Reino de Tirinto

Preto y Estenebea:

Establecido como rey de Tirinto, Preto acoge a Belerofonte desterrado de Corinto por haber dado muerte accidentalmente a su hermano. La esposa del rey, Estenebea, hija de Iobates de Licia se ha enamorado perdidamente de él y al ser rechazada, lo acusa de intentar seducirla o violarla (recuerda al tema de ¨José y la mujer de Putifar¨ del libro del Génesis). Preto intenta la perdición del héroe, pero de forma indirecta, sin intervenir él personalmente porque esto contraviene las leyes de la hospitalidad. Para ello lo envía a Licia, portando una carta para su suegro Ióbates (tema de la ¨carta de Urias¨ del libro segundo de Samuel). En el despacho con mortíferos signos le pide que mate a Belerofonte.

Ióbates tampoco quiere cumplir su misión directamente y ordena a Belerofonte que de caza y extermine al monstruo Quimera, con cuerpo de león, cabeza de cabra ignívoma y cola de serpiente (o con tres cabezas, de león, de cabra en el lomo y de dragón en la cola), con la esperanza de que muera en el intento.

Belerofonte, volando sobre el caballo Pegaso, consigue matar a Quimera (el caballo no aparece en Homero pero sí a partir de Hesíodo). Pegaso nació del cuello de Medusa fecundada por Poseidón, al ser decapitada por Perseo.

Como el primer plan fracasó, Ióbates manda a Belerofonte a luchar contra los Sólimos y contra las Amazonas. Y por último manda a un grupo de guerreros que le tienden una emboscada, aunque los mata a todos.

Belerofonte regresa a Tirinto para vengarse de Estenebea. La sube a su caballo alado y mientras sobrevuela la isla de Melos, la arroja al mar.
Belerofonte consigue domar a Pegaso con ayuda de Atenea (Pompeya)

Las Prétides: 

Preto tiene con Estenebea tres hijas, las Prétides llamadas Ifínoe, Lisipe, Ifianasa. En el décimo año de la fundación de Tirinto, las Prétides son castigadas  por no querer aceptar los ritos dionisíacos. Las Prétides se creenn vacas y su locura es contagiosa a las mujeres del reino.

Melampo el adivino:


Para curar a las mujeres del reino aparece el adivino y médico Melampo de Tesalia. La reputación Melampo como un vidente ha generado distintos mitos. Cuando era un niño, evitó que sus siervos mataran a dos serpientes. Agradecido, las serpientes dieron a Melampo la capacidad de hablar con los animales. Otra versión dice que encontró una madre serpiente que había sido aplastado por un carro y dos crías de serpiente huérfanas. Dio un entierro y crió a las jóvenes. Al darle las gracias, las serpientes pasaron la lengua por las orejas haciendo que Melampo fuera capaz de entender los animales (Apd. I 9.11).

Las serpientes se relacionan con la sabiduría, la magia y el don de la profecía. Serpientes conceden poderes adivinatorios lamiendo los oídos de Melampo; también de Casandra y Heleno en el templo de Apolo Thymbraios de Troya (Escol. Il II 744). Poliído, descendiente de Melampo, resucita a Glauco, hijo de Minos, con la ayuda de una serpiente que le proporciona una hierba fabulosa (Hig. Fab. 136). Tiresias sufre metamorfosis de su sexo al separar a dos serpientes (Ov. Met. III 316). Yamo, el adivino precursor de lo Yámidas de Olimpia, es criado por unas serpientes después de ser abandonado cuando era niño (Pind. Ol. VI 27).

La curación de Íficlo Filácida:


Melampo sentía gran afecto por su hermano Biante. Éste era pretendiente de Pero, hija de Neleo, rey de Pilos, quien le exigía para dar a su hija en matrimonio, el rebaño de vacas del rey Fílaco de Fócide, pariente común de ambos (hijo del eólida Deyoneo, casado con Climene hija del rey Minias).  Melampo fue sorprendido intentando robar las vacas y encerrado en prisión durante año y medio. En su celda, escuchó a dos termitas hablar, alegando que acabarían de comer la viga que sostenía el techo a la mañana siguiente. Melampo llamó a sus captores e hicieron un acuerdo. Cuando el techo se derrumbó a la mañana siguiente, Fílaco decidió que era un profeta y que aferrarse a él podría ofender a los dioses.

Fílaco tenía un hijo llamado Íficlo que podía correr sobre un campo de espigas sin tocarlas pero no podía tener hijos. Ofreció una recompensa para cualquiera que pudiera curar a su hijo. Melampo mató a un buey y habló con los buitres que vinieron a comer el cadáver. Dijeron que la última vez que había tenido una fiesta fue cuando el rey había hecho un sacrificio. Le dijeron a Melampo que el príncipe se había asustado del gran cuchillo, con sangre y el rey lo arrojó a un lado para calmar al niño. Se había golpeado a un árbol e hirió a un hamadríade, que maldijo al príncipe con la enfermedad. El remedio de la enfermedad consistía en hacer beber agua con el óxido disuelto del cuchillo que había servido para matar carneros (similar a Aquiles con la herida de Télefo).

Tras curar a Íficlo de su dolencia, Melampo recibe las vacas de Fílaco y se las lleva a Neleo, pudiendo casarse su hermano Biante con Pero.

Locura y curación de las Prétides

(Baq. X 40; Hdto.IX 34; Estr. VIII 3,19; Diod. IV 68; Paus. II 7,8; Ov., Met. XV 525)

Preto tiene tres hijas llamadas Lisipa, Ifianasa e Ifínoe (Apd. II). La diosa Hera castiga a las hijas de Preto con un ataque de locura porque se habrían burlado del templo de la diosa en Argos al decir que el palacio de su padre era más hermoso (Ferécides 3F114) o porque despreciaron la inagen de madera de la diosa (Acusilao en Apd. II 2.2). Las muchachas son curadas por intercesión de Ártemis después de sacrificar 50 vacas rojas (Baquílides XI 40). 

Las mujeres de Argos sufren ataque de locura como castigo de Dioniso por no aceptar su culto. Andaban errantes, sucias y desnudas y se creían vacas (Virg., Buc. VI 48). Melampo es llamado por Preto para curar a las mujeres de Tirinto. El profeta exige un tercio del reino como pago y el rey se niega. La locura de las mujeres se vuelve  más salvaje que nunca, abandonan sus hogares y llegan a dar muerte a sus hijos (Apd. II 2.2). Preto llama otra vez Melampo, quien esta vez exige una tercera parte del reino para sí mismo y otra tercera parte para su hermano Biante. El rey siente que no tiene más remedio que estar de acuerdo. Melampo llevarlos a la ciudad de Lusi donde fueron curados de su locura en un santuario de Ártemis (Calímaco, Himno a Ártemis).

La locura de las mujeres de Argos tiene lugar en algunas versiones durante el reinado de Anaxágoras, nieto de Preto (Diod. IV 68.4; Paus. II 18.4). Melampo se casa con Ifianira, hija de Megapentes y hermana de Anaxágoras.

División del reino de Preto:

Melampo se casa con Ifianasa (o Ifianisa), Ifínoe muere en el proceso de curación y Lisipa se convierte en la mujer de Bias (pero los hijos de Bias nacieron de su matrimonio con Pero). Desde entonces los descendientes de Biante (los Biántidas) y los de Melampo (los Melampódidas) compartirán el reino con los descendientes de Preto (los Prétidas).

Megapentes, hijo y sucesor de Preto de Tirinto, intercambia su porción de reino de Tirinto con Perseo, nieto y sucesor de Acrisio de Argos.