Los hijos de Minos

Ariadna dormida. Copia de original helenístico de la escuela de pérgamo, ca. s. II a.C. Museos vaticanos, Roma
Pasifae, antes de su aventura con el toro, tuvo con Minos los siguientes hijos:

    - Acacálide, que es el primer amor de Apolo
    - Catreo, el sucesor, que morirá a manos de su hijo
    - Glauco, identificado con un dios marino
    - Androgeo, causa indirecta de la guerra con Atenas
    - Ariadna, amada por Teseo y por Dioniso
    - Fedra, casada con Teseo y es despechada por Hipólito
    - Deucalión, que es uno de los Argonautas y participa en la cacería de Calidón. Muere en la guerra contra Atenas. Su hijo Idomeneo participa en la guerra de Troya.

Además se le atribuyen otros dos hijos. Cidón, con Hermes y el libio Amón con Zeus.


Acacálide:

Cuando Apolo y Ártemis mataron a la serpiente Pitón, el dragón de Delfos, acudieron al sacerdote Carmanor en Creta para purificarse de la sangre derramada (Pausanias, II 7.7). Carmanor tuvo dos hijos, Eubuleo, cuya hija Carme fue madre, por Zeus, de Britomartis (Paus. II 30.3) y la poetisa Crisótemis, quien consiguió la primera victoria en los Juegos Píticos de Delfos (Paus. X 7.2). En la casa de Carmanor en Tarra, Apolo conoció a Acacálide, hija de Minos, que se convirtió en su primer amor con quien tuvo varios hijos. En Creta acacálide significa narciso (Aten. XV P. 681).

Filacis y Filandro. Los ciudadanos de Eliros mandaron a Delfos una cabra de bronce amamantando a la pequeña Filacis y a Filandro. Los elirios dicen que eran hijos que Apolo tuvo con Acacálide en la casa de Carmanor en la ciudad de Tarra (Paus. X 16.5).

Anfítemis o Garamente. Anfítemis nació en Libia donde Minos había desterrado a su hija Acacálide cuando estaba embarazada del hijo de Apolo. Garamante se convirtió en el héroe epónimo de un pueblo del norte de África. Anfítemis con la ninfa limnátide del lago libio Tritonis, tuvo dos hijos, Nasamón, héroe ancestral del pueblo nómada de los Nasamones (Hdt. IV Talia) y Cafauro, también llamado Cefalión. Cafauro se enfrentó a los Argonautas cuando desembarcaron en sus tierras y mató a  Eríbotes, hijo de Teleonte, y a Canto, hijo de Caneto, que intentaron robar sus rebaños (Ap. Rd., Arg. IV 1490; Hig. Fab. 14; Valerio Flaco, Argonáuticas, I 453).

Mileto. Hijo de Apolo y Acacálide (Ant. Lib. 30). La paternidad de Mileto casi siempre es Apolo pero el nombre de su madre cambia en las distintas tradiciones: Mileto era hijo de Apolo y Aría, hija de Cleoco, de Creta (Apd. III 1.2); su madre era Acacálide, hija de Minos (Ant. Lib. 30); Deione y por eso se le llama Deionides, por su matronímico (Ov. Met. IX 441). En dos versiones tardías el padre de Mileto no es Apolo: Mileto el hijo de Euxantio, hijo de Minos y rey de Cos, y de Dexítea, hija de Damón, uno de los Telquines (Escolio Ap. Rd. Arg. I 185); hijo de Asterio, hijo de Minos y Androgenia  (versión en la que Cauno y Biblis son sus hermanos en lugar de sus hijos, Nono 13.546). 


Acacálide abandonó a su hijo Mileto en un bosque. Dapolo mandó unas lobas que cuidaron y alimentaron al niño hasta que fue descubierto por unos pastores (Ant. Lib. 30; Ovid., Met. IX 441; Part., Erot. 11; Conón, Narr. 2). El niño creció, se convirtió en un joven bello y el rey Minos se enamoró de él. Minos y su hermano Sarpedón compitieron por el amor del joven Mileto y por esta causa Sarpedón fue expulsado de Creta. Mileto, por consejo de Sarpedón, huyó a Samos y después a Caria. En la tierra de Anactoria, Mileto derrotó al gigante Asterión, hijo de Anax y lo enterró en la isla de Lade (Pausanias I 35.6, VII 2.5). En Caria fundó la ciudad de Mileto y se casó con Idotea, hija de Éurito, rey de los Carios (Ant. Lib. 30; en Ovid. Met. IX 451, la esposa de Mileto es Cianea, hija del río Menderes de Lidia; en Part. 11 es Tragasia, hija de Celeno). Tuvieron dos gemelos llamados Biblis y Cauno. Biblis, enamorada de su hermano Cauno. le envió una larga carta de amor a través de un sirviente poniendo ejemplos de otras relaciones incestuosas entre los dioses como nietos que eran de Apolo. Cauno huyó de su hermana pero Biblis lo persiguió sin dejar de llorar, a través de Grecia y Asia Menor. El final de los sufrimientos de Biblis llegó cuando los dioses la transformaron en un manantial (en Ovid. Met.), intentó arrojarse desde lo alto de una roca pero las ninfas la sumieron en un profundo sueño y la transformaron en nínfa Hamadríade (Ant. Lib.) o se dio muerte colgándose de un árbol (Partenio y Conón).

Naxos y Oaxes. Hijos de Apolo y Acacálide pueden ser Naxos, rey epónimo de la isla de Naxos (en Escolio Apd. Rd. IV 1490; pero en Diod. V 51.3 es hijo de Polemón) y Oaxes, fundador de la ciudad de Axos en Creta (Estefano de Bizancio, Étnica O482.1; aunque también pudo ser hijo de la nínfa Anquíale y Apolo, Servio, Commentario a las Bucólicas de Virgilio I 65).

Cidón. Hijo de Acacálide con Hermes (Apol. Rd. IV 1492) o con Apolo (Esteban de Bizancio, Étnica). Cidón, fundador de Cidonia en Creta. En las antiguas monedas de Cidonia aparece representado el infante Cidón amamantado por un perro (que puede ser una loba como la que alimentó a Mileto). Cidón tuvo una hija llamada Eulímene que había sido prometida por su padre a Aptero. Licasto se reunía en secreto con ella. Ocurrió que algunos ciudadanos se rebelaron contra el gobierno y Cidón mandó preguntar al oráculo qué debía hacer. La respuesta fue que debía sacrificar una virgen a los héroes de esa tierra. Entonces sortearon entre todas las doncellas y le tocó a su hija ser la víctima. Licasto confesó que la había seducido y hacía mucho tiempo se veía con ella. La asamblea creyendo que mentía para salvarle la vida, con más determinación votó que ella debía ella de morir. Después de ser sacrificada, Cidón ordenó al sacerdote que abriera su vientre y, de esta manera, descubrió que estaba embarazada. Aptero maró a Licasto y después se refugió en la corte de Janto en Térmera, Caria (Partenio de Nicea, Sufrimientos de amor 35).

Catreo:

El mayor de los hijos de Minos tiene tres hijas y un hijo:

-        Aérope, madre por Atreo o Plístenes, de Agamenón, Menelao y Anaxíbia (Apd. III 2.1).
-        Clímene, madre por Nauplio, de Palamedes, Éax y Nausimedonte.
-        Apemósine, que rechazó al dios Hermes y fue asesinada por su hermano.
-        Altámenes, exiliado en Rodas.


Altámenes y Apemósine:
 

Un oráculo que profetizó que Catreo moriría a manos de uno de sus hijos. Su hijo Altámenes también lo había oído y, para evitar convertirse en parricida, se exilió a Rodas acompañado de su hermana Apemósine (Apd. III 2.1; en D.S. V 59.1, Altámenes había recibido el oráculo). En Rodas, ascendió al monte Atabirion, el pico más alto de la isla, desde donde podía ver Creta y levantó el templo de Zeus Atabiros. Rodea el altar con “toros de bronce” que braman cuando hay peligro para Rodas. 

Hermes se enamoró de Apemósine, pero la doncella siembre escapaba porque era capaz de correr más rápido que él. Cuando Apemósine volvía corriendo de una fuente, esparció unas pieles frescas por su camino para que resbalara y entonces la violó. Su hermano se negó a creerla, pensando ocultaba una relación con un hombre mortal, y la mató a patadas.

Catreo, sintiéndose viejo, navegó a Rodas para abdicar en su hijo Altámenes que no veía después de tantos años. Cuando el rey y sus compañeros desembarcaron, fueron atacados por boyeros que les confundieron con piratas y les atacaron con piedras. Catreo intentó explicar sus intenciones pero sus palabras fueron silenciadas por los ladridos de los perros. Altámenes llegó para ver qué pasaba y mató a su padre arrojándole la lanza sin saber quién era. Cuando se dio cuenta de su acción y del cumplimiento del oráculo, pidió a los dioses que no lo dejaran seguir en la tierra. Se abrió una sima y se arrojó en ella (Apd. III 2.1; D.S. V 59.1).

Clímene y Aérope:

Catreo por miedo al oráculo, entregó a sus hijas Clímene y Aérope a Nauplio para venderlas en tierras extranjeras.
Nauplio (se supone que es el tataranieto del danaida) es uno de los argonautas y rey de Nauplia, el principal puerto de Argos, que controla el comercio exterior y las rutas marítimas. Nauplio las trató cortésmente (como en la historia de Auge) y contrajo matrimonio con Clímene (Apd. III 2.2). Nauplio y Clímene, tuvieron por hijos a el inventor Palamedes, que murió en Troya a causa de las intrigas de Ulises, Ayax y Eusimedonte (Apd. II 1.5). La venganza de Nauplio por la muerte de su hijo provoca los naufragios de la flota griega durante los regresos.
 
Catreo pidió a Nauplio que arrojara a Aérope al mar después de descubrir que había sido seducida por un esclavo, pero Nauplio, en cambio, se la entregó al rey de Micenas, Plístenes (Escolio a Sóf. Ayax 1297 citando la tragedia perdida Eur. Cretenses) o Atreo (Apd. Ep. 2,10). Aérope y Atreo son los padres Agamenón y Menelao. Aérope se convirtió en amante de Tiestes, el hermano de Atreo. Surgió una disputa por el trono de Micenas entre los dos hermanos y se acordó que fuera rey quien poseyera un carnero de oro. La esposa corrompida entregó el vellón dorado a su amante. Cuando Atreo recuperó el trono, arrojó a su esposa Aérope al mar (Escolio bizantino a Eur. Orestes 812) y exilió a su hermano Tiestes (Apd. Epít. II 13; Esq. Ag. 1590; Paus, II 18.2; Hig. Fáb. 88; Séneca, Tíestes 682).


Glauco:
 
El pequeño Glauco, mientras jugaba a la pelota o mientras cazaba ratones, cayó en un tinaja de miel y se ahogó en ella. Como el príncipe no aparecía, Minos llamó a los mejores adivinos de la época para encontrarlo. Los Curetes o el oráculo de Apolo, dijeron que solo recuperaría lo perdido aquel sabio que hallara la mejor interpretación para describir una maravillosa vaca de los ganados del rey. La vaca cambiaba de color dos veces al día, del blanco al rojo y luego del rojo al negro. Poliído, un adivino corintio descendiente de Melampo, respondió apropiadamente que la vaca parecía una mora negra, que cambia así de color según el momento en que es recogida del arbusto.

Poliído vio una lechuza que espantaba un enjambre de abejas sobre el tejado de la bodega en la que desaparecido Glauco, lo interpretó como un signo y buscó por allí hasta que encontró al niño. Entonces el rey Minos, ordenó que Poliído fuera encerrado en la tumba del muchacho muerto hasta que descubriera el modo de devolverle la vida. En la oscuridad una serpiente se acercó al cadáver del niño, Poliído la mató con una piedra y la mató, intentando evitar que el cuerpo fuese dañado. Al poco tiempo otra serpiente se dirigió hacia su compañera muerta y le devolvió la vida aplicándole una hierba especial. Poliído aplicó la misma hierba al cuerpo de Glauco y el joven retornó a la vida (Paléfato 26: Poliído resucitó a Glauco, que había muerto por culpa de la miel, gracias a una planta que le había mostrado un médico llamado Draconte; Cf. Plinio, Historia natural XXI 14 y Nono XXI 451, la flor de Zeus).

Minos quiso que Poliído enseñara a Glauco a convertirse el arte de la adivinación. Poliído le enseñó obligado, pero cuando llegó el momento de marchar, pidió a Glauco que le escupiera dentro de la boca y el muchacho olvidó todo lo que había aprendido (Apd. III 2.1; Hig.
Fáb. 136; esta historia estaba en las tragedias perdidas Los cretenses de Esquilo, El adivino de Sófocles y Poliído de Eurípides).

Glauco quiso hacer una expedición al oeste e incluso fundar un reino en Italia. Introdujo en esas tierras el cíngulo y el escudo militar cretense y por eso fue llamado Lábico que significa ceñido (Servio sobre la Eneida de Virgilio VII 796).
 

Glauco el hijo de Minos se confunde con el hijo de Antedón o de Poseidón (puede tratarse de un padre putativo). Glauco observó como una hierba plantada por Crono en la Edad de Oro resucitó a un muerto (un pez o una liebre) colocándosela encima. Utilizó consigo mismo la hierba mágica y se volvió inmortal. Desde entonces es venerado como un dios marino. Su residencia se encuentra frente a la isla de Delos y su oráculo es muy apreciado por los marineros (Ateneo: VII 48; Tzetzes: Sobre Licofrón 754; Ovidio: Metamorfosis XIII 924; Pausanias: IX 22.6; Servio sobre las Geórgicas de Virgilio I 437).

Androgeo:


Androgeo era uno de los mejores atletas de su época, había viajado a Atenas para competir en los Juegos Panatenaicos donde hace gran amistad con los 50 hijos de Palante, rivales de Egeo por el trono. Sus victorias en todas las competiciones le habían granjeado el odio de sus rivales. Androgeo muere en una emboscada que le habrían tendido los envidiosos megarenses cuando viajaba a Tebas para competir en los juegos funebres en honor de Layo (Apd. III 15.7), o cuando Egeo, rey de Atenas, le habia mandado enfrentarse con el feroz toro de Maratón, porque temia que el príncipe cretense estuviera conspirando con los hijos de Palas (D.S. IV 60.4). 

Cuando Minos descubre el destino que habia corrido su hijo, declara la guerra contra Atenas. Le llego la noticia mientras realizaba un sacrificio a las Gracias en la isla de Paros. Minos arrojó las guirnaldas de flores al suelo, hizo que callaran las flautas y se quito la guirnalda de la cabeza, pero terminó con su sacrificio. Desde entonces en Paros se celebraban los sacrificios sin flautas ni guirnaldas (Apd. III 15.7).

Guerra de Creta y Atenas 

Los aliados de Minos. Minos, poderoso rey en tropas y naves, se dispone a la guerra, encolerizado por la muerte de su hijo Andrógeo. Creta se rodea de fuerzas aliadas; se une Anafe con promesas y Astipalea por la fuerza; luego,  Micono, Cimolo, Citno y Serifos, y Sitón, la traicionada por Arne, quien por su ambición de oro fue transformada en corneja. Pero no obtuvo ayuda de Oliaros, Dídimas, Tenos, Andros, Giaros y Peparetos. De allí se dirige a Enopia, tierra de Éaco, quien la llamó Egina por su madre. Salen a recibirlo la gente del pueblo y el viejo Eaco y sus hijos Telamón, Peleo y Foco. Pregunta el rey a Minos el motivo de su llegada, y enterado de su luto, escucha al rey de Creta que le pide que tome las armas para vengar a su hijo. Éaco se niega porque está unido a Atenas más que a ninguna otra tierra. Minos se marcha con tristeza y lo amenaza con la guerra, pero no quiere malgastar sus fuerzas en Egina (Ov. Met. VII 453).

Los aliados de Atenas. En cuanto se marcha la flota cretense, entra en el puerto un navío ateniense, en el que viaja Céfalo (marido de Procris, hija de Erecteo de Atenas) con una embajada de su patria. Los Eácidas lo reconocen pues retiene su hermosura a pesar de la edad. Viene acompañado de Butes y Clito, hijos de Palante, y porta una rama de olivo. Céfalo pide auxilio para Atenas en la guerra contra Creta. Eaco le entrega la ayuda que necesite porque gracias a los dioses, cuenta con soldados abundantes (Ov. Met. 501). Céfalo se sorprendió porque no reconoce a ninguno de los súbditos de su amigo. Éaco con tristeza explica que han muerto todos aquellos a quien Céfalo recuerda. Provocada por Juno iracunda y celosa, cayó una epidemia sobre Egina. Las aguas fueron envenenadas por miriadas de serpientes. Las enfermedades atacaron primero a los animales, los toros caían a mitad del trabajo, sobre los surcos, y las ovejas perdían la lana y se pudrían sus cuerpos. Éaco rezó a Júpiter su padre, rogándole que le devolviera a su gente o lo aniquilara a él mismo. Júpiter respondió con el relámpago y el trueno favorables, signos que él aceptó en prenda de salud. Existía una encina consagrada al dios por la cual caminaba numerosa tropa de hormigas. Eaco pidió tantos ciudadanos como insectos la componían. Tembló el árbol, y, sin viento, sus ramas sonaron. Atemorizado, Eaco besó la tierra y la encina (Ov. Met. 614). Esa noche, Eaco soñó con ña encina esparciendo bajo sus ramas la muchedumbre de hormigas, y que éstas crecen y se transforman en hombres. Al despertar, se encuentra con hombres semejantes a los que había soñado que lo saludan como rey. Después de hacer sacrificios a Júpiter, reparte la ciudad y los campos y llama Mirmidones a los nuevos pobladores para recordar su origen. Éstos son los hombres que Céfalo ha visto, raza tenaz y sufridora de fatigas que en sus costumbres retienen sus origenes. Éstos seguirán a Céfalo a la guerra cuando soplen vientos favorables para regresar a la patria. Mientras Telamón y Peleo eligen hombres para la guerra, Foco entretiene en palacio a los atenienses y se sienta junto con ellos. Céfalo lleva un jáculo de madera desconocida, con punta de oro, el arma más hermosa que Foco haya visto nunca. Céfalo cuenta que su utilidad es aún mayor que su belleza pues no falla nunca y regresa por sí sola a la mano que la arrojó, regalo de su difunta esposa Procris que lo había recibido de Minos.

Sitio de Megara. Antes de lanzar su ataque contra Atenas, Minos había sitiado la vecina ciudad de Megara fundada por Alcátoo. Esa ciudad entoces aliada de Atenas, era gobernada por Niso, hijo de Pandion y hermano del rey Egeo. Además algunos atletas de Megara se habían unido a los atenienses para asesinar a su hijo (Serv. Sobre la Eneida VI 14). Niso tenía un mechón de cabello purpura que le hacia invencible o garantizaba la salvaguarda de su ciudad mientras permaneciera en ella.  La princesa Escila, hija de Niso, se había enamorado de Minos. En los muros de la ciudad, que habían adquirido la facultad de sonar como la lira que Apolo depositada en ellos cuando se estaban construyendo, se alzaba una torre desde donde la hija de Niso acostumbraba a deleitarse con la música de las piedras que golpeaba con un guijarro. Ahora se deleitaba viendo al hijo de Europa cubierto del yelmo y escudo arrojar a lo lejos los dardos, semejante a Febo cuando tendía el arco. Cuando se quitaba el casco, y vestido de púrpura cabalgaba en su caballo blanco, la doncella enloquecía y sentía envidia de las felices armas y los frenos tocados por su amado. La joven soñaba con poner fin a la guerra casándose con el enemigo y entregar a su ciudad como dote. Así arrancó el mágico cabello de la cabeza de su padre mientras este dormía (Apd. III 15.8; Paus. 1.19.5; Ov. Met. VIII 6-94; Hig. Fáb. 198; en Esq. Coéf. 614, Minos la soborno ofreciéndole collares de oro cretense). Pero el rey de Creta, horrorizado por el acto de traición de la hija contra su padre, castigó a la princesa: mandó atatarla a la popa de su nave y la arrastro por el mar hasta ahogarla (Apd. 3.15.8), ordenó que la arrojaran del barco en el cabo Escila, en la Argolide (Paus. II 34.7). Escila se agarró al barco de Minos, pero el terror al ver a su padre revoloteando sobre ella con la forma de un aguila es metamorfoseada en ciris, ave cuyo nombre recuerda el hecho de que cortó a su padre el cabello (Ov. Met. VIII 143, griego keiro, ≪cortar≫ porque cortó el cabello mágico de su padre, pero el ciris puede ser también un pez, Hig. Fáb. 198).

Tributo del Minotauro. La guerra persistió hasta que Minos elevó una plegaria a su padre Zeus para pedirle ayuda. Entonces la hambruna y la peste que diezmaron a los atenienses. Tras intentar liberarse de estas desgracias mediante sacrificios humanos, los atenienses acudieron al oráculo de Delfos, que les aconsejo que entregaran a Minos la indemnización que les reclamara. Minos ordenó que enviaran a Creta siete muchachos y siete muchachas cada nueve anos como alimento para el Minotauro (Apd. 3.15.8; Diod. IV 61). 


Ariadna:

En Naxos se cuenta la historia propia, que, igual que existieron dos Minos (el enemigo de Atenas fue el segundo Minos, Diod. IV 60), también vivieron dos Ariadnas, una de los cuales, se casó con Dioniso en Naxos y le dio por hijo a Estáfilo. La segunda Ariadna, más reciente, habría sido llevada por Teseo y luego abandonada por él, llegó a Naxos, acompañada por una sirvienta llamada Corcina, cuya tumba muestran. Esta Ariadna también murió allí (Plut. Teseo 20.1) pero a la primera Zeus la hizo inmortal a petición de Dioniso (Teog. 947). A la pareja se le atribuyen varios hijos, entre los que destacan Enopión (Cara de vino) rey Quíos que cegó al gigante Orión, y Estáfilo (Racimo), padre de Reo y abuelo de Anio, el rey vidente de Délos (Ap. Rd. III 997).

Ariadna es hija de Minos (Od. XI 320; Hes. Teog. 947; Plut. Teseo 20.1; Diod. IV 61.5; Ovid. Met. VIII 175), de Minos (I) y Creta hija del rey Asterio, esposo de Europa e hijo de Tectamo, hijo de Doro, hijo de Helen, hijo de Deucalion, el hombre que sobrevivió al Diluvio (Apd. III 1.2) o de Minos (II) y Pasifae (Ap. Rd. III 997; Hig. Fab. 224; Ovid. Heroínas IV 59).

El hábil artesano Dédalo, refugiado en la corte de su padre, le regalaba muñecas cuando era niña (Filóstrato, Imágenes 10) y cuando creció le construyó una pista de baila para ella en Cnoso.


Teseo y Ariadna:

Teseo llegó, como tributo ateniense para el Minotauro, Ariadna se enamoró de él y le ofreció ayuda si aceptaba casarse con ella y llevarla con él a Atenas. Ariadna, después de consultar al arquitecto Dédalo, ayudó a Teseo a encontrar la salida del Laberinto. Ella le dio a Teseo una bola de hilo, que sujetó a la puerta cuando entró, para que, después de matar al Minotauro, pudiera salir recogiendo el hilo. Así Teseo salvó su propia vida y la vida de los jóvenes que habían sido ofrecidos al Minotauro. Cuando salió del Laberinto, Ariadna huyó con ellos y para evitar que la flota cretense los persiga, hizo agujeros en el fondo del barcos (Ferécides, 3F159).

Hubo una batalla naval en el puerto de Creta cuando Teseo estaba navegando, en la que un general de Minos llamado Tauro perdió la vida. También se dice que el general Tauro fue derrotado por Teseo en la lucha libre durante unos juegos funerarios celebrados por el rey Minos. Los cretenses, incluido el rey, estaban particularmente complacidos de ver a su propio general derrotado en los juegos pues era un personaje odioso, siendo acusado de adulterio con la reina Pasifae. Ariadna vio a Teseo por primera vez durante estos juegos (Plut. Teseo 15).

Teseo llegó a Creta con una flota para castigar a Deucalión, que había sucedido a su padre Minos en el trono de Creta, después de que el rey, persiguiendo al huido Dédalo, murió en Sicilia. Dédalo se refugió en su Atenas natal, y el rey Deucalión exigió que se lo entregaran, o de lo contrario mataría a los rehenes atenienses. Teseo respondió con cortesía, pero en secreto construyó una flota, recibiendo ayuda de su abuelo materno, el rey Piteo de Trezen. Cuando estuvo listo zarpó, llevando consigo a Dédalo y algunos exiliados cretenses como guías. Los cretenses vieron que se acercaba la flota pero no sospecharon que era hostil, y Teseo fácilmente se hizo dueño del puerto. Después de desembarcar a sus tropas, llegó a la ciudad Cnoso y la tomó por sorpresa, matando a Deucalión y su guardaespaldas en la puerta del Laberinto. (Plut. Teseo 19).

Abandono de Ariadna. Teseo la abandonó en la isla (donde habían venido escapando de Cnoso) y navegó a Atenas sin ella (Ap. Rd., Argonáutica IV 433) y existen muchos motivos para su abandono. Teseo y Ariadna fueron detenidos por una tormenta en la isla de Dia (Naxos, al norte de Creta en frente a Cnosos), donde Teseo temiendo la vergüenza y los reproches de los atenienses, la abandonó mientras ella estaba dormida (Hig., Fáb. 43). Teseo, en su viaje de regreso de Creta junto con Ariadna, fue entretenido como huésped por los habitantes de la isla de Naxos y Teseo, viendo en un sueño a Dioniso amenazándolo si no abandonaba a Ariadna en favor del dios, la dejó allí en su miedo y se alejo (Diod. V 51.1; en Paus. X 28.3 navegó tras Teseo con superiores fuerzas). Teseo la abandonó infielmente en la isla, y se dan diferentes motivos para este acto de infidelidad. (Plut. Tes. 20; Ov. Met. VIII. 175, Heroid. 10; Hig. Fáb. 43). A pesar del juramento realizado, Teseo no podía casarse con Ariadna, que había traicionado a su país (cuando Escila traicionó tanto al padre como a su patria Megara, Minos la ató por los pies a la popa de un barco y se ahogó; Anfitrión mató a Cometo, que traicionó a su padre y al reino de Tafos; Písidice, princesa de Metimna en la isla de Lesbos, se enamoró de Aquiles y cuando la ciudad estuvo en su poder, ordenó a sus soldados que la lapidaran…).


Sarcófago con un cortejo que acompaña a Dioniso y Ariadna. Ca. 110 a.C. Altes Museum, Berlín.
Ariadna y Dioniso.

Dioniso estaba triste por haber perdido la competición por la mano de Béroe en matrimonio con Poseidón. Su hermano Eros vino para consolarlo en su estado de ánimo celoso porque guardado una más delicada para ser su novia, Ariadna, de la familia de Minos y de su misma casta (Nono, 43, 420).

Teseo se había  llevado a Ariadna y navegó sin ser observado durante la noche, después de lo cual se instaló en la isla que en ese momento se llamaba Día, pero ahora se llama Naxos. Psalacanta era una ninfa de la isla de Ícaro que, capturada por Dioniso, lo ayudó a obtener a Ariadna con la condición de que él también le perteneciera, pero Dioniso se negó; entonces Psalacanta se llevó a Ariadna y el dios irritado la convirtió en una planta plana (Ptolomeo Hefestión, Nueva Historia 5 en Focio, Miriobiblon 190). Dioniso se aparció en la isla y, debido a la belleza de Ariadna, se llevó a la doncella lejos de Teseo y la mantuvo como su esposa legítima, amándola en extremo. De hecho, después de su muerte, la consideró digna de honores inmortales debido al afecto que sentía por ella, y colocó entre las estrellas del cielo la Corona de Ariadna (Diod. IV 61.1).  Dioniso se enamoró de Ariadna y la secuestró de Naxos, llevándola a Lemnos donde tuvo relaciones sexuales con ella, y engendró a Toante, Estáfilo, Enopion y Pepareto (Ap. Ep. 1.9). Una túnica púrpura las divinas Gracias habían hecho con sus propias manos para Dioniso en la rodeada por el mar Día. Más tarde, Dioniso se lo dio a su hijo Toante y Toante a Hipsípila, y ella se lo dieron a Jason como regalo de despedida. Era una obra de arte tan agradable a los ojos como al sentido del tacto. Y todavía conservaba el perfume de ambrosia que recibió cuando Dioniso se tumbó sobre él, borracho con vino y néctar, abrazando a la hija de Minos, la bella y joven Ariadna, a quien Teseo se llevó de Cnoso y abandonó en la Isla de Día (Ap. Rd. IV 425).

Dioniso, Ariadne, satiros y ménades. Crátera ática con forma de cálice de figuras rojas A, ca. 400 a.C. Museo de Louvre.
Muerte de Ariadna.

Teseo prometió casarse con ella (Plut. Tes. 19; Hig. Fab. 42) y quiso llevarla desde Creta al collado de Atenas, pero cuando llegaron a la isla de Día (Naxos), Artemisa mató allí a la hija del cruel Minos por la traición de Dioniso y así Ulises pudo ver su sombra en el Hades (Hom. Od. XI 324).

Ariadna se ahorcó cuando se vio abandonada por Teseo. Fue llevada a Naxos por marineros donde vivía con Onaro, sacerdote de Dioniso, cuando fue abandonada por Teseo que amaba a otra mujer.

Teseo y Ariadna, que estaba embarazada, se separaron en Chipre, donde llegaron impulsados por una tormenta. Teseo la dejó sola en la orilla, pero mientras intentaba salvar el barco, las olas lo llevaron al mar. Ariadna fue llevada al cuidado de las mujeres chipriotas, quienes para consolarla en su soledad, le trajeron cartas falsas de Teseo. También la enterraron en un bosque cuando Ariadna murió, antes de dar a luz. (Plut. Teseo 20.1).

Ariadna falleció en la batalla de Dioniso contra Perseo cuando las broncíneas lanzas de Argos se enfrentaron con la férula de hiedra mortífera y Perseo lanzó un impetuoso venablo que acertó a la débil y desarmada Ariadna en vez de al guerrero Lieo (Nono 35, 105) o sacudiendo en su mano la cara mortal de Medusa convirtió a Ariadna armada en piedra. (Nono 47, 665).

Dioniso, después de haber hecho la guerra a Perseo, dejó a un lado su enemistad y recibió grandes honores a manos de los argivos, incluido este recinto especialmente apartado para él. Posteriormente fue llamado el recinto de Cres el cretense, porque, cuando Ariadna murió, Dioniso la enterró aquí. Cuando el nuevo templo de Dionisos estaba siendo reconstruido, se encontró un ataúd de barro, y que era de Ariadna (Paus. I 23.7).

Apoteósis de Ariadna.

Dioniso de cabello dorado convirtió a la rubia Ariadna, hija de Minos, en su exuberante esposa, y Zeus, el hijo de Crono la hizo inmortal y exenta de vejez para él (Hes. Teog. 947).

Dioniso, después de vencer a los Indios en las tierras de la aurora, trajo muchachas cautivas de hermosa rostro. Entre ellas, la hija de un rey resultaba especialmente agradable para Baco y  esto despertaba los celos de Ariadna y le recordaba cuando Teseo le había sido infiel. Liber escuchó sus  quejas y abrazándola la llevo al cielo donde transformada en diosa recibió el nombre de Libera (femenino de Líber, uno de los nombres de Dioniso). Para conmemorarlo la imagen de su corona que Vulcano dio a Venus, y ésta a Ariadna fue catasterizada y ahora brilla como el oro mediante las nueve estrellas (Ov. Fastos III 460).

Dos grandes cuencos de plata, Euneo, bisnieto de Dioniso y Ariadna, hijo guerrero de Jason e Hipsípila en Lemnos arrastrado por el mar entregó a Aquiles como precio del priámida Licaón. Habían construidos por Hefesto como un regalo para el glorioso Dioniso, cuando llevó a la divina Ariadna al Olímpo, a quien en la isla de Dia bañada por el mar, Teseo, contra su voluntad abandonó. Dioniso rebosaba de néctar, y se los dio a su hijo, y Toante a su muerte a Hipsípila con grandes posesiones los dejó. Ella legó los cuencos a su hijo Euneo, quien los entregó a Aquiles y luego su madre Tetis regaló a Acamante, hijo de Teseo, y a Epeo durante los funerales del Pelida (Q.E. Posth. IV 380).


Fedra:

La boda de Fedra y Teseo:
 

Fedra, la hija de Minos y hermana de Ariadna, es otorgada por Deucalión, el sucesor de Minos en el trono de Creta (Diod. IV 62, 1). En la ceremonia, se presentan Antíope y las Amazonas al frente de su reina Antíope o Hipólita, armadas y trata de matar a Teseo. Antíope muere en combate singular a manos de Teseo (Ovidio Her. IV 119; Séneca, Fedra 226) a manos de Hércules (Hipólita en Plutarco, Tes. 28).

Teseo se casa con Fedra pero en el tiempo de celebrarse la boda, Teseo ya tenía un hijo de la reina de las Amazonas llamado Hipólito, que envía a criarse a Trecén, con los hermanos de Etra, los tíos maternos de Teseo. Fedra tuvo dos hijos de Teseo, Demofonte y Acamante (Apd. Epit. I 18). Teseo había mandado a Hipólito a criarse con Piteo, con la idea de que en un futuro se convierta en rey de Trecén, no queriendo que reine sobre los hijos con Fedra, ni ellos sobre Hipólito. Teseo, después de haber asesinado a Palante, uno de sus parientes, fue en exilio a Trecén con su esposa durante un año como expiación de su crimen, en donde Hipólito era educado junto a Piteo y, cuando Fedra contempló al muchacho, cayó presa del deseo, cumpliendo el plan de Afrodita, que, habiendo decidido destruir a Hipólito por su virtud, impulsó a Fedra a enamorarse de él y alcanzó así lo que se proponía (Pausanias I 22, 1).

Fedra e Hipólito:

Cuando Hipólito regresó a Atenas para asistir a los misterios, Fedra intentó seducirlo. El joven cazador y adorador de Ártemis desprecia los dones de Afrodita (Eurípides Hipólito). Fedra sufre la enfermedad terrible de un amor impío enviado por Cipris que rompió su alma. Su vieja nodriza quiso ayudarla. Contra la voluntad de Fedra, se lo hizo saber al muchacho. Escuchando detrás de la puerta, Fedra descubrió el rechazo enfurecido de Hipólito y con un lazo se ahorcó. Regresó Teseo en momento que regresaba a Atenas de consultar un oráculo (Eurípides Hipólito 281) o acababa de regresar después de pasar tres años en el Infierno (Séneca 835; Ov. Heroidas IV 109; la calumniosa acusación se la hace a Teseo al volver Fedra a Atenas en Ovidio Met. XV 504, Fast. VI 739). Al liberar a su esposa colgada, encontró una tablilla que acusaba a Hipólito de su muerte por haberla violado (Eur. Hipólito 856; de haber intentado seducir Fedra en Diodoro y Asclepíades; la acusación oral por Fedra a Teseo y se suicida después con una espada, en Séneca Fedra 888).

Hipólito obligado a guardar secreto sobre Fedra por un juramento realizado a la nodriza de Fedra, no puede defenderse y es condenado al exilio. Teseo también pide a Poseidón la muerte de su hijo. Su padre Pósidón, había otorgado a Teseo la gracia de poder obtener el cumplimiento de tres deseos a lo largo de su vida y ya había consumido los dos primeros, el primero consistió en regresar del Infierno y el segundo, salir sano y salvo del Laberinto (Escolio a Hipólito 1348, cronológicamente debería ser en distinto orden).

Hipólito parte de viaje en su carro por un camino que bordea el mar. Posidón atiende el funesto deseo de su hijo Teseo y provoca la muerte de Hipólito haciendo que brote de éste un enorme toro de mar. Los caballos espantados, hacen volcar al carro, y arrastran a Hipólito, enredado en las riendas. El cuerpo de Hipólito agonizante es llevado ante Teseo y sobre el palacio aparció Ártemis con su arco y flechas. Ártemis, reveló a Teseo la inocencia de Hipólito sin lanzar reproches sobre Fedra, víctima de las intrigas de Afrodita. Anunció que en el propio país serían establecidas honras a Hipólito (existió un culto a Hipólito en Trecen, se realizaban sacrificios, se levantaron templos en su honor y antes de casarse las jóvenes casaderas ofrecían un mechón de sus cabellos en su honor). Teseo se reconcilia con Hipólito antes de morir.

Hipólito es catasterizado en el Auriga (Pausanias II 32, 1). Asclepio resucita a Hipólito (Apd. III 10, 3; Higino Fáb. 49; Hig. Astron. II) a petición de Diana (Servio, Sobre la Eneida VII 761; Higino Fab. 251; Virgilio En. VII 769; Ovidio Fast. VI 745). Hipólito, con el nombre de Virbio (Virgilio, Eneida VII 777; Ovidio Fast. VI 756), funda el templo de Diana en el bosque de Aricina (esto también en Pausanias II 27, 4), con prohibición de que entrasen caballos en su bosque circundante, y con un sacerdote que es un esclavo fugitivo que debe matar a su antecesor.

Deucalión:

Deucalión, hijo de Minos, fue el sucesor de su hermano Catreo. Estableció buenas relaciones con Atenas a través de la entrega como esposa de su hermana Fedra a Teseo.

Teseo llegó a Creta con una flota para castigar a Deucalión, que había sucedido a su padre Minos en el trono de Creta, después de que el rey, persiguiendo al huido Dédalo, murió en Sicilia. Dédalo se refugió en su Atenas natal, y el rey Deucalión exigió que se lo entregaran, o de lo contrario mataría a los rehenes atenienses. Teseo respondió con cortesía, pero en secreto construyó una flota, recibiendo ayuda de su abuelo materno, el rey Piteo de Trezen. Cuando estuvo listo zarpó, llevando consigo a Dédalo y algunos exiliados cretenses como guías. Los cretenses vieron que se acercaba la flota pero no sospecharon que era hostil, y Teseo fácilmente se hizo dueño del puerto. Después de desembarcar a sus tropas, llegó a la ciudad Cnoso y la tomó por sorpresa, matando a Deucalión y su guardaespaldas en la puerta del Laberinto. (Plut. Teseo 19). 

Su hijo y sucesor, Idomeneo seria el último de los descendientes de Europa que habría reinado en Creta. Comandó un gran contingente de guerreros cretenses, transportados en ochenta barcos, a la guerra de Troya (Hom. Il. II 645). Fue el primer aliado griego que se unió a la expedición contra Troya, pues Menelao se encontraba en Creta, en los funerales de su abuelo materno, Catreo, cuando supo del rapto de su esposa Helena (Proclo, Ciprias; Apd., Epít. 3.3).

Idomeneo:


Idomeneo tuvo una actuación muy destacada en la guerra de Troya como uno de los guerreros más valerosos, aunque era de mayor edad que la mayoría de sus compañeros de armas pues tenía canas en su pelo (Il. XIII 361). Se enfrentó a Héctor en combate singular y lideró el combate cuando los griegos se defendían del poderoso ataque troyano junto a sus naves (Hom. Il. V I I165, XIII 361).

Al finalizar la guerra, regresó a casa sano y salvo (Hom. Od. III 191) pero se vio obligado a partir al exilio. Idomeneo había confiado Creta a Leuco, hijo de Talo, al que había recogido cuando había sido abandonado. Leuco aprovechó la ausencia de Idomeneo para matar a su esposa y a sus hijos y logró obligar a Idomeneo a partir al exilio después de su regreso (Apd. Epít. 6.10; escolio a Lic. 1093 y 1223). Se había producido una fuerte tormenta sobre las naves de Idomeneo durante su viaje de regreso. Entonces prometió sacrificar al primero que se encontrara si llegaba a Creta a salvo. Sucedió que fue su hija la primera que se encontró y cuando intentó cumplir con su voto, los cretenses lo expulsaron o después de realizar el sacrificio, lo que provoca una peste y el pueblo lo expulsa (Serv. En. III 121, XII 320; Mit.Vat. 1.195, 2.210; Cf. Biblia Jueces 11, la hija de Jefté). Después de su marcha, vivió en Salencio, en el tacón de la bota itálica (Virg. En. III 400).

Meriones:


Meriones sirvió de segundo comandante de Idomeneo en Troya, era hijo de un tal Molos, hijo ilegítimo de Deucalión u otro hijo de Minos (hijo de Molos, Hom. Il. X 269; Molos hermano de Deucalión, D.S. V 79.4; hijo ilegítimo de Deucalión, Apd. III 3.1). En la guerra se destaca como un guerrero bravo y es uno de los nueve voluntarios para un duelo con Héctor (Hom. Il. VII 165), lucha con gran valor en el ataque troyano a los barcos griegos, en el que hiere a Deífobo y da muerte a muchos, y ayuda a Menelao a recuperar el cadáver de Patroclo. Meriones entrega su casco de colmillos de jabalí a Odiseo cuando sale por la noche en misión de reconocimiento (Hom. Il. X 261, la Doliona). Al final de la guerra, Meriones es uno de los guerreros que se introducen en el caballo de madera (Q.E., Posth. XII 720). Regresó a Creta sano y salvo. La tumba de Meriones e Idomeneo estaba en Cnosos y los cretenses honraban a ambos en el culto e invocan sus nombres en tiempos de guerra (D.S. V 79). Existía una  festividad en Creta, en la que se mostraba la imagen de un hombre sin cabeza que representaba a Molos, padre de Meriones, que había sido encontrado decapitado después de que intentara violar a una ninfa (Plut. Moralia IV 17c).
Dioniso sostiene el tirso mientras Ariadna toca la cítara. Vaso Borghese, crátera de mármol pentélico, encontrado en el naufragio de Mahdía, ca. 40 a.C. Museo de Louvre.