosos cadáveres, muchos de los cuales, sin querer, en la oscuridad los pisaba. Guiaba su camino la Cípride, decidida a librar de aquel horrible desastre a su nieto, a su hijo y a su esposo. Al paso del héroe retrocedía el fuego ante sus pies y se entreabrían las llamas del violento Hefesto, y las picas y las flechas de los guerreros caían a tierra, cuantas sobre él arrojaban los aqueos en esa lacrimosa batalla.

El adivino Calcante detiene a los aqueos porque es su destino, por la muy gloriosa voluntad de los dioses, marchar desde el Janto hasta el Tíber, y allí fundar una villa sagrada y digna de la admiración de las generaciones venideras, y aun ser el soberano de un muy diseminado pueblo; más aún, su estirpe extenderá luego sus dominios, hasta llegar a los inmutables confínes del Oriente y del Occidente. Y también está decretado, en efecto, que sea él admitido entre los inmortales, puesto que es hijo de Afrodita, de hermosos bucles. Pero, sobre todo, deben apartar las manos de este varón, porque antes que su oro, entre todas las demás riquezas que pueden mantener a salvo a un hombre exiliado en tierra extranjera, antes que todo eso, ha preferido a su padre y a su hijo: una misma noche nos ha mostrado, a un hijo extraordinariamente cariñoso con su anciano padre y a un progenitor intachable para con su niño (Q. E., Posth. XIII 300).

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La Edad Histórica:

Egipto:

Ládice:

Amosis II (570-526 a. C) de la dinastía XXVI Saítica fue el último gran faraón de Egipto antes de la conquista persa. Amasis concertó con el reino griego de Cirene un tratado de amistad y alianza militar y tomó por esposa a Ládice, hija de Bato II, hijo de Arcesilao, o, según otros, hija de Critóbulo. Cuando Amasis se acostaba con ella era incapaz de consumar el acto, a pesar de que con las demás mujeres si podía mantener relaciones. Amosis decidió que esa mujer le había hechizado y la condenó a muerte. Ládice prometió de corazón a Afrodita que, si a la noche siguiente Amasis lograba yacer con ella le enviaría una estatua a Cirene. Entonces Amasis pudo yacer con ella. A partir de entonces, siempre que acudía a su lado, podia hacerlo y la amó profundamente. Ládice cumplió su promesa, mandó hacer y enviar a Cirene una estatua que aún se conservaba en tiempos de Heródoto erigida fuera de la ciudad de los cireneos. Ládice, cuando Cambises II se adueñó de Egipto y supo por ella quien era, la envió sana y salva a Cirene (Heródoto II 181).

Roma:

César:

Siendo cuestor, César pronuncio en la tribuna, el elogio fúnebre de su tía Julia y de su mujer Cornelia, que habían fallecido. En el panegírico de su tia habló en los siguientes términos acerca de la ascendencia de esta y de su propio padre por ambas ramas. El linaje de la tía Julia desciende de reyes por línea materna, mientras que por la paterna esta unido con los dioses inmortales. Pues de Anco Marcio parten los Marcios Reyes, que fue el nombre de su madre; de Venus, los Julios, de cuya estirpe es por vía paterna. Coexisten, pues, en su linaje el carácter sagrado de los reyes, que ostentan entre los hombres el máximo poder, y la reverencia debida a los dioses, a quienes hasta los reyes se encuentran sometidos (Suetonio I, 6.1).