Río Céfiso:
El río Cefiso desembocaba en el mar a través de una montaña, por un túnel subterráneo. Hércules en su castigo a los Minias, tapó la apertura y desvió el curso del río hacia el lago, por eso cuando los lileos arrojan pasteles a sus aguas después aparecen en la fuente de Castalia, en Delfos.
El río Cefiso tiene varias hijas (Paus. X 33):
- Lilea, epónima de Lileo en Dóride.
- Dáulide, epónima de la ciudad Dóride.
- Melena, que tuvo a Delfos con Apolo.
Cefiso tiene dos hijos mortales:
- Eteocles, con Evipe, la mujer del rey Andreo de Orcómeno, quien hereda el trono después de Andreo (Paus. IX 34.9; Catálogo de Hesíodo Fr. 26; Píndaro, Olímpica 14).
- Narciso, con la ninfa Leiriope (Ov. Met. III 342; Higino 271; Estacio Tebaida 7.340). Es famoso por su belleza, aunque ignora a todos sus pretendientes, tanto masculinos como femeninos.
Narciso y Ameinas:
El joven Ameinas ama a Narciso, pero es rechazado cruelmente por él. Como forma de burlarse, Narciso le regala una espada, que Ameinas utiliza para suicidarse delante de la casa de Narciso, mientras suplica a Némesis para que Narciso conozca el dolor por el amor no correspondido. La maldición se cumple cuando Narciso ve su imagen reflejada en un estanque e intenta seducirla sin conseguirlo. Acaba por suicidarse con la espada de Ameinas y su cuerpo se convierte en flor de Narciso.
La ninfa Eco:
Eco, una Oreade o ninfa de las montañas, cuando Zeus juega con las ninfas, mantiene a Hera a distancia, entreteniendo a la diosa con su cháchara. Así, la celosa Hera no puede encontrar la infidelidad de Zeus y las ninfas tienen tiempo de escapar. Hera, sin embargo, descubre el engaño y castiga a Eco al volver su voz en una reverberación, un ser sin control sobre su lengua, que no es capaz de hablar antes de que nadie haya hablado, ni de callarse cuando alguien más ha hablado.
Eco se enamora de Narciso, hijo de la ninfa Liríope de Tespia. La madre de Narciso acude al adivino Tiresias para preguntar por el porvenir de su hijo. Tiresias contesta que su hijo vivirá hasta edad avanzada, mientras no se conociera a si mismo.
Eco encuentra a Narciso, pero como sólo puede repetir las últimas palabras, Narciso la rechaza. Eco, desesperadamente enamorada de Narciso, como su amor no es correspondido, se encoge de dolor, de modo que al final no queda más que su voz. Existen en Grecia los llamados pórticos de Eco, por el sonido que se escucha allí. Una stoa en Hermione con un triple, y uno en Olimpia con un eco siete veces (Paus., II, 35.6; V 21.7).
Narciso siente sed y se acerca a un arroyo. Al ver su reflejo queda enamorado. No se atreve ni siquiera a beber por miedo a destruir su retrato. Así muere contemplando su imagen, incapaz de dejar de mirarla. En su lugar nace la flor que lleva su nombre (Ov. Met. III 339).
El río Cefiso desembocaba en el mar a través de una montaña, por un túnel subterráneo. Hércules en su castigo a los Minias, tapó la apertura y desvió el curso del río hacia el lago, por eso cuando los lileos arrojan pasteles a sus aguas después aparecen en la fuente de Castalia, en Delfos.
El río Cefiso tiene varias hijas (Paus. X 33):
- Lilea, epónima de Lileo en Dóride.
- Dáulide, epónima de la ciudad Dóride.
- Melena, que tuvo a Delfos con Apolo.
Cefiso tiene dos hijos mortales:
- Eteocles, con Evipe, la mujer del rey Andreo de Orcómeno, quien hereda el trono después de Andreo (Paus. IX 34.9; Catálogo de Hesíodo Fr. 26; Píndaro, Olímpica 14).
- Narciso, con la ninfa Leiriope (Ov. Met. III 342; Higino 271; Estacio Tebaida 7.340). Es famoso por su belleza, aunque ignora a todos sus pretendientes, tanto masculinos como femeninos.
Narciso y Ameinas:
El joven Ameinas ama a Narciso, pero es rechazado cruelmente por él. Como forma de burlarse, Narciso le regala una espada, que Ameinas utiliza para suicidarse delante de la casa de Narciso, mientras suplica a Némesis para que Narciso conozca el dolor por el amor no correspondido. La maldición se cumple cuando Narciso ve su imagen reflejada en un estanque e intenta seducirla sin conseguirlo. Acaba por suicidarse con la espada de Ameinas y su cuerpo se convierte en flor de Narciso.
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Eco y Narciso. Casa del Efebo. Pompeya. |
La ninfa Eco:
Eco, una Oreade o ninfa de las montañas, cuando Zeus juega con las ninfas, mantiene a Hera a distancia, entreteniendo a la diosa con su cháchara. Así, la celosa Hera no puede encontrar la infidelidad de Zeus y las ninfas tienen tiempo de escapar. Hera, sin embargo, descubre el engaño y castiga a Eco al volver su voz en una reverberación, un ser sin control sobre su lengua, que no es capaz de hablar antes de que nadie haya hablado, ni de callarse cuando alguien más ha hablado.
Eco se enamora de Narciso, hijo de la ninfa Liríope de Tespia. La madre de Narciso acude al adivino Tiresias para preguntar por el porvenir de su hijo. Tiresias contesta que su hijo vivirá hasta edad avanzada, mientras no se conociera a si mismo.
Eco encuentra a Narciso, pero como sólo puede repetir las últimas palabras, Narciso la rechaza. Eco, desesperadamente enamorada de Narciso, como su amor no es correspondido, se encoge de dolor, de modo que al final no queda más que su voz. Existen en Grecia los llamados pórticos de Eco, por el sonido que se escucha allí. Una stoa en Hermione con un triple, y uno en Olimpia con un eco siete veces (Paus., II, 35.6; V 21.7).
Narciso siente sed y se acerca a un arroyo. Al ver su reflejo queda enamorado. No se atreve ni siquiera a beber por miedo a destruir su retrato. Así muere contemplando su imagen, incapaz de dejar de mirarla. En su lugar nace la flor que lleva su nombre (Ov. Met. III 339).
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Eco y Narciso (John William Waterhouse, 1903, Walker Art Gallery, Liverpool) |