Deméter. Los Misterios de Eleusis



Deméter. Copia romana de original griego ca. s. IV a.C. Palacio Altemps, Roma

Deméter es la diosa olímpica de la agricultura, el grano y el pan que ha mantenido a la humanidad gracias a las abundantes recompensas de la tierra. Presidió la más prominente de las sectas mistéricas de Eleusis, prometiendo a los iniciados una vida futura feliz en el Elisio.

El nombre de Deméter es el mismo que gê mêtêr, es decir, la madre tierra, mientras que otros consideran Deo, que es sinónimo de Deméter, como relacionado con ''dais'' y ''dainumi'', y derivado de la palabra cretense dêai, cebada. Deméter es la madre o el dador de la cebada, del pan o de la comida en general (Hom. Il. V 500). 

Se representa como una mujer madura, con corona sencilla y portando gavillas de trigo, una cornucopia (cuerno de la abundancia) o una antorcha. Su imagen es parecida a la de su hermana Hera, con una expresión más suave, y los ojos un poco cerrados (Paus. III 19.4; VIII 31.1). Existía en una cueva cerca de Figalia una representación de madera de Deméter muy antigua con la cabeza de una yegua, con figuras de serpientes y otros animales que crecían de su cabeza, portando un delfín en la mano y una paloma en la otra (Paus. VIII 42.4). Son más frecuentes las representaciones de Deméter en gemas y jarrones que en estatuas, aunque parece que la primera estatua de bronce hecha en Roma fue la de Ceres (Plin. HN XXXIV 9). Los romanos importaron el culto de Deméter, a quien llamaron Ceres, de la ciudad de Henna en Sicilia, donde creían que se había originado su culto (Val. Max. I 1.1).

Deméter era venerada en Creta, Delos, Argólida, Ática, la costa occidental de Asia, Sicilia e Italia, y su culto consistía en gran medida en misterios orgánicos. Entre los muchos festivales celebrados en su honor, Tesmoforia y Eleusinia fueron las principales. Los sacrificios que se le ofrecían consistían en cerdos, símbolo de fertilidad, toros, vacas, pasteles de miel y frutas (Macrob. Sat. I 12, III 11; Diod. V 4; Paus. II 35.4, VIII 42; Ov. Fast. IV 545). Sus templos se construyeron a menudo en arboledas en los alrededores de las ciudades (Paus. I 39.4 y 40. 5, VII 26.4, VIII 54.5, IX 25.5; Estr. VIII p. 344, IX p. 435).

Genealogía:

Nacimiento de Deméter:

Deméter era la hija de Crono y Rea, y hermana de Hestia, Hera, Hades, Poseidón y Zeus. Al igual que los otros hijos de Crono, ella fue devorada por su padre, pero fue devolvuelta después de tomar el emético que Metis le había dado (Hesíodo, Teog. 452; Apd. I 2.1).

Por su hermano Zeus, Deméter se convirtió en la madre de Perséfone (Proserpina) y, quizás, de Dionisio (Hesíodo, Teog. 912), y por Poseidón de Despena y el caballo Arión (Apd. III 6.8; Paus. VIII 37. 6).

Gigantomaquia:

En la pintura antigua de vasijas griegas, a Deméter se representaba a veces luchando contra uno de los gigantes en su guerra contra los dioses. Se muestra blandiendo una espada (el Crisaor o espada dorada descrita en su epíteto homérico Khrysaoros, la Dama de la Espada Dorada), o bien una lanza en una mano y una antorcha encendida en la otra.

Zeus y Perséfone:

Zeus, el rey de los dioses y Deméter (Ilíada 14. 326) se aparearon en forma de serpientes entrelazadas (mitos órficos). De esta unión nació la diosa Perséfone.

Los pretendientes de Perséfone:

En aquel tiempo, todo lo que habitaba en el Olimpo estaba embrujado por esta niña, los dioses rivalizaban en amor por la doncella casadera, y ofrecía sus regalos para unirse a una novia sin ataduras. Hermes, que aún no conocía a Peito, ofreció su caduceo para adornar su cámara. Apolo llevó su melodiosa arpa como regalo de matrimonio. Ares trajo una lanza y una coraza para la boda, y el escudo como regalo para la novia. Hefesto ofreció un curioso collar de muchos colores. Pero, su padre Zeus estaba mucho más hechizado... Una noche, Zeus contempló el cuerpo de desnudo de Perséfone mientras se bañaba. En aquel momento no logró poseerla pero derramó su semen sobre la tierra y de allí floreció la raza de los Centauros Cornudos de Chipre.

Deo (Deméter) perdió el brillo de su rostro sonrosado, su corazón hinchado estaba azotado por las penas. Desató la corona de su cabeza, y se soltó los largos mechones de pelo sobre su cuello, temblando por su chica; las mejillas de la diosa se humedecieron con lágrimas en su tristeza porque tantos pretendientes habían sido picados con un disparo ardiente del enloquecido Eros en una lucha de cortejo rival, contendiendo por sus amores. Especialmente temía que el cojo Hefesto fuera el compañero de cama de su hija.

La profecía de Astreo:

Deméter se apresuró con el pie rápido a la casa de Astreo, hijo de Crío, padre de los Vientos y de los Astros, el dios de la profecía. Apoyó la mano izquierda sobre las rodillas de la amable anciano, y con la derecha acarició su barba suplicando su oráculo. Las adivinaciones pueden quitar las aflicciones por medio de esperanzas futuras.

Astreo realiza la Carta Astral de Perséfone. Conocía por Deo los detalles exactos del día en que su única hija había nacido, la hora exacta y el curso real del signo zodiacal en que la dio a luz; dobló los dedos contando su número de días. Llamó a su sirviente, Asterión, que trajera la esfera espirilada de hermosos círculos con la forma del cielo, la imagen del universo, la puso sobre su cofre y el anciano se puso a trabajar. La giró sobre su pivote, y dirigió su mirada alrededor del círculo del Zodíaco

Astreo interpreta los signos. La Luna, que simboliza a la madre, aparece sin brillo, signo de su aflicción. En la Casa de Poniente o casa VII (Dythikós mélathros) la conjunción de los planetas Marte y Venus se interpreta como una unión violenta. Sobre ellos se encuentra la constelación del Dragón, lo que se interpreta como un amante monstruoso con la forma de un dragón. En el Lote de los Padres o casa IV (Tokéón klêros), aparece Júpiter y la espiga de Virgo...

El escondite de Perséfone:

Buscando un refugio pedregoso para su hija, se posó entre los acantilados pelorianos de Trinacria (Sicilia) cerca de las costas del Adriático, donde la inquieta inundación salina se dirige hacia el oeste y se dobla como una hoz, trayendo la corriente en una curva hacia el sudoeste desde norte (estrecho de Mesina), en el lugar donde el río Anapos había bañado a la ninfa Ciane. Encontró una gruta vecina como una sala elevada coronada y oculta por un techo de piedra, que la naturaleza había completado con una entrada rocosa y un telar de piedra (estalactitas).

La diosa atravesó el oscuro pasillo y ocultó a su hija bien asegurada en esta roca hueca. Soltó los dragones del carro alado, colocandolos como guardianes a los lados de la puerta. También dejó a Caligenia, su nodriza, con sus cestas y todo lo que Palas le da para hacer sudar a la mujer a través del hilado de la lana. Luego dejó su carro para que los ninfas lo cuidaran, en su solitario hogar entre las rocas, y cortó el aire con sus pies.

La violación de Perséfone:

Zeus giró su cara y viajó a Sicilia. Se arrastró bajo el ojo de los dragones que custodian la puerta, a través de la oscuridad hasta la esquina de la cámara de la doncella. Tras acostarse, besó galantemente el cuerpo de la joven. A causa de estos himeneos de dragón, el vientre de Perséfone se hinchó de fecunda progenie y dió a luz al cornudo Zagreo.

De esta manera, Zeus arrebató la virginidad de Perséfone, tomando la forma de una serpiente. El hijo de Zeus y Perséfone fue Zagreo, el primer Dioniso, despedazado y devorado por los Titanes, en parte crudo, en parte cocido (Nono V 562). 

Rapto de Perséfone:

Perséfone o Prosperina es la reina del inframundo, la hija de Zeus y Deméter. Fue secuestrada al inframundo por Hades, y Deméter la buscó implacablemente (Hesíodo, Teogonía 912). Al descubrir el destino de su hija, Deméter trajo hambre sobre la tierra hasta que Zeus logró su regreso.  

Protesta de Hades:

El soberano del Erebo, enfadado por su destino que le ha negado una esposa y una familia y le ha desterrado en el Inframundo, planea rebelarse y luchar contra Zeus. Convoca a su ejército de Furias, Manes y aún a los Titanes. Las Parcas lo apaciguan. Láquesis propone al dios de los muertos que le pida una esposa a Júpiter. Hades manda venir a Hermes, el intermediario entre el mundo subterráneo y el cielo, para llevar su ultimatum al rey de los dioses.

Zeus escucha a Mercurio y reflexiona. Decide que Proserpina sea la esposa de Plutón. Su madre, Ceres, orgullosa de su hija, rechazaba a los pretendientes y temiendo que la secuestraran, la escondía en su palacio de Sicilia. Júpiter planea con Venus la forma de sacar a Peséfone de su escondite y la lleve a la campiña (Claudiano, Rapto de Prosérpina I 214).  


Aprovechando la ocasión en que Ceres se encontraba visitando a su madre Cibeles en Frigia,Venus, acompañada de Diana y Atenea, visitan a Perséfone, que se encuentra bordando para su madre una tela donde se representa la morada de su tío Dite (Hades) como un cruel presagio. La niña juega con el arco de Ártemis y se pone el casco de Minerva.

Celada a Perséfone:

Plutón se prepara para ascender a la tierra. Alecto engancha a su carro los caballos que errantes por las praderas del Erebo, pastan los prados de Cócito y beben las aguas del olvido del Lete: Orpneo (Sombrío), Ectonio (Subterráneo), Nicteo (Nocturno) y el Alástor (Perseguidor), caballos de color negro (Claudiano, Rapto de Prosérpina I 280). Los caballos de Plutón no pueden soportar la luz del día por falta de costumbre (Ov. Fast. IV 450, las sombras tenebrosas temen a la luz del día en Ov. Met. V 355). Venus, desde su templo en Monte Érice, pide a su hijo Cupido que utilice sus flechas para unir a Hades con su sobrina (Ov. Met. V 360).

Perséfone sale de su casa acompañada de Venus, Ártemis y Palas. Etna, padre de las flores, hace venir al viento Céfiro para que haga florecer la campiña. La doncella Perséfone, juega con las hijas de Océano y las Náyades. Venus las incita a recoger flores: rosas, azafranes, hermosas violetas, lirios y jacintos. Gea hace crecer un maravilloso narciso, de cuya raíz habían nacido cien brotes y por cuyo aroma sonreía la tierra, el cielo y el ancho mar. Al arrancar esta flor, la tierra se abre ("bosteza") y Hades surge en su carro dorado para llevarla al Infierno (H.H. V A Demeter) con la aprobación de Zeus (Apd. I 29). Resuenan como un trueno las cavernas de Sicilia, se turba Lípara, los temblorosos Cíclopes dejan caer los rayos de sus manos. 

Minerva y Diana intentan oponerse a su tío con lanza y arco. Júpiter interviene lanzando un rayo. Las hermanas obedecen la voluntad de su padre. Hades intenta consolar a su sobrina: existe otro mundo con otro Sol y otros astros, donde la luz es más pura y allí habita la raza de oro.

Hécate, hija de Perses, desde su cueva, oye los gritos de Perséfone, llamando a su padre. Helios, hijo de Hiperión, ve y oye todo. Cuando la tierra se abre, perdida ya la esperanza de volver a ver la luz y a los sempiternos dioses, Perséfone grita. El eco llegó entonces hasta su venerable madre y un agudo dolor se apoderó de su corazón.

La entrada al Inframundo:

El lugar donde se creía que Perséfone había sido llevado al mundo inferior es diferente en las diferentes tradiciones:

  • En Acaya, en Erineo sobre el Cefiso. 
  • En el Ática, en la ciudad de Eleusis (Him. Orf. 17. 15) o en Colono (Escolio Sóf., Edipo en Colono 1590). 
  • En Arcadia, el rapto se produce en Feneo y el descenso al Inframundo por una sima en el monte Cileno (Conon, Narr. 15). 
  • En Argos, en la laguna Lerna, donde Crisántide, esposa de Pelasgo enseña a Deméter el lugar del rapto (Paus. II 36.7) o en la ciudad de Hermíone (Apd. I 5.1; Estrabón VIII p. 373).
  • En Asia Menor, bien en Cícico, a orillas del mar Negro (Propercio III 22. 4) o en la llanura de Nisa (Himno homérico II A Demeter). 
  • En Creta (Escolio a Hes., Teog. 914). 
  • En Élide, en la ciudad de Pisa (Paus. VI 21.1).
  • En una isla del Atlántico cubierta de pinos, posiblemente cerca de la costa occidental de España (Argonáuticas Órficas 1190).
  • La historia común lo sitúa en Sicilia, en la región de Enna, donde Deméter entrega por primera vez el cereal (Ov. Met. V 585; D.S. 5.3.2), cerca de Siracusa donde se abre la tierra y la ninfa Ciane trata de impedirlo (Ov. Met. V 385, Fast. IV 422) o en el monte Etna (Hig. Fab. 146 y 274; Cic., Verrinas IV 48). Aunque Sicilia fue el regalo de bodas que Zeus hizo a Perséfone (Pind. Nem. I 17), no debe se el lugar de la tradición original, pues el culto a Deméter fue introducido en Sicilia por los colonos de Megara y Corinto. 
Pandión reinaba en Atenas cuando Deméter y Dioniso llegaron al Ática. El autóctono Céleo dio la bienvenida a Demeter en Eleusis e Icario recibió a Dioniso en Atenas (Apd.). El rey Pelasgo (posiblemente Gelánor, hijo de Esténelo, último Foroneida) reinaba en Argos (Paus. I 14.2).

Boda de Hades y Perséfone:

Hades penetra en el Inframundo. Se alegra la morada de los muertos. Los suplicios se detienen: no da vueltas Ixión, Tántalo alcanza su comida, Titio se yergue en sus miembros. 

Celebración en el inframundo. Las Euménides sirven vino. Los pájaros sobrevuelan el Averno y el lago Amsancto contiene su aliento pestilífero. El Aqueronte mana leche y el Cócito olas de dulce vino. Láquesis detiene su labor, no mueren el navegante en el mar ni el soldado en la guerra. El viejo barquero Caronte conduce su barca vacía. La poderosa Noche preside el himeneo (Claudiano II 325).

Deméter busca a Perséfone:

Asamblea de los dioses:


Júpiter convoca la asamblea de los dioses. Las  divinidades celestes se sientan en los primeros asientos, luego las ancianas divivinidades del mar: Nereo, Forco, Glauco y Proteo y los principales ríos. El resto permanece de pie, las náyades se apoyan en sus ríos padres y los faunos admiran los astros. 

Discurso de Zeus. Durante la Edad de Oro la mies crecía espontaneamente en los campos, los bosques rebosaban de panales y el vino brotaba de las fuentes, pero Zeus desterró a la abundancia para que la necesidad estimulara a la mente humana y nacieran las artes. Ahora los hombres viven como las bestias salvajes, las llanuras se convierten en selvas y los campos se llenan de zarzas. Júpiter quiere que Ceres recorra toda la tierra buscando a su hija y en su peregrinaje esparza a los pueblos las espigas del cereal. Para esto, prohibe a los dioses revelar el nombre del raptor de su hija (Claudiano, Rapto de Prosérpina III).

Electra:

Ceres se encuentra en el palacio de su madre Rea en Frigia (en el Himno Homérico II A Deméter; en Ov. Fastos IV 421 se encuentra en Sicilia, invitada a un banquete por la ninfa Aretusa). Proserpina se aparece en sueños a su madre, encerrada en una prisión y atada con cadenas. Ceres abandona a Cibeles y se dirige a Sicilia en su carro. Al llegar, encuentra su palacio abandonado. 

Ceres cree que los Gigantes se han rebelado y asaltado su palacio. La oceánide Electra, nodriza de Prosérpina, cuenta que su hija, acompañada de Venus, Palas y Diana, abandonó el palacio y fue secuestrada por un desconocido. El Cielo es más hostil que el Flegra.

Ciane:

Existe en Sicilia un estanque de aguas azules donde habitaba la ninfa Cíane. Cuando cerca de ella pasaba el raptor con su presa, la ninfa salió de un remolino y, habiendo reconocido a la diosa raptada, le advirtió a Plutón que no podía tomarla por la fuerza sino que debía pedir su mano. Ella misma había admitido casarse con Anapis, porque él la pretendió sin violencia. Luego intentó cerrarle el camino tendiendo ante él los brazos. Encolerizado, el hijo de Saturno golpeó con su cetro el centro del remolino, y lanzó su carro por el cráter que abrió de ese modo (Ov. Met. 409-424).
 

Ciane, llorando por la suerte de Prosérpina y por el desprecio que se hizo de sus derechos,
derramó tantas lágrimas que, licuándose, se mezcló con las aguas de su fuente. Sus huesos se plegaron, se reblandecieron sus uñas y sus miembros, se diluyeron sus cabellos y piernas y pies y dedos, y los hombros y espalda y pechos se cambiaron en arroyos; nada queda de ella que pudiera asirse (Ov. Met. 425-435).
 

Ciane anhelaba contar a Ceres el secuestro de su hija, pero no tenía boca, ni lengua, ni ningún medio para hablar. Aún así, dio una pista, pues flotando en su charco, mostró la faja que Perséfone había perdido al caer en la fuente sagrada. Por fin, Deméter pareció comprender que le raptaron a su hija, un profundo dolor le desgarró el alma y le golpeó el pecho.

El río Ciane, en Sicilia
 Las Sirenas:

Las hijas del río Aqueloo y Melpómeno estaban al servicio de Deméter (Ap. Rd., Arg.IV 895). Buscaron por el cielo al secuestrador y  habían llegado a la tierra de Apolo. Allí, por no haber prestado auxilio a Prosérpina, fueron transformadas en aves por voluntad de Ceres (Hig. Fáb. 141) o pidieron a los dioses ser transformadas para poder posarse en las olas y utilizar sus alas como remos (Ov. Met. V 550). Conservaron un rostro de doncella y una bella voz para el canto (Od. XII 32).

Las Antorchas de Ceres:

Ceres pregunta a las diosas del Olimpo por el destino de su hija pero ninguna le ayuda por la orden de Júpiter. Decide recorrer los rincones del mundo, desde el Noto (Sur) al Bóreas (Norte) y del Atlas al Hidaspes. En la llanura de Flegra, donde se encuentran los restos de los gigantes, corta dos cipreses y enciende sus antorchas en la boca del Etna, impregnándolas con el líquido misterioso con el que Helios rocía sus caballos y la Luna sus novillos, para que no se extinga su llama. Ceres comienza su búsqueda lamentando su destino.

La Osa Mayor:

Un dolor amargo se apoderó del corazón de Demeter y se rasgó la corona con sus queridas manos sobre su cabello divino: su oscura capa se le cayó de los hombros y corrió, como un pájaro salvaje, sobre la tierra firme y el mar buscando a su hija, pero nadie le diría la verdad, ni a dios ni a hombres mortales, y ninguna de las aves de presagiar le dio la verdadera noticia. Deméter no deja de visitar todos los puntos de la tierra y del cielo. Se acerca a las estrellas parrasias, circumpolares, que nunca penetran en el océano y por ello pueden verlo todo. Hélice (la Osa Mayor) contesta que la noche esta libre de pecado pero puede preguntar al Sol porque a él no se le escapan las acciones del día (Fastos IV 580).

Hécate:

Durante nueve días, la reina Deo vagó por la tierra con antorchas en sus manos, tan afligida que no probaba ambrosía ni el dulce chorro del néctar, ni rociaba su cuerpo con agua. En el décimo amanecer desde la desaparición de su hija, Hécate, con una antorcha en sus manos, se encontró con ella, y le habló: ''Determinadora de las estaciones (horephoros), dadora de buenos regalos (aglaodoros), ¿qué dios del cielo o qué hombre mortal ha raptado a Perséfone y ha traspasado de dolor a tu querido corazón? Porque oí su voz, pero no vi con mis ojos, quién era''. La hija de la rica Rea no le respondió, sino que corrió velozmente con ella, sosteniendo antorchas en sus manos (Himno Homérico II A Deméter).

Helios:

Helios (el Sol), que es vigilante de dioses y hombres, se paró frente a sus caballos y la brillante diosa le preguntó: ''Helios, a través del aire infructuoso oí el grito emocionante de mi hija, cuéntame si la has visto en alguna parte, qué dios o mortal ha secuestrado violentamente contra su voluntad y la mía.

El Hijo de Hiperión le respondió: "Nadie más tiene que culpar a los dioses inmortales, sino solo a Zeus, que reune las nubes. Se la entregó a Hades, el hermano de su padre, para que la llamara esposa. Y Hades la agarró y la llevó gritando en su carro hasta su reino de niebla y tristeza. Sin embargo, diosa, cesa tu fuerte lamento y no contengas la ira inútilmente: Aidoneo, el gobernante de muchos, no es un marido indigno entre los dioses inmortales para tu hija, siendo tu propio hermano y nacido de la misma estirpe: también, por honor, él tiene esa tercera parte que recibió cuando la división se hizo al principio, y es nombrado señor de aquellos entre quienes él mora".

Eleusis:


Las hijas de Céleo:

El dolor más terrible y salvaje se apoderó del corazón de Deméter. Estaba tan enojada con Zeus que evitó la reunión de los dioses y el alto Olimpo, y se fue a las ciudades y los ricos campos de hombres, desfigurando su forma por un largo tiempo, hasta que llegó a la casa del sabio Céleo, que entonces era el señor de la fragante Eleusis (Himno homérico A Deméter  V 233).

Deméter llega hasta a Eleusis y se sienta en el pozo Partenion (pozo de la doncella) o en la roca Aglaso ("sin risa") cerca del pozo Calícoro ("bella danza", Apd. I 5). Allí las cuatro hijas de Céleo, semejantes a diosas en la flor de su juventud, la vieron, ya que venían a buscar agua para llevarla en jarras de bronce al hogar de su querido padre: Calídice, Clisídece, la encantadora Demo y Calítoe, que era la mayor de ellas (son tres las hijas de Céleo y se llaman Diogenéa, Pamérope y Sésara en Paus. I 38. 2-3). 

Deméter se hizo pasar por la cretense Doso que huía unos piratas. Calítoe le cuenta que su madre Metanira (hija de Anfictión y Cranae), esposa de Céleo, tuvo un hijo tardío, que estaba siendo amamantado en casa. Si pudiera criarlo hasta que alcanzara la plenitud de la juventud, cualquier mujer de inmediato la envidiaría por tantos regalos que su madre haría a cambio de su educación. Semejante a una diosa, ninguno de los nobles de Eleusis: Triptólemo, Dioclo, Polixeno, Eumolpo o Dólico, la rechazarían en su casa.
El Pozo de la Doncella, en Eleusis
Yambé y Baubo:

Deméter entró en casa de Céleo y permaneció en silencio con los ojos adorables bajos hasta que la criada Yambé (hija de Pan y Eco) colocó un asiento articulado para ella y lo cubrió con un vellón plateado. Entonces se sentó y sostuvo el velo entre las manos frente a su rostro. Hacía mucho tiempo que no se sentaba en un taburete sin hablar por su dolor, y no saludaba a nadie con palabras o señales, sino que descansaba, nunca sonreía, y no probaba ni la comida ni la bebida, porque ansiaba poderosamente a su hija. Yambé con muchas burlas y bromas consiguió hacerla sonreír y alegrar su corazón ("verso yámbico", H.H.)

La anciana Baubo, habiendo recibido a Demeter como invitada, le ofrece vino y comida. Ella se niega a tomarlo a causa de su luto. Baubo está profundamente herida, pensando que ha sido menospreciada, y hace un gesto descubriendo sus partes pudendas y las muestra a la diosa. El niño Yaco estaba allí y, riendo, hundió su mano debajo de sus pechos. Luego sonrió la diosa y bebió el trago de la copa (Clem Ale., Protre. II 20).
Figura de terracota de Baubo encontrada en Priene

Metanira y Demofonte:  

Metanira saluda con respeto a la diosa y la consuela. La reina le ofrece vino pero Deméter lo rechaza porque aceptarlo sería contrario al orden de la naturaleza (quizá porque Hades es lo mismo que Dioniso, Heráclito, Frag. 15). Deméter acepta con mucho gusto llevar al niño a su pecho y alimentarlo. Promete protegerlo de accidentes y de la hierba venenosa porque conoce encantamientos la perniciosa brujería. Y tomó al niño en su fragante seno con sus manos divinas, y su madre se alegró en su corazón. Así la diosa amamantó en el palacio a Demofonte, el hijo del sabio Céleo y de Metanira de hermosa cintura.

Deméter ofreció la inmortalidad a Demofonte (Triptólemo en Hig. Fab. 147). El niño creció como un ser inmortal, no alimentado con alimentos ni nutrido en el pecho. De día Deméter lo ungía con ambrosía como si fuera el vástago de un dios y soplaba dulcemente sobre él mientras lo sostenía en su seno. Por la noche lo metía en el fuego como a un  tizón, a escondidas de sus queridos padres (es el mismo rito que Tetis con Aquiles).

El niño crecía más allá de su edad, semejante a los dioses. Deméter lo habría hecho inmortal y desconocedor de la vejez, si Metanira en un momento de insensatez, no la hubiera espiado. Pero ella, gimió y golpeó sus dos caderas, porque temía por su hijo y estaba muy angustiada en su corazón, cuando vió a la mujer extranjera cómo lo entierra en el fuego y le causa dolor y amargura por su culpa. Demofonte ya no será inmortal, pero en su honor los eleusinos celebrarán un combate ritual con piedras cada año para recordar al niño que sentó en las rodillas y se durmió en los brazos de una diosa (Himno Homérico A Deméter). Triptólemo será el primero en arar, sembrar y cosechar recompensas del suelo labrado (Ov. Fast. IV 447).

Deméter se enfurece y asume su verdadera forma inmortal, aumenta su estatura, su cuerpo resplandece con la luminosidad de la diosa y una fragancia inunda la casa. Metanira cae de rodillas. Las hermanas recogen al niño y tratan de aplacar a la diosa durante toda la noche (Pan nychis, ceremonia de los misterios eleusinos que duraba toda la noche). 

Al día siguiente, Céleo ordena levantar un templo donde se instauran los misterios de Eleusis. 

La gran hambruna:


Arcadia:

Deméter vagabundeaba en busca de su hija. Poseidón la persiguió porque deseaba unirse a ella. La diosa tomó la forma de un yegua y pastaba entre las rebaños de Oncio, hijo de Apolo, rey de Onceo. Al darse cuenta de que fue burlado, Poseidón se transformó en un semental y violó a Deméter.

Deméter, dicen, tuvo de Poseidón una hija, Despena, y un caballo llamado Arión (Apd. III 7; hijo de Gea en Antímaco Frag. 15). El veloz caballo inmortal, de crin azul y pezuñas negras, estaba dotado con la capacidad de hablar (Sexto Propercio II 34,37). Oncio entregó el caballo a Hércules, quien lo montó en su guerra contra Elis. El rey Adrasto de Argos recibió el caballo de Hércules y así pudo salvar su vida en la Guerra de los Siete (Pausanias, Descripción de Grecia VIII 25. 5).
 
Enfadada con  Poseidón y sufriendo el secuestro de Perséfone, Deméter se vistió un vestido negro, se ocultó en una cueva y permaneció allí durante mucho tiempo. Las cosechas se perdían y la raza humana se arruinaba cada vez más por la hambruna. Ninguno de los dioses sabía dónde se escondía. Pan estaba de caza cuando llegó a Elaia y descubrió a Demeter, la apariencia que tenía y la ropa que llevaba. Zeus supo esto por Pan y envió a las Moiras con Deméter. Obedeciendo a las Moiras, Deméter olvidó la ira y el dolor (Pausanias, Descripción de Grecia VIII 42. 1) y fue a bañarse a las aguas del río Ladón y por eso recibe los nombres de Erinys y Lusia (Paus. VIII 25, 6). Las aguas del río Ladón surgen de la tierra a parir de una laguna en la región de Feneo (Paus. VIII 20.1) y fue Deméter quien hizo brotar estas aguas del inframundo (Eliano, Sobre los animales 10.40, es la corriente de Éstige) que se volvieron negras (Ptolemeo Hefestion, Nueva Historia III, resumen de Focio, Myriobiblon 190).


Sicilia:

Anhelando a la niña desaparecida, Deméter buscó y visitó todas las tierras a su vez. La tierra de Sicilia por los riscos de Etna se llenó de corrientes de fuego que el hombre no podía acercarse, y gimió en toda su longitud, en pena por la doncella. Ahora la gente, amada de Zeus, perecía sin el grano (Diodoro V 5. 1).

En Sicilia, donde había encontrado las huellas de su hija pérdida, Deméter con manos iracundas, rompió los arados que convertían el suelo y envió a la muerte por igual al granjero y a su buey. Ordenó a los campos que traicionaran su confianza y arruinaran las semillas. Las jóvenes cosechas murieron ahora porque la lluvia era demasiado violenta, ahora el sol era demasiado fuerte. Las estrellas y los vientos los asaltaron, los pájaros hambrientos devoraron las semillas diseminadas, los abrojos y los contras, el movimiento inconquistable, desgastaron el trigo.

La ninfa Aretusa se levantó de su estanque y apartó la frente de su cabello chorreante, y dijo: ''Divina Madre, que por el mundo has buscado a tu hija, cesa por fin tu trabajo y acaba con la furia salvaje contra esta tierra que es inocente. En contra de su voluntad se abrió para esa violación. Mientras que debajo de la tierra me deslizaba en mi corriente Estigia, vi con mis propios ojos, a tu Proserpina. Sus mirada eran triste y todavía tenía miedo en sus ojos, convertida en la consorte del Soberano de Infierno (Ov. Met. V 571, esta ninfa y no Helios quien informa a Deméter del secuestro de Perséfone). Aretusa es una ninfa de Arcadia perseguida por el río Alfeo y transformada por Diana en una corriente que, atravesando la tierra, surge en Ortigia (Sicilia).

La fuente Aretusa, en Sicilia

Eleusis:

En Eleusis, Deméter de cabellos dorados se encerró en su templo, recien construído, durante un año. La tierra se volvió infértil por la ausencia de Deméter del Olimpo. En los campos, los bueyes dibujaron en vano muchos arados curvos, y se echó mucha cebada blanca sobre la tierra. Los dioses temieron que la hambruna destruyera toda la raza humana con cruel hambre y les robara a los que viven en el Olimpo su glorioso derecho a regalos y sacrificios.

Zeus manda a Iris hasta Eleusis a hablar con Deméter. Los dioses ofrecen regalos pero Deméter se niega al Olimpo regresar ni dejaría crecer el fruto de la tierra si no vuelve a ver a su hija.

Retorno de Perséfone:

El engaño de Hades:

Zeus envía a Hermes ante Hades para que libere a su hija. Proserpina alcanzará el cielo nuevamente con una condición, que en el infierno sus labios no hayan probado alimento, tal es la condición establecida por las tres Parcas.

No desobedeció Hades al soberano del Olimpo. Hades prometió a Perséfone los mayores honores cuando visite su reino pero antes de partir ofreció a la joven el fruto de la granada (H.H. 2; en Ov. Met., Proserpina encuentra la granada en un huerto). Ascálafo, hijo de Aqueronte y la ninfa Gorgira o Orfne descubre que Perséfone ha probado la granada. Perséfone le castigará al salpicarle con agua del río Flegetonte que lo transforma en lechuza (Ov. V 538) o Deméter lo sepulta bajo una roca que posteriormente levanta Hércules (Apd. I 5.3; II 5.12).

Hades enganchó a su carro de oro los corceles inmortales y Perséfone se subió al lado de Hermes. Los caballos volaron sobre la tierra y el mar hasta Eleusis.

El reencuentro:


Cuando Deméter los vio, corrió como una ménade por una montaña de espesos bosques, mientras Perséfone del otro lado, cuando vio los dulces ojos de su madre, dejó el carro y los caballos, y saltó para correr hacia ella, y cayendo sobre su cuello, la abrazó.

Perséfone cuenta la historia de su rapto y lo acontecido en el Hades.

Hécate se reunió con las dos diosas y Deméter le agradeció su ayuda. Hécate a partir de entonces siempre precederá y acompañará a Perséfone en su viaje al Inframundo. 


El origen de las estaciones:

Zeus, que todo lo ve, envió a Rea, para llevar a Deméter de regreso junto a las familias de los dioses y prometió darle las mayores honras entre los dioses inmortales si volvía a crecer las plantas sobre la tierra. Acordaron que su hija debería bajar durante la tercera parte del año hacia la oscuridad y la penumbra, pero las otras dos partes deberían vivir con su madre y los otros dioses inmortales. La diosa no desobedeció el mensaje de Zeus; descendió de las cumbres del Olimpo y llegó a la llanura de Rario, una tierra rica y fértil una vez, pero ahora de ninguna manera fructífera, pues estaba ociosa y completamente yerma, porque los granos blancos estaban ocultos por el designio de Deméter. Pronto iba a agitarse con largas mazorcas de maíz y sus ricos surcos para ser cargados de grano en el suelo, mientras que otros ya estarían atados con gavillas.

Allí primero aterrizó desde el aire estéril del cielo y con agrado se alegró su corazón al ver a las diosas. Rea, con la diadema brillante, le dijo a Deméter: "Ven, hija mía; Zeus, el clarividente, te llama para que te unas a las familias de los dioses y ha prometido darte los derechos que te agraden entre los dioses inmortales, y ha acordado que durante una tercera parte del año circular tu hija irá a la oscuridad, pero las dos partes estará contigo y con los otros dioses inmortales (o medio año en Ov. V 564 y en Hig. Fab. 146). Así ha declarado Zeus y ha inclinado la cabeza en señal. Hija mía, obedece, y no sigas eternamente irritada con el oscuro Hijo de Cronos, sino haz crecer para los hombres el fruto que les da vida".

Deméter restaura la fertilidad de la tierra. Al instante hizo brotar el fruto de las tierras ricas, de modo que toda la tierra ancha estaba cargada de hojas y flores.  

Telesterion de Eleusis

Los Misterios de Eleusis:

Entonces Deméter inició a Céleo, Triptólemo, Eumolpo, Polixeno y Diocles en sus ritos y misterios (H.H. V 476; Apd. 1.5.1; D.S. V 4.5; Ov. V 345) que nadie puede transgredir, averiguar o proferir, porque el profundo temor de los dioses controla la voz. Feliz es aquel entre los hombres sobre la tierra que ha visto estos misterios; pero el que no es iniciado y que no toma parte en ellos, no recibirá la recompensa una vez que está muerto, bajo la sombría oscuridad.

Cuando la brillante diosa les había enseñado a todos, fueron al Olimpo a la asamblea de los dioses.  Allí moran al lado de Zeus que se deleita con el rayo, las diosas terribles y venerables. Bienaventurado es aquel entre los hombres que de la tierra viven a quienes ellas aman. Pronto envían a Pluto quien da riqueza a los mortales.
Triptólemo. Museo de Louvre

Triptólemo:

Origen de Triptolemo:

La genealogía de Triptólemo es compleja con multitud de padres y orígenes, incluso puede tratarse de diferentes personajes:

- hijo de Céleo y Metanira (Ovid Fast. IV 510) o Polymnia, hermano de Demofonte
- hijo del rey Eleusis por Cotonea (Hig. Fab. 147) o Metanira (Apd. I 4.5)
- hijo de Océano y Gea (Ferecides Frag.; Museo Frag.; Apd. I 4.5; Paus. I 14.3)
- hijo del hierofante Tróquilo por una mujer de Eleusis (Pausanias I 14.2), hermano de Eubuleo
- hijo de Raro por una hija de Anfictión (Pausanias I 14.3), hermano de Cerción
- hijo de Disaules (Frag. Orf.; Pausanias I 14.3), hermano de Céleo (Paus. II 14.1).

El carro de dragones alados:

Triptólemo recibe un carro volador tirado por dragones y trigo con el cual cruzando el cielo hace a la tierra fértil (Apd. I 5.2). Triptólemo sembró cebada por primera vez en la llanura de Raro, y de allí extendió el cultivo de granos por toda la tierra. En tiempos posteriores se mostró allí un altar y una era de Triptólemo (Paus. I 38. 6).

Triptólemo es descrito como uno de los principales nobles del país, quien, como otros nobles, es instruido por Deméter en su adoración sagrada (Himno homérico II A Deméter 145 y 470).

Triptólemo, después de haber recibido el carro volador, viajó en él por toda la tierra, haciendo que el hombre conociera las bendiciones de la agricultura (Paus. VII 18. 2, VIII 4.1; Ov. Met. V. 646).

En Ática, cuando Triptólemo fue a la región de Patras, el primer habitante, Eumelo recibió de él cereal cultivado, y fundó una ciudad que llamó Ároe. Triptólemo se durmió, y entonces Anteas, el hijo de Eumelo, unció los dragones al carro de Triptólemo e intentó sembrar la semilla él mismo. Pero Anteas se cayó y murió. Triptolemo y Eumelo fundaron una ciudad llamada Anteia por el hijo de Eumelo (Paus. VII 18.2).

En Arcadia, el rey Nictimo introdujo el cultivo de cosechas, que aprendió de Triptólemo (Paus., VIII 4.1).

En  Tarso (Asia Menor), se encuentra en una llanura, y fue fundada por los Argivos que deambularon con Triptolemo en busca de Io (Estrabón, Geografía XIV 5. 12). 
 
Carnabón:

Triptólemo llegó a Tracia y fue recibido por el rey Carnabón de manera hospitalaria pero luego el rey secuestró a su invitado. Triptólemo no podía escapar porque Carnabón había matado a uno de los dragones que tiraba de su carro. Fue rescatado por Deméter, quien le devolvió el carro y sustituyó al dragón. Ella castigó a Carnabón por haber maltratado a Triptólemo tan severamente que el resto de su vida se hizo insoportable. Después de su muerte, fue colocado entre las estrellas como la constelación de Ofiuco, que recuerda a un hombre que sostiene una serpiente (Hig., Astronómica II 14; Carnabón es mencionado en Triptólemo, tragedia de Sófocles). 

Linco:

Triptólemo viajó a través de Europa y los reinos de Asia hasta que llegó a Escitia, donde Linco gobernaba. Triptólemo le explicó que había venido por el aire, en el carro y con los dones de Ceres que harían que la tierra devolviera ricas cosechas. Este rey bárbaro estaba celoso y para ganarse el crédito por ese regalo tan grande prodigó su hospitalidad. Cuando su invitado se hundió en el sueño, lo atacó con una daga. Mientras trataba de apuñalar su corazón, Ceres transformó al rey en un lince (Ovidio, Metamorfosis V 643; Hig. Fab. 259).

Rey de Eleusis:

La tradición relatada por Higinio hace de Triptólemo un hijo de Eleusis. Cuando Ceres estaba buscando a su hija, ella vino al rey Eleusis, cuya esposa Cotonea había dado a luz al niño Triptólemo, al cual Deméter alimentó y puso en el fuego porque quería hacerlo inmortal. En Triptólemo, Deméter confirió un honor eterno, porque ella le dio su carro uncido con serpientes para extender el cultivo del grano. Montado en él, sembró toda la tierra.
  
Cuando regresó, Céleo le ordenó que fuera asesinado. Pero cuando esto se supo, por orden de Ceres, le dio el reino a Triptolemo, quien lo llamó Eleusis de el nombre de su padre. También estableció los ritos sagrados en honor a Ceres, que se llama en griego Tesmoforia (Hig. Fab. 147; Dion. Hal. I 12; Ov. Fast. IV 507). Tenía templos y estatuas tanto en Eleusis como en Atenas (Paus. I. 14.1, 38.6). 
 
Juez de los muertos:

Porque si un hombre llega al otro mundo, después de dejar atrás a los que dicen ser jueces, encontrará a los que realmente son jueces porque se sientan a juzgar allí: Minos y Radamantis, Éaco y Triptólemo, y todos los demás semidioses que eran solo hombres en sus vidas (Platón, Apología 41a).


Edad heroica:

Arcadia:

Los feneatas que recibieron en su peregrinaje a Deméter en su casa con hospitalidad fueron recompensados con las legumbres, salvo las habas.

Trisaules y Damitales, construyeron un templo de Deméter Tesmia al pie del monte Cilene, y establecieron los ritos en su honor (Pausanias, VIII 15. 3-4)

Argos:

Ascálafo:

Deméter buscaba a su hija desde el amanecer hasta la puesta del sol. Estaba cansada y sedienta, porque no había mojado la primavera en sus labios. Vio una cabaña con paja y golpeó en su puerta. Una anciana abrió y la miró, y cuando ella pidió agua, trajo una bebida dulce con sabor a cebada. Mientras bebía, un muchacho descarado y atrevido se puso a reír y la llamó codiciosa. Ella, enojada, arrojó la bebida sin terminar con todos los granos de cebada en su rostro. En sus mejillas salieron en puntos, y creció una cola en sus miembros alterados y luego, se encogió hasta ser más pequeño que un lagarto. La anciana, asombrada, llorando, se inclinó para tocar a la criatura cambiante, pero huyó para encontrar un escondite. Tiene un nombre que se adapta a su piel de color, un tritón manchado de estrellas (Ovidio, Metamorfosis V 444; Antonino Liberalis, Metamorfosis 24).

Los dioses pueden transformar a los humanos en animales al arrojarles líquidos: Ártemis convierte en ciervo a Acteón al echarle agua (Ov. Met. III 189); Perséfone muta a Ascálafo en búho con salpicaduras del Fegetonte (Ov. Met. V 544); Atenea vuelve araña a Aracné con el jugo de acónito (Ov. Met. VI.1).

Colontas. 

Un hombre Argos que fue quemado dentro de su casa como castigo por haber conducido a Deméter lejos cuando ella buscó su hospitalidad en la búsqueda de su hija.

El santuario de Deméter en Hermione fue fundado por Clímeno, hijo de Foroneo, y su hermana Ctonia. Cuando llegó Deméter a Argolis, mientras Áteras y Misio brindaban hospitalidad a la diosa, Colontas ni la recibió en su casa ni le dio ninguna otra señal de respeto. Su hija Ctonia desaprobó esta conducta. Colontas fue castigado y se quemó junto con su casa, mientras que Deméter trajo a Ctonia a Hermione, e hizo el santuario para los Hermione (Pausanias, II 35. 4).

Atenas:

Los Fitálidas:

En la ruta entre Atenas y Eleusis, Deméter recibe la hospitalidad de un hombre llamado Fitalo. Su recompensa es la primera higuera (Paus. I 37.1). Los fitálidas son una saga familiar de sacerdotes que conservan durante largo tiempo el privilegio de este cultivo. Los fitálidas también conservaron la hospitalidad en la sangre. No consentían que un peregrino pasara por el Céfiso sin invitarlo a descansar y disfrutar de la cortesía local. Purifican a Teseo de los asesinatos cometidos en su camino hasta Atenas.

Creta:

Iasión:

Iasión o Eetión, hijo de Zeus y Electra (Apd., III 138; Hig. Fab. 270 Aquellos que eran más guapos) Iasion, hijo de Ilitio, a quien se dice que Ceres amó; Hig. Astronomica II 4, Iasion, hijo de Thuscus) y hermano de Dárdano y de Harmonía (Diodoro Sículo, V 48. 2). Un príncipe de la isla de Samotracia (Estrabón, Geografía VII 7 Frag. 47).

Cadmo, el hijo de Agénor, vino en el curso de su búsqueda de Europa a los Samotracia, y después de participar en la iniciación en los Misterios se casó con Harmonía, que era la hermana de Iasión. Esta boda fue la primera, según nos dicen, por la cual los dioses proporcionaron el banquete de bodas, y Deméter, enamorado de Iasion, le regaló el fruto del maíz.

Deméter, brillante diosa, se unió en dulce amor con el héroe Iasión en un barbecho tres veces arado en la rica tierra de Crete (Homero, Od. V 125), y tuvieron a Pluto (Riqueza), un dios bondadoso que va a todas partes por la tierra y la amplia costa del mar (Hesíodo, Teogonía 969). Zeus se enfureció y se enojó con Eetion, y lo derribó con un rayo llameante, porque trató de imponer las manos sobre el Demeter de cabellos ricos (Hesiodo, Catalogo de mujeres Frag. 102, Oxyrhynchus Papyri 1359 fr. 2).

Coribas. 

El líder de los Coribantes de Samotracia. Él era un hijo de Deméter e Iasión.

Filomelo.

El semidiós inventor del vagón y arado. Él era un hijo de Iasión y Deméter. Dos hijos gemelos nacieron, Filomelo y Pluto, que nunca estuvieron en buenos términos. Pluto, que era más rico, no le dio nada de su riqueza a su hermano. Filomelo, obligado por la necesidad, compró dos bueyes con lo que tenía, y se convirtió en el inventor del carro (o el arado). Por lo tanto, al arar y cultivar los campos, se mantuvo a sí mismo. Su madre, admirando su invención, lo representó arando entre las estrellas, y lo llamó El Boyero (Hig. Astronomica II). De él nació Parias, que llamó al pueblo Paros por su propio nombre.

Pluto. 

El dios de la riqueza agicultural. Él era un hijo de Iasión y Deméter. Pluto, y que él fue el primero en introducir la diligencia en la vida del hombre y la adquisición y protección de la propiedad, todos los hombres hasta ese momento han sido negligentes de amasar y custodiar diligentemente cualquier bien de propiedad (Diodorus Siculus, V 77. 1).

Carmánor:

Un señor de Tarra, en la isla de Creta (Paus. X 16. 5) que fue amado por la diosa Deméter. Ella le dio un hijo Eubuleo y una hija Crisótemis. Probablemente era lo mismo que Iasión.

Eubuleo. 

El semidiós de la tierra arada. Él era un hijo de Carmanor y Deméter. Eubouleo puede ser lo mismo que Filomelo (Pausanias, II 30). Carme (madre por Zeus de Britomartis) es la hija de Eubuleo que era el hijo de Deméter (Diod. Sículo V 76).

Eubuleo era un porquero que alimentaba a sus cerdos en la apertura al inframundo cuando Perséfone fue secuestrada por Hades. Sus cerdos fueron tragados por la tierra junto con ella. Durante el ritual del Tesmoforia los lechones son arrojados a un pozo de sacrificio dedicado a Demeter y Perséfone. Asistentes rituales llamados "rescatadores" (ἀντλήτριαι) luego descendían a la fosa y recuperaban los restos descompuestos, que eran colocados en altares, mezclados con semillas que luego se plantaban.

Crisotemis. 

Una diosa del festival de la cosecha. Ella era una hija de Carmánor y Deméter. (Pausanias, X 7. 2).

Mecón:

Un hombre amado por la diosa Deméter que se metamorfoseó en una flor de amapola (Suda).

Orcómeno:

Trofonio:

Trofonio fue un príncipe de Orcómeno que fue criado por Deméter cerca de la ciudad de Lebadea. Trofonio era un hijo mortal de Apolo y se convirtió en un Daimón profético después de su muerte. Los sacerdotes del oráculo afirmaban que fue criado por Deméter junto con su hija Perséfone en el sitio de su santuario oracular.

Un día, la ninfa Hercina jugaba allí con Core, hija de Deméter, y tenía una oca que se le escapó. Cuando ésta entró volando en una cueva profunda y se escondió debajo de una piedra. Core levantó la piedra y la cogió. Se dice que el agua brotó donde Core apartó la piedra y por este motivo el río fue llamado Hercina (Pausanias, IX 39. 2-5).

Sición:

Plemneo:

Un rey de Sición (hijo de Pérato y nieto de Poseidon) cuyos hijos estaban condenados a morir la primera vez que llorasen. Deméter se compadeció del piadoso rey y entró a su casa disfrazado de una anciana, cuidó a su hijo Ortópolis, le aseguró la supervivencia y le otorgó sus bendiciones (Pausanias, II 5. 8).

En el camino hacia la llanura de Corinto existe un santuario consagrado a Deméter fundado por Plemneo como una ofrenda de agradecimiento a la diosa por la crianza de su hijo (Pausanias, II 11. 2).

Tesalia:

Erisictón.

Los Pelasgos aún no habían fundado Cnido y habitaban Dotión, donde reinaba Tríopas, hijo de la eólida Cánace, padre de Erisictón. Habían consagrado a Deméter un hermoso bosque de frondosa arboleda. Tenía pinos, grandes olmos, perales y hermosos manzanos. Un agua ambarina brotaba de los canales. La diosa amaba el lugar a la locura, tanto como a Eleusis, Triopión (en Caria) o Enna (en Sicilia) (Calímaco, Himno 6 a Deméter 65).

Cuando su fortuna favorable se enardeció con los Triópidas, la peor idea se apoderó de Erisictón. Se apresuró con veinte ayudantes armados con hachas dobles y se precipitaron sin vergüenza en la arboleda de Deméter. Había un álamo (un roble en Ov. Met. VIII), un gran árbol que llegaba al cielo, y junto a él las ninfas solían jugar al mediodía. Este álamo fue herido el primero y gritó de dolor. Deméter descubrió que su árbol santo estaba sufriendo y se enojó.

La diosa tomó la forma de la sacerdotisa Nicipa y al desvergonzado mortal recordó que  los árboles están dedicados a los dioses, no sea que la señora Deméter se enfade, pues es su santuario. Erisictón amenaza a la sacerdotisa. Erisictón quiere los árboles para techar una vivienda, donde tener placenteros convites con sus amigos.

Deméter enojada adopta su forma de diosa. Sus pies tocaban la tierra, pero su cabeza llegaba al cielo. Sí, edifica tu casa, perro, pero los banquetes frecuentes serán solo para ti.

Un castigo planeó la diosa: sea desgarrado por el Hambre perniciosa. Debido a que Ceres y Fames (Hambre) no pueden encontrarse, Deméter envió a una agreste ninfa oréade en su carro volador tirado por dragones para que lleve su mensaje. Existe un lugar en los extremos confines de la helada Escitia, cuyo suelo es infértil, sin mieses, sin árboles. Allí habitan el Frío paralizante, la Palidez, el Temblor y el Hambre, siempre en ayunas. Ordénale a esta que se esconda en las entrañas criminales del sacrílego, y que la abundancia no la venza, que no derrote a sus fuerzas en el combate.

La ninfa Oréada encontró a Fames (Hambre) en un campo de piedra dura y obstinada. Su cabello era hirsuto, los ojos hundidos, pálido el rostro, los labios blanquecinos por el moho, las fauces llagadas por el sarro, la piel dura y transparente y a través de ella se podían ver las vísceras; huesos secos apuntaban bajo las curvadas espaldas... Mirándola desde lejos, temiendo acercarse, la Ninfa trasmitió las órdenes de la diosa y apenas esperó, porque aún en la distancia, empezó a sentir hambre.

Fames (Hambre) obedeció la orden de Ceres. Flotando en el viento, llegó al palacio del rey y entró en la habitación mientras dormía. Envolviéndolo en sus brazos, respiró sobre él, llenando ella misma su boca, garganta y pulmones, y canalizando a través de sus venas huecas su ansia de vacío. Con el deber cumplido, abandonó la fértil tierra, regresó a su sombría casa, a sus cuevas de penuria. El gentil Somnus (Sueño) calmaba a Erisictón pues mientras dormía, soñaba con la comida y el banquete, masticaba y se embutía en la garganta un alimento imaginario. Cuando despertó, un furioso apetito reinaba en su garganta voraz y su vientre ardiente. De inmediato, todo lo que el mar, la tierra o el aire puede proporcionar para comer, lo exige. Como de cada tierra fluyen los ríos para llenar el mar insaciable, que nunca se llena o como el fuego nunca rechaza el combustible y, rabioso, quema troncos más allá del recuento, y cuanto más obtiene, más quiere, el apetito de Erisictón con todas esas innumerables fiestas se aviva, y aún así se muere de hambre.

Erisictón se recluye en su palacio. Venían sus primos, los hijos de Ormeno, hijo del eólida Cárnace, a invitarlo a los juegos de Atenea Itonia, pero su madre rechazaba la oferta. La pobre madre disculapaba sus ausencias: un día está en el extranjero, convaleciente de una herida o está contando sus rebaños en Otris...

El desgraciado Erisictón comía más allá de la razón y los alimentos se vertían en vano y sin aprovechamiento, como si fuera en las profundidades del mar, pero Erisictón se consumía como la nieve sobre el Mimante o como una muñeca de cera al sol, solo quedaban piel y huesos al pobre hombre. El propio Triopas con las manos en sus pelos grises, rogó a Poseidón, que no hizo caso. Se comió las mulas que uncían el carro, se comió la vaquilla que su madre estaba alimentando para Hestia, el caballo de carrera y hasta el gato al que temían los pequeños ratones.

Mientras hubo comida en la casa de Triopas, solo las cámaras de la casa estaban al tanto de lo que sucedía; pero cuando sus dientes secaron la rica casa, entonces el hijo del rey se sentaba en la encrucijada de los caminos, mendigando trozos de pan y las sobras de las fiestas.

La hija de Erisictón (esposa de Autólico en Ovidio, Metamorfosis VIII 739) llamada Hipermnestra o Mnestra tenía el don (propio de las divinidades acuáticas) de cambiar de muchas formas, regalo de su amante Neptuno (Ant. Lib. 17, el padre se llama Etón; Paléfato 24, interpretación racionalista). Cuando su padre vio que su hija tenía esta capacidad, a menudo la vendía como una yegua, una vaca, un pájaro, un ciervo, y así trajo a su padre glotón comida, obtenida injustamente. Sin embargo, cuando su malvado frenesí había consumido todo su sustento, el desdichado comenzó a morirse, y cambió la mordida por mordedura cuando su propia carne le abrió el apetito.

La constelación de Ofiuco es Triopas, rey de Tesalia, que, intentando cubrir su propia casa, derribó el templo de Ceres construido por los hombres de antaño. El hambre traída por Ceres por este acto, nunca más podría satisfacerse por cualquier cantidad de comida. Al final de su vida, una serpiente fue enviada a plagarlo y sufrió muchas enfermedades. A su muerte, fue puesto entre las estrellas por la voluntad de Ceres y la serpiente, enrollándose a su alrededor todavía parece infligir castigo merecido y eterno (Hig., Astronomica II 14, llama Triopas a Erisictón). 

La serie Ceres fue la primera serie de sellos postales de Francia (1849) como representación de la República Francesa.



Edad histórica:

El prodigio de Eleusis:

Durante la Segunda Guerra Médica, los persas de Jerjes ocuparon el Ática e incendieron la ciudad de Atenas. Diceo, hijo de Teocides, ateniense desterrado entre los persas en el tiempo en que la infantería de Jerjes iba talando el Ática, desierta de ciudadanos. Hallábase él en el campo Triasio en compañía del exiliado exrey lacedemonio Demarato. Vieron allí una polvareda que salía de Eleusis, como la que levanta un ejército de treinta mil hombres, y oyeron una voz que recordaba la oda solemne y mística llamada de Yaco. Diceo cuenta a Demarato que una gran maldición del cielo o del abismo va a descargar sobre el ejército del rey persa, pues hallándose el Ática desamparada y vacía, son esas voces de algún dios que desde Eleusis va al socorro de los atenienses y sus aliados. Si se echa sobre el Peloponeso ese socorro divino, en mucho peligro se verá el rey con el ejército de tierra firme, y si va hacia las naves que están en Salamina, peligra mucho que el rey pierda su armada naval. Esa es una fiesta que celebran todos los años los atenienses en honra de la Madre (Deméter) y de la Niña (Perséfone), en la cual cantan el himno de Yaco. Formóse allí una nube que, llevada por el aire, se encaminó hacia Salamina al ejército de los griegos, con lo cual acabaron de entender que había de perderse la armada naval de Jerjes (Heródoto, VIII 65).

En Platea, el ejército de los persas fue derrotado por los lacedemonios, huyó desordenadamente a su propio campamento de paredes de madera que habían hecho en el territorio de Tebas. Sin embargo, en la arboleda de Deméter, no se encontraron señales de que algún persa hubiera muerto en el recinto o entrado en él. La mayoría de ellos cayeron cerca del templo en tierra no consagrada. Se cree que la diosa misma les negó la entrada, ya que habían quemado su templo, el santuario en Eleusis, durante la invasión del Atica acaudillada por Jerjes o en la posterior incursión comandada por Mardonio (Heródoto, IX 65).

La muerte de Pirro de Epiro:

Pirro atacó Argos, frustrado su intento de conquistar Sicilia y Roma. La diosa deméter lo derribó de su caballo con una piedra que se desprendió desde lo alto de un tejado. (Paus. I 13. 7; Plut., Pirro 34).

Los huesos del general epirota se encuentran en el santuario de Deméter en la ciudad de Argos, al lado del cual, ocurrió su muerte. A la entrada de este santuario de Deméter se encuentra el escudo de bronce de Pirro, que cuelga dedicado sobre la puerta (Pausanias, II 21. 4).


 
Tablilla de Ninnío. Museo Arqueológico Nacional de Atenas.

Los Misterios de Eleusis:

Los Misterios de Eleusis eran ritos del culto de Deméter y Perséfone en Eleusis, en la antigua Grecia. Los misterios representaban el secuestro de Perséfone por el rey del inframundo Hades, la búsqueda, y el el ascenso de Perséfone y la reunión con su madre. Los requisitos de ingreso se otorgaban independientemente de la edad, el sexo o si la iniciado era libre o esclavo. Sin embargo, era una condición indispensable que no hubiera cometido delito de derramamiento de sangre.

Misterios Menores:

Los misterios menores tuvieron lugar en el mes de Antesterión (febrero - marzo) bajo la dirección del arconte basileus de Atenas. Los participantes debían sacrificar un lechón a Deméter y Perséfone y luego se purificaban ritualmente en el río Ilisos. Al completar los Misterios Menores, los participantes son considerados mystai ("iniciados"), dignos de presenciar los Misterios Mayores.

Los misterios menores están relacionados con el último de los '12 trabajos' de Herácles. Se le ordenó a Herácles que atrapara al perro guardián de del infierno, Cerbero. Para poder viajar al infierno, era necesario conocer el secreto de Eleusis. Herácles visitó a Eumolpo, el sumo sacerdote, para purificarse por la matanza de los centauros, fue adoptado por Pilio, pues entonces no se permitía iniciarse a los extranjeros, y así pudo bañarse en el río Ilisos (Apd. II 5.12; Plut. Tes. 33.2).

Misterios Mayores:
                       
Sucedían entre el 15 y el 23 del mes de Boedromion (aproximadamente en septiembre o en octubre) cada cuatro o cinco años (penteteris) en Eleusis.  

    En el día 14 de Boedromion, se llevan los objetos sagrados (hierea) desde Eleusis hasta el Eleusinión, templo de Deméter en la Acrópolis de Atenas.

    El día 15 (“Agyrmos”, el encuentro), el sacerdote principal (hierofante) declara la prorrhesis,  el comienzo de los ritos, y llevan a cabo sacrificios.

    El día 16  (“Halade Mystai”, procesión al mar de los iniciados), los mystai llevan un lechón que lavan en la playa de Falero.

    El día 17 ("hiereía deúro”, hasta aquí las víctimas), se realiza el sacrificio de los lechones a Deméter y Perséfone.

    El día 18 (el 4º día) se lleva a cabo el "Festival de Epidauros", en honor de Asclepio (este ritual se introdujo en Atenas de Epidauro alrededor del año 420 a. C.). Conmemora la llegada de Asclepio a Atenas con su hija Higeia.

    El día 19 (“Hierá Hodós”,  Camino sagrado), se recorrren unos 30 kilómetros del Camino Sagrado desde el demo ateniense de Cerámico hasta Eleusis, agitando unas ramas llamadas bacchoi. En el camino, al cruzar el puente del río Céfiso, los iniciados gritan obscenidades y cuentan chistes verdes. Esta es una celebración de Yambé o Baubo, las dos personas que consolaron a Deméter por la pérdida de su hija en tradiciones diferentes, haciendo sonreir a la diosa. La cola de la procesión grita "¡Yaco, Yaco!”, por el hijo de Deméter.

    Del 20 al 21 ("Telesterion"), las personas que ingresan descansan durante el día y realizan el ayuno en conmemoración del ayuno de Deméter cuando buscaba a su hija cuando fue  secuestrada. Cuando termina el ayuno, se bebe kyrkeon, bebida a base de trigo, agua y menta.

El Telesterion era una enorme sala hipóstila situada en Eleusis. Antes de que los mystai pudiera entrar en el Telesterion, recitaban la fórmula secreta o synthema: “He ayunado, he bebido el kykeon, he tomado los aperos de la kiste (caja) y después de manipularlos los he vuelto a poner en el calathus (cesta abierta).

En el Telesterion había un pequeño santuario llamado Anaktoron (palacio) donde solo podía entrar el sacerdote. Los iniciados entran al Telesterion donde les muestran las reliquias sagradas de Deméter y las sacerdotisas revelaban sus visiones del más allá (epopteia). Esta es la parte más secreta de los Misterios y a aquellos que había sido iniciados se les prohibía hablar de los secretos revelados en el interior del Telesterion.

La parte central (télete) de los Misterios consistían en tres elementos:
  • “Dromena” (cosas hechas). Es una representación sagrada de la historia de Deméter y Perséfone. Al final, la puerta del templo de Plutón se abría, Perséfone emergía del mundo inferior, se dirigía al Telesterion, y los participantes la seguían.
  • “Legomena” (cosas dichas). Una breve oración litúrgica.
  • “Deiknymena” (cosas reveladas). El Anaktoron se abre y se cree que el sacerdote principal revela ¿visiones del más allá? ¿las herramientas sagradas? ¿una espiga de trigo trino? (San Hipólito, Philosophumena V, 38).
       El rito termina el día 21 con una fiesta nocturna llamada Pannychis, con danzas en la llanura de Rario, donde se supone fue el lugar de nacimiento de la agricultura. 

       El día 22 (" πλημοχόαι ", castigo), los iniciados honran a los muertos vertiendo libaciones en vasos especiales.

       El día 23 (9º día) terminan los misterios y todos regresan a casa.

Combinados, estos tres elementos fueron conocidos como “aporrheta” (irrepetibles). La pena por divulgarlos era la muerte.
        
Deméter bendice a Metanira quien le ofrenda el trigo trino. Pintor de Varrese, c. 340 a.C, de Apulia)